EDUARDO GONZÁLEZ – TRISTEZA
Eduardo González. Medellín/Colombia (1967). Diseñador de vestuario escénico y poeta. Ganó en 2020 el Concurso de Cuento Corto del Museo Colonial de Bogotá. Recibió menciones de honor en los concursos: «Shincal de Quimivil a los Pueblos Originarios» y «Julio Argentino Aguirre»(Argentina), «Lone Star» (Texas-U.S.A), «Por Los Océanos» y «Deporte y Dictadura» (Uruguay). Su obra hace parte de las antologías «Poesía Contra la Dictadura», «Poetas por la Paz», «Vigilia Poética», «Poesía Anti-imperialista», «Prólogo y Epílogo», «Gran Simio», «Poetas en Domingo» y «La Diferencia de mi Desamor». Ha publicado los poemarios «Itinerario de la Sed (2020) y «Efímera Cura» (2022).
Salvador Zambrana Gutiérrez | 12/07/2023 | 17:00 | Managua
ALIANZA
Al paso de los días,
una pátina mohosa
lo empaña.
Inmóvil, yace en un estante
vetusto y polvoriento,
rodeado de viejos libros
que no serán leídos.
Telarañas,
suciedad,
polvo,
ocultan con sevicia
la dorada corteza
que lo viste.
Dorado como el heno,
como las ramas secas
de la torreya,
que tiñe de ocre
las praderas de Georgia,
como el coletazo
de luz
que Michael deja a su andar.
Con las horas,
de su lustre de otrora
nada queda:
una costra de hollín
asfixia sus últimos vestigios
de fulgor.
Esta atmósfera
de aire espeso y árido
que todo lo ensombrece,
todo lo oxida,
todo lo mancha,
todo lo apaga,
hizo de la prenda
un amorfo pedazo
de latón,
recordatorio cruel
de una boda
que no fue.
SERÁ UNA NOCHE
«..Por eso es que yo espero,
por eso es que yo sueño,
yo sé que a la distancia
bendices mi recuerdo…»,
recita, con voz quejumbrosa,
mi amiga Verónica Marchetti,
con ese sonido grisáceo y lacrimal
de un bandoneón agónico,
como el plomizo manto translúcido
que pende del cielo porteño.
Una y otra vez repite Verónica
los punzantes versos de Tinelli,
que en cada acorde duelen más,
que en cada nota más lastiman.
Verónica y sus sollozos,
suenan sin pausa:
en las mañanas sin sol,
en las tardes de lluvia ponzoñosa,
en las noches de negritud sofocante
y calles mudas.
Su queja incesante-quién lo creyera-
ha acompañado
y paliado mi agobio.
Frágil galeno
de aromada piel durazno
y bucles azafrán:
¿En la distancia, acaso,
bendices mi recuerdo?
SI ME LLAMAS
¿Cómo suena un teléfono
que esperó con ansias
la llamada soñada?
¿ Será festivo su timbre,
sanador su tono?
¿La anhelada tonada
clausurará el dolor?
Cuando el timbre
que te anuncie
colme el espacio
en que habita este luto,
en adelante, el aire,
¿me será benévolo?
Presagiando el fin
de esta tristeza honda,
cada nota del ansiado timbre
resonará como un trino,
ocupando el más recóndito
espacio
de esta guarida
en que albergo mi dolor
porque no llamas.
INSUFICIENTE
No fue suficiente
el decirte «te amo»
al despuntar el alba.
Bajo el sol canicular
del mediodía.
En las tardes melancólicas
de lluvia.
En la noches,
bajo la platinada luna
celestina.
¿Requerías acaso
dar fe rotunda
de mi amor más hondo,
si hubiese repetido
la indeleble frase
en cada exhalación
de mis pulmones,
cada palpitación,
cada respiro?
¿No fue suficiente
que jurara ser tu roca,
tu soporte,
tu lazarillo,
tu bastón,
tu aliento,
tu brújula,
tu guía,
tu nido,
tu guarida,
tu lecho,
tu refugio,
tu norte,
tu albergue,
tu guardián,
tu arrullo,
tu oasis,
tu amparo,
tu alimento….?
No fue suficiente.
TRISTEZA
La tristeza,
ese fardo a mis espaldas
con el peso del mundo.
Densa telaraña
que me ahoga.
Puñal filoso
que desgarra.
Marasmo.
Vaho quemante
y venenoso.
Ese golpe seco
que me tumba.
Hiel.
Óxido que corroe
mi ser.
Cómo arrancarla
de mis huesos?
Cómo amainar
sus estragos,
y que a mi boca
retorne risa?
Tendré que huir,
esconderme de mí
tras de mí.
Ser una masa informe.
No sentir.
Unos escapan del dolor
como se huye de un barco
que naufraga,
estallando plomo
en su cerebro,
O interrumpiendo el flujo
de su sangre,
con el corte certero
de su cuello.
Otros, de pavor temblando,
beben a sorbos
la cicuta.
No es mi deseo huir,
eludir el demonio
a que me enfrento.
No haré que mi hálito
se apague.
Respirar quiero
por más tiempo,
así la tristeza impregne
de sopor mis días.
Seguiré respirando,
nutriendo mis pulmones
de aire amargo.
Seguirá mi sangre,
lodo espeso,
recorriendo mi cuerpo,
mortecina sustancia
que te aguarda.