Crítica de «Cachada» de Marlen Viñayo
“Empieza a sentir, y siente
La vida como una guerra,
Y a dar fatigosamente
En los huesos de la tierra.”
Miguel Hernández
Cachada significa: oportunidad única que no se puede escapar.
La directora de origen español Marlen Viñayo centra su atención en un grupo de vendedoras ambulantes salvadoreñas y realiza una película documental donde el teatro sirve para mejorar la autoestima de las mismas y descubrirnos como dentro de cada ser humano habita un actor potencial que si se le deja suelto suele ser providencial. Esto no se estudia en las academias de cine. La exposición de las vidas propias a través de la representación teatral y por ende grabadas por la cámara de Viñayo resultan sobrecogedoras. Cuando la directora decide armar un guion con las vivencias de estas mujeres heridas en lo mas profundo de su ser sabe que la tarea no va a ser fácil.
Historias que se mueven por el transcurrir de las vidas de mujeres, hoy adultas ya, que han sido violadas, torturadas y embarazadas con apenas 13 años. Mujeres que pierden el control cuando sus hijos pasan hambre y no tienen con que alimentarlos. Hay casos en que reaccionan llorando de impotencia, en otros mucho más duros pegándoles del nerviosismo añadido a la imposibilidad de corresponderles. El paso de los minutos a través del documental nos muestra la escenificación de vivencias de una cotidianidad durísima de aceptar y vivir. Dolor extenuante y triste, muy triste el que sufren las madres devenidas en el papel de actrices en “primera línea de fuego” que tratan de superar sus traumas y de edificar nuevas vidas para sus hijos.
La miseria y el agotamiento en el que se sufre el dolor no deja recuerdos para una imagen amable de sus madres en la infancia. Estas han soportado un dolor al servicio de la falta de recursos, de formación académica, de protección social y de ternura. El fantasma del abuso sexual en el entorno familiar las ataca sin remisión, la culpabilidad del rechazo de la maternidad. En algún caso hay consuelo en la petición a Dios junto a los rezos invocando protección para que sus hijos no sean agredidos en el camino al colegio. Tantas lagrimas por derramar, tantas caricias por sentir y tanto cariño por recibir lo operan la magia de la terapia comunitaria que tantísimo bien les ha hecho.
Y para que tengamos momentos de distensión, la habilidad de la directora nos regala secuencias donde las vemos reír con todas sus fuerzas, y se lo agradecemos infinito. Ese romper los círculos de violencia con sus hijos se sueña y se consigue al entrar en sus conflictos afectivos logran superar las situaciones toxicas transformándolas en situaciones edificantes. No es fácil, no todas vivirán el proceso con la misma comodidad, hay casos que manifiestan su incomodidad y en otros se agradece el liberarse de la angustia.
Podría dar por concluidas mis palabras aludiendo a los miedos que albergan las mujeres salvadoreñas y centroamericanas ante la negativa de elegir el nacimiento de sus bebés cuando lo deseen y juzguen conveniente dado que ello no está permitido y en muchas ocasiones las tiene cumpliendo cárcel durante 30 años criminalizadas sin piedad.
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Charo García Diego (Salamanca 1961, España) es Pedagoga, Socióloga y Psicóloga Social. Organizadora, coordinadora y difusora en los medios de comunicación de actividades culturales desde 1990 en España. Ya en sus inicios universitarios, estudia, investiga y escribe crítica de cine. Sus intereses giran en torno a la difusión de culturas transversales, multipluridisciplinares y versátiles que aporten enriquecimiento formativo a las nuevas generaciones.
En la actualidad, coordina el libro “Cine Centroamericano y Caribeño Siglo XXI” editorial extravertida que verá la luz en septiembre 2021 junto a una Muestra de Cine Centroamericano y Caribeño Siglo XXI, que recorrerá varias ciudades españolas y foráneas.
Colaboradora habitual en la revista digital LADOBERLIN y Materialextra.com
