Casa Bukowski

Multiplataforma Internacional de Literatura, Cine, y Artes

AÑO 4 - 2023

Cine boliviano: la superación de los viejos clichés en el siglo XXI

 

El cine iberoamericano del siglo XXI y por su pertenencia el boliviano, tiene influencias narrativas recibidas de forma habitual del cine realizado en el siglo XX. Todo aquello que visualmente ronde las barreras de lo imperfecto a niveles técnicos es solventado por la aportación talentosa de sus realizadores junto a las nuevas temáticas acontecidas.

La pretendida revolución ante la dominación de un grupo de blancos frente a una mayoría indígena es plasmada en el cine por los realizadores con los parajes del Altiplano y el asentamiento en las laderas de las ciudades. Un cine este que ofrecía con anterioridad lo que el país más contiene, por un lado, desigualdad social, por el otro sus raíces culturales, aparece con un intento de desplazamiento del pueblo como tema genérico, Quinuera (2014) de Ariel Soto,  pequeño resquicio de vuelta a las raíces aunque solo temporalmente en un intento de conciliación tanto física como espiritual, los individuos solo van a entender el sentido de sus vidas si retornan al espacio que les vio nacer, de ahí la circularidad de las historias, creencias y forma comunitaria de entender el mundo, es su verdadero cosmos. Las imágenes del individuo como sujeto y la intimidad que lo rodea, recreada en el cortometraje Nueva vida (2015) de Kiro Russo son buen ejemplo, reflejo de la maternidad a través de una ventana, una incursión inicial de este magnífico cine que hace el director en la actualidad, inquietante y con futuro. Los entornos se reducen se hacen pequeños, Nana (2016) Luciana Decker, recrea el mundo de su nana y de la familia de esta. La pobreza y la injusticia pasan a ofrecérsenos de manera concreta El corral y el viento (2014) Miguel Hilari, una puesta en escena de las raíces con todo el respeto y cariño por el lugar que vio nacer a su padre. La recreación de un reducto de su ciudad, su barrio, su casa, su habitación toma el relevo a las historias de los directores del siglo XX. Importante no olvidar los trabajos de Jorge Sanjinés, maestro del cine boliviano a quien le deben mucho los directores del momento. Durante este siglo XXI ha realizado aportaciones como Insurgentes (2012).

Con una hibridación clara y resuelta entre la ficción y el documental las historias se nutren del paisaje y paisanaje de la calle, Viejo calavera (2016) de Kiro Russo es un ejemplo de utilización de nuevos lenguajes cinematográficos, arriesgados e incisivos, detallistas y sugerentes, con un resultado estupendo a nivel estético y de denuncia social. Esas fronteras cada vez en menos medida marcadas entre los géneros imprimen a las historias muchísimos datos de situación que con la ficción son más complicados de captar en detalle. El olor de tu ausencia (2013) Eddy Vásquez, una de las mejores películas que se han realizado hasta la fecha durante estas dos décadas en el país, es un trabajo donde se aprecia con detalle lo anteriormente aludido. Los signos donde puntualiza su historia que el director nos ofrece a través de esta narrativa hibridada enriquecen lejos de complejizar la narración.

La búsqueda de una autoría inconfundible está presente de manera sellada en la mayoría de los trabajos y resulta fácilmente reconocible al director o la directora por sus maneras no solo a nivel narrativo, también a nivel estético y en sus planteamientos técnicos como arrojan los trabajos de: Sanjinés, Valdivia, Russo, Boulocq, Bellot…

Las temáticas cada vez más fruto de la apertura y del desplazamiento del objeto al sujeto tienen contenidos de carácter social, político, antropológico, ideológico, mental, religioso etc. En Lo más bonito y mis mejores años (2005) de Martín Boulocq vemos con un riguroso saber hacer -a pesar de la juventud del director- como las vidas íntimas de los protagonistas brotan, salen de dentro de sus cabezas y se exponen ante la cámara.

 La tradición latina esperpéntica que debe su ser al autor de teatro español Ramon María del Valle Inclán quien caracterizo sus obras en la realidad caricaturizada, se traduce en el cine boliviano como crítica constructiva de la sociedad, la mentalidad, la política… ¿Quién mato a la llamita blanca? (2016) Rodrigo Bellot nos lo muestra de manera desenfadada e indolente con una carga de simpatía y a la vez un poso acido.

El intento de excluir por el discurso neoliberal la dualidad urbano-rural ese clásico debate de civilización-barbarie vuelve a resurgir presentando paisajes, sociedades, culturas y etnias, Yvy Maraey: Tierra sin mal (2013) Juan Carlos Valdivia es un ejemplo de medios económicos, manejo de la técnica al servicio de una idea no compartida con seguridad por todos los colectivos, pero sin duda un trabajo interesante.

La fabulación en torno a las identidades que se inventaron con anterioridad donde lo civilizado era asociado a lo europeo, la raza blanca y lo urbano hace sitio a quienes verdaderamente representan a la mayoría, las personas asentadas en territorio rural, los indígenas y todas las etnias, el artificio deja paso a la realidad que es interpretada por los propios paisanos que la pueblan. El siglo XXI más que nunca intenta adecuar correctamente la identidad cultural frente a los inventos. Dos películas que ejemplifican con realismo y dureza lo anteriormente aludido son Ciudadela (2011) de Diego Mondaca, en esta los niños se muestran en su profunda soledad, pobreza y droga, con su cámara recorre la cárcel y toma como referente un pequeño niño de no más de 4 años anfitrión de este recorrido. Otro trabajo que recrea los ambientes carcelarios y el olvido estructural y sanitario de los mismos es el documental de Álvaro Olmos, San Antonio (2011).

