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AÑO 4 - 2023

LEOPOLDO MARÍA PANERO – GLOSA A UN EPITAFIO

¡Compartir!

A Francisco

Suave como el peligro atravesaste un día
con tu mano imposible la frágil medianoche
y tu mano valía mi vida, y muchas vidas
y tus labios casi mudos decían lo que era el pensamiento.
Pasé una noche a ti pegado como a un árbol de vida
porque eras suave como el peligro,
como el peligro de vivir de nuevo.

«Last night together» 1980

Canción para una discoteca

No tenemos fe
al otro lado de esta vida
sólo espera el rock and roll
lo dice la calavera que hay entre mis manos
baila, baila el rock and roll
para el rock el tiempo y la vida son una miseria
el alcohol y el haschisch no dicen nada de la vida
sexo, drogas y rock and roll
el sol no brilla por el hombre,
lo mismo que el sexo y las drogas;
la muerte es la cuna del rock and roll.
Baila hasta que la muerte te llame
y diga suavemente entra
entra en el reino del rock and roll.

[«Poesía» 1970 – 1985]

Glosa a un epitafio

(carta al padre)

                                 «And fish to catch regeneration»
Samuel Butler, Pescador de muertos.

Solos tú y yo, e irremediablemente
unidos por la muerte: torturados aún por
fantasmas que dejamos con torpeza
arañarnos el cuerpo y luchar por los despojos
del sudario, pero ambos muertos, y seguros
de nuestra muerte; dejando al espectro proseguir en vano
con el turbio negocio de los datos: mudo,
el cuerpo, ese impostor en el retrato, y los dos siguiendo
ese otro juego del alma que ya a nada responde,
que lucha con su sombra en el espejo-solos,
caídos frente a él y viendo
detrás del cristal la vida como lluvia, tras del cristal
asombrados
por los demás, por aquellos-Vous etes combien? que nos
sobreviven
y dicen conocernos, y nos llaman
por nuestro nombre grotesco, ¡ah el sórdido, el
viscoso templo de lo humano!
                      Y sin embargo
solos los dos, y unidos por el frío
que apenas roza brillante envoltura
solos los dos en esta pausa
eterna del tiempo que nada sabe ni quiere, pero dura
como la piedra, solos los dos, y amándonos
sobre el lecho de la pausa, como se aman
                                         los muertos
«amó», dijiste, autorizado por la muerte
porque sabías de ti como de una tercera persona
bebió dijiste, porque Dios estaba (Pound dixit)
en tu vaso de whiski
amo bebió, dijiste, pero ahora espera
¿espera? y en efecto la resurrección
desde un cristal inválido te avisa
que con armas nuestra muerte florece
                                     para ti que sólo
sabías de la muerte. Aquí
¿debajo o por encima?
          de esta piedra
tú que doraste la sobrenatural dureza y el
dolor sobrenatural de los edificios desnudos
                                         ¿en qué perspectiva
-dime- acoger la muerte?
               en la mesa de disección
tú que danzaste
enloquecido en la plaza desierta
tropezando
hiriéndote las manos en el trapecio del silencio
en pie contra las hojas muertas que
se adherían a tu cuerpo, y contra la hiedra que tapaba
obsesivamente tu boca hinchada de borracho,
                                               danzas, danzaste
sin espacio, caído, pero
no quiero errar en la mitología
de ese nombre del padre que a todos nos falta,
porque somos tan sólo hermanos de una invasión de lo imposible
y tus pasos repiten el eco de los míos en un largo
corredor donde
retrocedo infatigable, sin
jamás moverme
¡ah los hermanos, los hermanos invisibles
que florecen,
en el Terror! ¡Ah los hermanos, los hermanos que se defienden
inútilmente de la luz del mundo con las manos,
que se guardan del mundo por el Miedo, y cultivan en la
sombra
de su huerto nefasto la amenaza de lo eterno, en
el ruin mundo de los vivos! ¡Ah los hermanos,
                                                  Y el ave,
el ave que vuela sobre el mundo en llamas, diciendo sólo
a los mortales que se agitan debajo, diciendo
sólo: ABISMO, ABISMO!
               Abismo, sí, tibia guarida
de nuestro amor de hermanos, padre.
                                    ¡Pero tan solos!
¡Tan solos! Fantasmas que hace visible la hiedra
-como hiedramerlín como niñadecabezacortada como
mujermurciélago la niña que ya es árbol-
                                        crecen hojas
en la foto, y un florecer te arranca
de los labios caníbales de nuestra madre Muerte, madre
de nuestro rezo
florecen los muertos florecen
unidos acaso por el sudor helado
muerto de muchas cabezas hambrientas de los vivos
te esperamos ave, ave nacida
de la cabeza que explotó al crepúsculo
ave dibujada en la piedra y llena
de lo posible de la dulzura, de su sabor
ajeno que es más que la vida, de su crueldad
que es más que la vida
           ¡ira
de la piedra, ira que a la realidad insulta,
                                         que apalea
a la cabaña torpe de la mentira con verbos
que no son, resplandecen, ira
suprema de lo mudo!
       (te esperamos
en la delgada orilla de lo que cae, en el prado
nocturno que atraviesan lentos
los elefantes
percibís el frío
                la
                conspiración de las algas,
                gelatina, escamas, mano
que sobresale de la tumba
manos que surgen de la tierra como tallos
surcos arados por la muerte,
cabezas de ahorcados que echan flor:
       decapitados que dialogan
a la luz decreciente de las velas,
        ¡oh quién nos traerá la rima
la música, el sonido que rompa la campana
de la asfixia, y el cristal borroso
de lo posible, la música del beso!
       De ese beso, final, padre, en
que
desaparezcan
de un soplo nuestras sombras, para
asidos de ese metro imposible y feroz, quedarnos
a salvo de los hombres para siempre,
solos yo y tú mi amada

