JOSEFINA AGUILAR – 5 POEMAS
INTRODUCCIÓN
Por Matías Escalera Cordero
Fragmento la vida / para que los fragmentos me muestren / el espejo roto en el centro
del universo… Quizás sea esta la única forma de referirse a la poesía de Josefina
Aguilar; sí, eso y la imagen, la potencia de las imágenes sucediéndose con un sentido
íntimo bien lógico –a pesar de lo que a primera lectura pueda parecer– que crea la
atmósfera apropiada y necesaria de cada poema. Eso también, el lógico torrente de las
imágenes desplegándose, hasta alcanzar el centro mismo de lo expresado, sin el error de
lo innecesario, de modo simple y exacto, que es lo más difícil siempre. El fragmento, la
imagen por sí misma, exigen la perfección de lo estrictamente necesario, la limpidez de
los cuerpos desnudos, para sumar.
BAJO el peso de las almendras rotas
te enseñaré a vivir.
Bajo el peso de la canción judía
toma la piedra y rompe.
La cáscara espera con su fiebre de mano
toda la estación que cubre de frío el cielo.
En Múnich duermen a la intemperie
con un fusil de bruma sobre el disparo de abejas.
El águila hace el amor con las vendas,
las descubre tu rostro como baño de trigo.
Fue cortado el pan que olvidamos
en la parte de atrás del día que nos sigue.
Te enseñaré a vivir
manteniendo el vuelo en la boca.
Durante la noche solo vuelan los pájaros sin lengua.
Con las picaduras de cáliz contaremos montañas.
Las cimas se resisten a ser una.
La vida es eso que colma el vaso y se derrama,
eso que se derrama y no bebes.
Pasa tu lengua,
estamos aprendiendo a vivir después de la transparencia.
Sujetamos eso claro que habla.
El hueco que la oscuridad deja
detrás del ojo estás tú cavando el mundo.
Veo todas las hormigas del mundo dispersas en el cielo.
La lluvia sabe todo de mí,
yo desconozco que la lluvia es un animal
que pasa por mi cuerpo una vez en la vida.
El puente en su mitad se pregunta por ti
para seguir extendiéndose hacia su término.
El otro lado eres tú llamando al puente y que el amado cruce.
Todo el tiempo del mundo se para a mirar
al escarabajo de fiebre que no sabe que fuera del tiempo
su existencia es tan descalza
como la distancia de verlo inmensamente
en la gravedad,
sucediendo.
A dios le produce terror lo pequeño.
Las patitas de los insectos frotándose
están fuera del Génesis.
FRAGMENTO la vida
para que los fragmentos me muestren
el espejo roto en el centro del universo.
Las camisas de Tony Manero flotan en mi camino a casa.
El tacto de los Bee Gees envuelve al mundo
y el mundo no agradece la sombra de la música.
Veo a Tony Manero
en el tacto de una jirafa con su cuello húmedo
de alcanzar lo que nadie quiere alcanzar.
Después de Tony Manero los cuellos de las jirafas
son el camino al bosque del cielo.
Cuando Cristo habló a tu mejilla
se refería a tu ojo.
Cristo confunde los órganos del cuerpo.
Escribir es contar una a una las ovejas,
aquella que falta es la primera,
donde la ciudad se ve a lo lejos cuando entras.
La oveja cien es resistente a la lluvia.
Sigue mirando el mundo por su hebra de ojo,
inmutable se sabe sangre de Cristo y no le importa.
Desciende la ladera hasta el final de los tiempos.
Inmutable parece oírte
cuando la llamas después de perder lo que contabas.
Tony Manero lleva una ventana en su cadera.
Voy a amarlo sin arrancar una flor,
aguantándome las ganas de ser su mudanza de barrio,
su figurita dada a los latinos que ganaron.
Busco la pureza del peine que pasó por su roca de inocencia.
SE llama septiembre el color del vinagre.
El color del vinagre es una vid
con la ira de ser temprano el alba.
Pasa de largo la vejez de las cosas.
Todas las cosas son viejas al nacer.
Siente frío la piedra y no dice nada.
Siente frío el jabón.
Llevábamos unos gramos de ti listos para quemar.
Cuando vas al cine y abrazan a las madres
la madre eres tú después del cine.
Te gusta entrar al corazón de las piedras,
ellas laten a través del agua que despierta el centro.
Sólo el agua quieta se deja mover.
El verano tuerce su dolor en tu baño.
Descalzo restas cuerpos.
Desnudo los sumas.
Tus sandalias se dejan arrastrar en el río
EL ratón gira sobre sí mismo y se hace ratón.
El hombre gira sobre el ratón y se hace ratón.
Se esconde el bosque detrás del ciervo
el ciervo detrás ti
tú te escondes delante de todo.
Ciervo y bosque, tu máscara de piedra.
Es imposible ser otro mientras somos otro.
Josefina Aguilar (Almería. España. 1971) es poeta y Licenciada en Comunicación por la Universidad de Sevilla, y profesora actualmente de Imagen y Sonido. Ha publicado Overbooking en el Paraíso en Ultramarina Editorial (2016 / 2021) y en 2018 Agni Inga Gani en la Editorial Ars Poetica. En 2022 publica Papá, Hiroshima no me deja dormir en la editorial RIL y Fantasmas de la Atlántida en la editorial Amargord. En este mismo año, ha sido invitada representando a España en el Encuentro hispano luso de poesía. Sus poemas se encuentran publicados en revistas impresas como Estación Poesía de la Universidad de Sevilla, New Poetry, AEREA de Poesía Hipanoamericana y en revistas digitales como Oculta lit, Tinta china, La libélula vaga o New York Poetry. Algunas reseñas a sus libros las encontramos en Estación Poesía y en Fundación 1 de mayo, Revista de Estudios y Cultura. Forma parte de la Enciclopedia Hablemos, escritoras, Austin, Texas (EEUU).