ALEJANDRA VALVERDE ALFARO – PENSÉ QUE SOLO TENÍAMOS TREINTA
FOTOGRAFÍA CON MI PADRE
En el más frío enero
vino al mundo mi padre
cubierto de aserrín
y serpentinas
cuando los pájaros
cantaban una octava justa
a seis tonos de su llanto.
No le conozco tristeza
solo un atardecer amplio
unas manos
que esculpen vida
cada vez que calla el mundo.
Sonríe
con la misma intensidad
que la que busca a dios
con aquella mirada
que lo sabe todo
y sin el prejuicio
de la absurda existencia.
Mi padre es un hombre feliz
heredero de la gracia
hacedor de fantasías
es el cantor de las noches
un camino amplio
lleno de viento
capaz de silbar sin miedo
aunque los días pasen.
Tengo su arpegio escrito
al lado de la cama
el silencio y el recuerdo
la calidez de sus colores
y una inmensidad
de junios acumulados
resueltos en un verso.
DESHOJE
Ayer murió un lirio.
Inerte
al lado de la cama
se deshizo.
Ligero
como la palabra
dejó tan solo un rastro
una amplia niebla
imposible de asir
aun con todas las lianas del mundo.
Su último respiro
transcurrió sin paso en la casa
en la soledad
de quien conversa con el aire
y escucha todas las respuestas.
No pude invocarlo
entender que sus distancias
certeras
eran mis manos cerradas
tratando de apartarle
un espacio en la escalera.
No sé si vio el sol
si alguien les dijo a sus pétalos
que estaba bien marcharse
no sé si extrañará
mis conversaciones por la mañana
mis monólogos
absurdos
sobre cómo regar la tierra.
PENSÉ QUE SOLO TENÍAMOS TREINTA
(y que hoy era veintitrés)
A un costado de la ventana
está el sol ajeno a julio
un cese de lluvia que cobija
mientras el mundo se desmorona
y se reconstruye
como por arte de magia.
Pensé que teníamos treinta
y que los atardeceres
dejaban de ser la base
para construir memoria
y entonces solo se convertían
en aquella estación del año
cuando los árboles
volvían a ser reales
y los niños
lejos de gritar con furia
se convertían en nosotros
caminando en cuerdas flojas
por los muros del barrio.
Comencé a creer que el encierro
nos tatuaba la rutina
en los párpados
igual a cuando se llora por lo mismo
o cuando se extraña
el cuerpo lejano
que llora y escribe
pero con otro llanto y otra letra.
Pensé que solo teníamos treinta
y que hoy era veintitrés
pero al caer la tarde
había un día más
lleno de todo el tiempo
consumido y atrapado
como por arte de magia
en el sol que se nos iba de las manos.
Alejandra Valverde Alfaro (Costa Rica, 1986)
De profesión filóloga, vecina de la comunidad de Sarchí. Ha participado en diferentes espacios de poesía, como el I Encuentro de la Espera Infinita (Honduras, 2019) y el II Festival Centroamericano de Poesía en Chiquimula (Guatemala, 2018). En 2016 fue coganadora en el concurso para poetas menores de 30 años en el Festival Internacional de Poesía de Costa.
Días sentados (2016) es su poemario publicado con el Proyecto Editorial La Chifurnia; sus textos también se encuentran en otras antologías nacionales e internacionales.