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AÑO 4 - 2023

JOHANN DE MEDINA – EL ASOMBROSO HOMBRE ARAÑA

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El asombroso hombre araña

Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.
— Benjamin Parker.

Peter Parker, tú lo sabes,
iba en tu espalda como víctima del tiempo,
nos perseguían Carnage y Venom,
el cuerno de Rhino,
el tentáculo de la ciudad,
del Doc Ock, de mis padres.

Sonaba de cerca el divorcio, la ruptura,
al filo de la sombra en mis manos
que buscaban escapar trepando muros,
disparando telarañas.

Quedamos sin cartucho, caímos.
Perdimos el poder, golpeamos el cuerpo
entre edificios, las torres gemelas,
mi padre y mi madre,
derrumbándose.

Peter Parker,
cuando me derrumbo pienso en ti.
Me pediste salvar al mundo
y lo estoy intentando.

Vencí al Duende verde, al Buitre,
resistí el impacto de un suburbano en mi espalda,
el fuego en el rostro, los golpes, las navajas.

Me balancee por la ciudad,
era el niño columpio entre barandales,
así le di forma a la urbe, a la vida,
con mi sentido arácnido
tejí rascacielos.

Escalé el Empire State, la Torre Latino,
vencí a los malos al salir de casa,
trepé, me disparé muy alto para salvar al mundo,
convertirme en el hombre araña.

Con la infancia en la garganta

Recuerdo jugar.
Hacerme pedazos las rodillas.
Rasparme los codos.
Volver lodo mis tenis.
Tirar un gol bajo la lluvia.
Llenar de mugre las uñas.
Hundir los dedos en una bolsa de papas,
barnizarme las yemas con salsa Valentina.
Manchar la camisa del colegio.
Decir no manches por primera vez.
Medir la circunferencia del planeta con las manos:
disparar una canica, fusilar un ejército de soldados.
Recuerdo abrir la llaga de mis rodillas a los siete años,
regresar a jugar PlayStation, comer sopa de fideos, milanesa,
después volver a la sala para hacer la tarea.
Encender la tele, sintonizar, ver Bob Esponja,
Dragon Ball Z, Malcom el de en medio.
Arrullarme con los infomerciales del canal 5,
despertar con ganas de reventar a picotazos el trompo de mis amigos.
Llevarme algunos tazos, devorar una jicaleta,
hacerme de moretones y vitorias todos los días,
ser feliz porque alguien al jugar me grita:
¡un dos tres por Johann!
Y en otra partida volver con la infancia en la garganta:
¡salvación por mí y por todos mis amigos!

Tootsie Pop

La muerte puede llegar tan joven,
este pulso late una sola vez cada segundo.
La sangre es un milagro, el aire…
¡Cómo ponerse a llorar teniendo esta carne,
tanto dulce por salivar bajo la lengua,
tanta vida por lamerse en los labios!
.
.
.
Yo escojo vivir,
comer una Tootsie Pop,
respirar, darme al cerezo
de una paleta en mi lengua
que me pone rojo
y me hace sonreír
al caminar.

Pulso de alto voltaje

Hay algo que tengo que hacer, lo sé,
antes de que se acabe el mundo.
Debo desterrar al silencio,
nombrar la certeza de la vida,
la iridisción de las centellas,
partículas de sangre atizando la piel,
bordando sus cruces delirantes debajo de los huesos,
en la partida de un eco que aún replica su adiós,
grietas del olvido, muecas al espejo de mi infancia,
atisbos de otra vida,
el último poema,
mi estertor.

Hay algo que tengo que hacer, lo sé muy bien,
antes de que se acabe el mundo,
antes de acabarme yo.

Fumar los últimos cigarros de la cajetilla,
encender a la noche con la palabra,
trizar una tras otra las arterias de mi puño.

Estoy tomando prestada la furia de alguien más,
la irreverencia de un cruce de miradas,
el bombardeo de una sinfonía mortuoria
que redobla en mi corazón su orquesta de ultramar.

Serán las señales de los tránsitos internos las que den paso a otra vida,
viajar hasta el fondo de una garganta latente que guarda su ardor para la mañana,
la salida del sol, el silbar de las olas, la combustión de las bestias,
un resquicio salvaje partiéndose al principio de las cosas,
desbordándose en mi boca, tocando la llaga de un muerto

que fueron los otros antes del ocaso incipiente del hoy.
El ayer, la carie de los parias, de la tierra infértil,
el hijo muerto de una madre
que se hace piedra en su vientre
y murmura:

no han dicho acaso los vivos que volverían por mí al día siguiente,
no han dicho acaso que están golpe a golpe tocando los féretros
hasta encontrarme u olvidarme.

No hay nada que hacer después de vomitar,
sólo tragarse la saliva, respirar hondo,
devorar al horizonte con los ojos
y despedirse.

Hay algo que tengo que hacer
antes de que se acaben las palabras.
Debo tomarme del principio y sacudir la lengua,
debo decir estas cosas,
afirmar a los otros:
yo no existí,
pero aquí estoy.

Hablando solo,
planeando de polo a polo
con los brazos extendidos,
desplegando los pulmones,
respirando los inviernos de mi vida
que son veinticinco o acaso más
electrodos que tensan mis extremos
y me disparan a los rieles del lenguaje,
al derrumbe de un acento citadino,
transformándome en pura electricidad.

Rosetta

— Para mi chica de Ipanema

Una jauría de ritmos nos espera,
un cruce de la ciudad, estar aquí.
En esta quietud de nosotros,
en esta soledad menos sola,
siento que podría comer de todos los panes,
echarme a nadar a una copa de lattes,
robarme contigo,
dibujarte en talavera,
llenarte de azúcar los labios,
untar con mantequilla a la noche,
enrollarme a jirones en tu vientre,
desmigajar al tiempo entre nosotros,
poner al horno mi corazón y dártelo,
servido al centro de todas mis esperanzas,
relleno de chocolate.

BIOGRAFÍA
Johann De Medina.
Poeta y cineasta. Seleccionado en la tercera edición de la antología de la Feria Internacional del Libro de la Ciudad de Nueva York con su poema “Añublo” (2021). Su primer poemario es Los purgatorios que me habitan (2022), publicado por editorial Textofilia. Publicó una colección de libros, “Cuentos que no son cuentos” (2017) con Lúdica editorial y Disruptiva ediciones, también en la antología de poesía Al pie de la tempestad (2020) con el Colegio de Escritores de Latinoamérica. Filmó el cortometraje A dormir (2018), seleccionado en el certamen internacional de España, 7 días 1 corto, y dirigió fotografía de El día de los muertos (2017), seleccionado por PROCINE.

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