Como contrapunto del mundo infantil, en El corral y el viento (2014) de Miguel Hilari los niños harán las delicias del espectador a través del recitado exagerado en gestos y movimientos junto a la denuncia impostada de varios poemas reivindicando sus raíces indígenas.

Historias de viajes, Wiñay (2019) Álvaro Olmos y padres ausentes Lo más bonito y mis mejores años (2005) Martín Boulocq, se abren a un mundo exterior y al interior de sí mismos. El rio (2018) Juan Pablo Richter nos muestra el cariz de un viaje que va a ser reivindicativo con potencial humano, económico y ecológico.

La religiosidad en el cine boliviano lo impregna casi todo, asimilan a sus creencias lo que la colonización les obligo a aceptar, dioses y santos cristianos El olor de tu ausencia (2013) Eddy Vásquez, un padre incapaz de vivir con su escasa economía al cargo de un hijo que abandona su vida a las drogas y al movimiento punki. Insurgentes (2012) Jorge Sanjinés, un recorrido por la historia de Bolivia a través de sus guerras.

Las películas nos ofrecen unas temáticas profundas, exhaustivas, complejas y transversales, fantasía y realidad confluyen. En ocasiones la historia se reinterpreta a partir de algunos familiares de los genocidas como es el caso del documental Algo quema (2018) Mauricio Ovando, nieto del salvaje dictador de modales suaves y delicados que vivió en la época del asesinato del Che Guevara.

 

 

Cines que plasman un paisaje lleno de imaginación y simbolismo. Los primeros planos muestran la invisibilidad deteniéndose en planos de detalle en su gestualidad intertextual. Incorporan el arte de la elipsis -saltos en el tiempo y espacio- no se pierde la continuidad, aunque se eliminen pasos intermedios. El espacio que está dedicado a la clase burguesa es el interior de la casa en contraposición al que ocupa el indígena, el exterior. Esta representación queda mostrada con absoluta maestría y dedicación en una de las grandes películas que ha ofrecido el cine boliviano del siglo XXI, Zona Sur (2011) dirigida por Juan Carlos Valdivia. La forzosa y obligada convivencia igualitaria entre la madre protagonista, que se aferra a los privilegios que le consiguió el dinero, ahora se ve avocada a vender su fabulosa casa a una indígena aymara que paga con una maleta llena de miles de dólares, ante los hechos finaliza mostrándonos en amor y compaña a los sirvientes sentados juntos a la mesa Wilson y Marcelina. Escenas donde vemos a Wilson, el mayordomo fiel utilizando el baño de la señora y sus cremas. Una vuelta de tuerca ante reproches de sus propios hijos que no quieren vivir ni ser como sus padres.

El puente de unión que algunos directores noveles tienen con los directores clásicos es el retorno que se muestra en algunas películas con la vuelta de los migrados a sus orígenes, pero todo ello tratado desde un lenguaje nuevo. Los muros de Valdivia y Mondaca; el puente que cae de Boulocq, o el rescate de un cadáver en los márgenes de una isla ocupada por los indígenas y sus costumbres con los difuntos de Carlos Piñeiro, Sirena (2019), junto a los personajes apoyados en los cristales que le impiden la salida de su situación de Juan Carlos Valdivia en Zona Sur (2011) a modo de aquellos que aporto Luis Buñuel en su película El ángel exterminador (1962) denuncia la incapacidad de caminar de los personajes ante un futuro pleno de incertidumbres. Sería oportuno mencionar a Marcos Loayza y su película Averno (2018), lugar imaginario donde los vivos y los muertos conviven y a Denisse Arancibia con Las malcogidas (2017) donde en tono de comedia, pero con altas dosis de denuncia recrea las luchas de los diferentes a ojos sociales en un tono divertido y dramático.

Como punto final, mencionar la película de Kiro Russo, El gran movimiento (2021), un recorrido inquietante por el mundo de los bolivianos y sus maneras de ganarse el sustento que tiene por protagonista la ciudad corporeizada en sus imágenes y el latido de lo profundo del pueblo representado por los mineros. Imágenes arriesgadas y novedosas que llenan al espectador de intriga y curiosidad. Una película esta que dice mucho de Bolivia y de su director, sin querer caer en el halago fácil, me atrevo a decir que muy lograda y consistente en su propuesta no carente de subjetividades y aciertos.

 

_______________________________________________________

 

 

Charo García Diego (Salamanca 1961, España) es Pedagoga, Socióloga y Psicóloga Social. Organizadora, coordinadora y difusora en los medios de comunicación de actividades culturales desde 1990 en España. Ya en sus inicios universitarios, estudia, investiga y escribe crítica de cine. Sus intereses giran en torno a la difusión de culturas transversales, multipluridisciplinares y versátiles que aporten enriquecimiento formativo a las nuevas generaciones.

En la actualidad, publicó el libro “Cine Centroamericano y Caribeño Siglo XXI”, Editorial Extravertida (Madrid, 2021). Además junto a Casa Bukowski Internacional, produjo una Muestra de Cine Centroamericano y Caribeño Siglo XXI. Se encuentra recorriendo varias ciudades españolas y foráneas en su difusión.

Colaboradora habitual en la revista digital LADOBERLIN, Materialextra.com y casabukowski.com

 

 

Comentarios

Suscribir
Notificar de
guest
1 Comment
Más antiguo
Más nuevo Más votado
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
Hernan
Hernan
2 años hace

Donde se puede ver la pelicula o descargarla ?

Casa Bukowski
Abrir chat
1
Comunícate con Casa Bukowski
Casa Bukowkski
Hola, ¿Tienes algún comentario o sugerencia?