[«Teoría» 1973]

La canción del indio Crow

Qué larga es la ribera de la noche,
qué larga es.
No hay animales ya ni estrellas
y el matorral de los recuerdos
la vida es una línea recta,
qué larga es la ribera de la noche
qué larga es.
El mar, al lado, tan oscuro
ya ni la luna quiere verme
y allá en el pozo sepultada
la miel aquella de esos labios
que de algo como amor me hablaron,
luego en silencio se quedaron:
qué larga es la ribera de la noche,
qué larga es.
Flotan cabellos en el agua
de una mujer que no existió
y en la cabeza hay unas letras
la A, la V más dos Os:
qué larga es la ribera de la noche
qué larga es.
Tal vez sea un oso lo que anda
con una pierna y luego otra,
las huellas son como de oso,
no de yo.
Qué larga es la ribera de la noche,
qué larga es.
No se terminará nunca la playa
con esa sombra que recorre
ese desierto tal un péndulo:
qué larga es la ribera de la noche,
qué larga es.
Cómo saber si ya estoy muerto
o si aún vivo como dicen
si allá en la playa sólo hay playa
atrás, delante sólo hay playa
cómo saber si yo soy indio
si yo soy Crow o yo soy Cuervo,
si ni la Luna quiere verme
y Padre Sol nunca aparece:
qué larga es la ribera de la noche,
qué larga es.
No es que esté solo, es que no existo
es que no hay nadie en esta playa
y ya ni yo aun me acompaño
son estos ojos cual dos cuevas
y en mi cabeza sopla el viento:
será la muerte como un vino?
habrá mujeres en la tumba?
Qué larga es la ribera de la noche,
qué larga es.

[De El que no ve]

Necrofilia

(prosa)

El acto del amor es lo más parecido
a un asesinato.
En la cama, en su terror gozoso, se trata de borrar
el alma del que está,
hombre o mujer,
debajo.
Por eso no miramos.
Eyacular es ensuciar el cuerpo
y penetrar es humillar con la
verga la
erección de otro yo.
Borrar o ser borrados, tando da, pero
en un instante, irse
dejarlo
una vez más
entre sus labios.

[«Poesía» 1970 – 1985]

BIOGRAFÍA

Leopoldo María Panero nació en Madrid el 16 de junio 1948. Hijo de Leopoldo Panero, sobrino de Juan Panero y hermano de Juan Luis Panero, todos ellos poetas de sugerente voz. Fue incluido muy joven en la que acabó siendo la legendaria antología de José María Castellet «Nueve novísimos poetas españoles» (Barral, 1970).  En 1976 Jaime Chavarri inició el rodaje de lo que tenía que ser un reportaje sobre el padre: Leopoldo Panero, el material se conviertió en la película “El desencanto” que acabó siendo un símbolo tanto de la familia como de la época y una película de culto para toda una generación. En “El desencanto” la madre, paradójicamente llamada Felicidad, y dos de sus hijos, retratan a través de sus recuerdos al poeta, siempre ausente, mientras que en la segunda Leopoldo María, el hijo, se convierte en el eje central del film. El Desencanto fue además la última película mutilada por la censura cinematográfica en España y una de las obras de Chávarri más reconocidas por la crítica. Ya en 1994 llegaría Después de tantos años, película en la que Ricardo Franco retomaba la labor de retratista emprendida por Jaime Chávarri dos décadas antes.

