MIGUEL FAJARDO KOREA – MIGRANTES EN LA TEMPESTAD
Encendemos las alarmas
A Andrés Morales Milohnic
Muestran las desgracias
en el miedo de la tierra,
jamás arrodillada.
Las terrazas como alacranes
protestan contra el lavado,
o el narcotráfico.
Todo es crónica en la lluvia de un pasajero.
Pienso en Varsovia.
La imagino con transeúntes
con un libro abierto en sus mochilas.
Encendemos las alarmas
cuando hay luz en los pantanos del suicidio.
Los sistemas no arriban
al códice aura del ser humano.
Construyen diques para saltar las compuertas
y anegar los sueños de la sonrisa,
Cada mediodía, el humo,
como espuma enmascarada,
rompe la asfixia del naufragio.
Cada peldaño es una batalla
en el vaivén del recorrido
para que se abran los caminos
contra el olvido y la desesperanza.
Ayúdame a prescindir de los coyotes,
contra la trata en el tatuaje de la resistencia;
cada transeúnte funde rocas
contra la condena que lacera,
cada día de la tierra.
La luz vive en el comienzo
A Jaime Quezada Ruiz
Hay semillas en el relámpago del fuego,
en los senos de la orilla,
en la montaña sacudida por la estría,
en la cicatriz de la espuma.
Olvídame ante los reclamos
en la claridad de los ademanes.
La luz vive en el comienzo
del follaje,
en las banderas voraces
del asalto sin nombre,
cuando quemamos los navíos
que galopan en las raíces de las semillas,
en la cerrada noche del invierno.
Encallamos sin nadie
en la orilla dolorosa,
en las iniciales del látigo,
en la cascada de los días.
El tiempo tatúa las puertas
en espera y ausencia renacidas.
Alguien aparece muerto frente a las estrellas,
el mar derrama estatuas caídas
de héroes pintados a la fuerza.
Mitades en festín tras las cortinas,
en el cuerpo rotundo de los atavíos,
peñón recorrido desde las azoteas,
corazones recrudecidos
que nos salvan del augurio,
más allá de la esperanza, en Bogotá.
Migrantes en la tempestad
A André Cruchaga
Los migrantes del mar Mediterráneo
se comieron los miedos
de las altas mareas sin destino.
Los troncos desgarrados
en el olvido o el recuerdo.
Las ráfagas de la tempestad
debajo de la sombra,
la fuga incomprendida,
lejos de la sangre.
Agobiados por la desnudez
en la ternura de los viajes,
el inframundo
esgrime la persecución
contra los presagios,
alejándose, mudo,
en las heridas sin milagros
ni sollozos
de alguien que se digne recibirlos.
Las fatigas aumentan,
fluyen
en los cuerpos temblorosos,
ante el miedo y la angustia;
al inicio sin palabras,
por el comienzo sacudido
de la pregunta recurrente:
¿Por qué han venido aquí?
Noche de la claridad
El viaje en doble fila,
desgajado en el destino del incendio,
en otra noche de la claridad,
con los ojos abiertos
de la memoria, con la quemadura
en cualquier parte
de tu cuerpo, en la invención
de los vértigos del ahora,
después de la abominación
de los malvados.
La calle vuelve a juntar
todos los temores
en las andanzas,
la ilegible luz de la piedra
sobre las peñas.
Cuando gritan,
todo reverdece,
a pesar de la condena.
La herida se abre con el llanto;
se cierra
con la violación
detrás del sol
que nada oculta.
La muralla acumulada,
donde los latidos
pretendían solidarizarse,
sin aporofobia,
con la sobrevivencia
de los desplazamientos inmigrantes.
Recuerdo de los amaneceres
Tu pecho nunca será condena.
La lluvia como el recuerdo
de los amaneceres sin vos;
luna fresca
cuando se aleja el día,
antes de la oscuridad.
Descifrás las heridas
en el universo desigual
de las preguntas.
Me gustan los claveles
alrededor de tu cuerpo.
La llamada de tus latidos
antes de lanzarse al mar,
detrás de tu sed,
por alcanzarnos.
Tu pecho nunca será condena
para mi abrazo latinoamericano
en los límites de sus fronteras
también indignadas.
MIGUEL FAJARDO KOREA
(Costa Rica en 1956)
Licenciado en Español, Lingüística y Literatura.
Académico de Español y Literatura. Educador Emérito.
Vicepresidente del Centro Literario de Guanacaste, Costa Rica.
Ha editado 28 libros: Costa Rica, Rep. Dominicana, Panamá, Colombia, España y Chile.
Premios: Joven Creación, Alfonsina Storni, Jorge Volio, Omar Dengo, Nacional de Promoción y Difusión Cultural, Nacional de Educación Mauro Fernández y La Gran Nicoya.
Ha publicado 800 artículos (1976-2021) en medios nacionales, internacionales e Internet.
Mereció la tesis La poesía de Miguel Fajardo: contribuciones al estudio de la literatura en Guanacaste, de Marielos Novoa (1992).
Destaca su investigación, en coautoría, El acento corporal en Los elementos terrestres de Eunice Odio (Costa Rica, 2018; España, 2020).
Ha participado en conferencias, congresos y festivales literarios en Costa Rica, Nicaragua, Argentina, República Dominicana, Colombia y Chile.