Leopoldo María Panero estudió Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid y Filología Francesa en la Universidad Central de Barcelona.  Ejerció una militancia antifranquista que lo llevó a pasar su primera estancia en prisión. Como casi toda su generación, se adentró en el mundo de las drogas, desde el alcohol hasta la heroína, a la que dedicaría una impresionante colección de poemas en 1992. En los años 70 fue ingresado por primera vez en un psiquiátrico. Las repetidas reclusiones no le impidieron desarrollar una copiosa producción no sólo como poeta, sino también como traductor, ensayista e incluso narrador. A finales de la década de los 80, cuando por fin su obra alcanzó el aplauso de la crítica entendida, se decidió a ingresarse permanentemente en el psiquiátrico de Mondragón. Casi diez años después se estableció, por propia voluntad, en la Unidad Psiquiátrica de Las Palmas de Gran Canaria. Murió el 5 de marzo de 2014.

La obra de Panero posee una profundidad lírica inaudita, lacerante, explosiva. Nos salva al tiempo que nos condena y literatura, y vivir para contarlo. Leopoldo María Panero no sólo es el único poeta maldito de nuestro panorama literario, sino también el transgresor por antonomasia de nuestras letras y uno de los mejores poetas de su generación.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

Poesía:

Por el camino de Swan (1968)

Así se fundó Carnaby Street (Ocnos, 1970).

Teoría (Lumen, 1973)

Narciso en el acorde último de las flautas (1979)

Last River Together (1980)

El que no ve (1980)

Dioscuros (1982)

El último hombre (1984)

Antología (1985)

Poesía 1970–1985 (1986)

Contra España y otros poema de no amor (1990)

Agujero llamado Nevermore (Selección poética, 1968–1992) (1992)

Heroína y otros poemas (1992)

Piedra negra o del temblar (1992)

Orfebre (1994)

Tensó (1996).

El tarot del inconsciente anónimo (1997)

Guarida de un animal que no existe (1998)

Abismo (1999)

Teoría lautreamontiana del plagio (1999)

Poemas del manicomio de Mondragón (1987)

Suplicio en la cruz de la boca (2000)

Teoría del miedo (2000)

Poesía completa (1970–2000) (2001)

Águila contra el hombre: poemas para un suicidamiento (2001)

Me amarás cuando esté muerto (2001).

¿Quién soy yo?: apuntes para una poesía sin autor (2002).

Buena nueva del desastre (2002)

Poemas del manicomio del Dr. Rafael Inglot (2002)

Conversación (2003).

Esquizofrénicas o la balada de la lámpara azul (2004)

Erección del labio sobre la página (2004)

Danza de la muerte (2004)

CD-Libro Moviedisco (2004)

Poemas de la locura seguido por El hombre elefante (2005)

Presentación del superhombre (2005)

Visión (2006)

Outsider, un arte interior (2007)

Páginas de excremento o dolor sin dolor (2008)

Sombra (2008)

Escribir como escupir (2008)

«Conjuros contra la vida» (2008)

Voces en el desierto (2008)

Esphera (2009)

Tango (2009)

La tempesta di mare (2009)

Reflexión (2010)

Locos de altar (2010)

La flor en llamas (2011)

Traducciones / Perversiones  (2011)

Territorio del miedo / Territoire de la peur  (2011)

Cantos del frío (2011).

Poesía completa. 2000-2010 (2013).

Narrativa

Su obra narrativa incluye:

El lugar del hijo (1976)

Dos relatos y una perversión (1984)

Y la luz no es nuestra (1993)

Palabras de un asesino (1999)

Los héroes inútiles (2005)

Papá, dame la mano que tengo miedo (2007)

Cuentos completos (2007)

 

Ensayos:

Mi cerebro es una rosa (1998)

Prueba de vida. Autobiografía de la muerte (2002)

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Juan miranda
Juan miranda
2 años hace

La guarida de un animal

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