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AÑO 4 - 2023

TIANANMEN – POR GEORGE REYES

LA LÍRICA DE IVO MALDONADO ROZA CON

 EL COMPROMISO SOCIAL, LA ANALOGÍA

Y LA NEOVANGUARDIA POÉTICA

 

Por: George Reyes*

No todas las verdades son para todos los oídos .U. Eco

“Un sencillo poeta que solo cuenta para sobrevivir con una descomunal certeza”. I.M.

 

Evidentemente, la poesía también es del interés principal de mi amigo personal Ivo Maldonado, gestor cultural chileno. En su poemario corto y reciente, Tiananmen (Concepción, Chile: Editorial Casa Bukowski, 2020), deja ver tanto ese interés como, más importante todavía, su maestría en el uso de la palabra bella, que lo revela, en mi opinión, como un poeta de los pocos en el panorama poético latinoamericano de la actualidad;  es que él sabe  equilibrar  la razón  tanto con la imaginación poética de ensoñación  como con el sentimiento, que, en la opinión de algunos, forman parte del conocimiento literario, incluso científico. Por eso, me ha parecido un poeta no solo de neovanguardia,[1] sino también, al igual que algunos célebres de la lírica que nos antecedieron, bastante analógico en su discurso lírico. Y esto merece el desafío que me propongo: analizar brevemente el arte que ostenta su discurso poético,[2] limitándome a aquel del poemario en mención que es el que más conozco hasta el momento.

  1. Una lírica sensible a la realidad, pero la poesía y la analogía es su motor

En ese flujo indefinible al cual Paz denomina poesía, con su capacidad de nombrar, el tiempo efímero se detiene en el lenguaje del poeta (Téllez Parra, 2009, p.87).  Maldonado lo ejemplifica en su poemario; él detiene, por ejemplo, imágenes, recuerdos y realidades por las que ha transitado y, quizás, transita todavía en el recuerdo; pensamos que la poesía no es imaginación pura ni discurso ensayístico ni otra cosa que nos permita explorar la tendencia ideología política y de otra índole del poeta. Ciertamente en los versos de Maldonado se atisba a un profeta y voz colectiva que ve, y una mirada que toca; profeta y voz que se enardece contra una cultura sorprendente: “La gran muralla y el esqueleto frenético”, como él mismo canta; y esto, como lo dijera su prologuista J.C. Mestre, con “desesperada ternura de los que aman…el humanismo que asume la responsabilidad de hacerse cargo y responsable de las necesidades de sus semejantes”. Además, es una cultura a la cual, al parecer, le gustaría deconstruir con la fuerza de su ironía: “No hay bomba atómica que destruya la primavera./El hombre ni con sus anteojos derrotó al relámpago”/…(“La invasión de los lobos”).

No obstante, su poesía —no poemas, al menos en este poemario— es ensueño lírico que invita al lector a adentrarse poéticamente, es decir, de manera oblicua, simbólica, metafórica, no solo a otra realidad alterna a la por él vivenciada, sino  también al conocimiento, al vértigo, las lágrimas y la afirmación de la vida; y convence al lector. Ese es el fin de la palabra bella, que la de Maldonado alcanza, con expresiones frecuentemente inéditas. En su primer poema “En el salón de los antepasados”, tal convite es perceptible:

¡No tengo sueños por despertar!

Mi piel es una botella lanzada al océano

Un enjambre de cosas por venir

¡No tengo sueños por despertar!

Mis pies son postales enviadas

a países en guerra…

Donde todo es piedad y cicatrices

En el interior de este, y otros poemas, la poesía vibra: por ejemplo, un río de imágenes/metáforas/símbolos/signos y la deliciosa musicalidad que al decir de Octavio Paz (1967) es algo más que medida métrica, es tiempo original; distingue al poema de otras formas literarias; y suscita un anhelar y disponibilidad de ánimo. Por eso, agregaríamos nosotros, acerca al poeta a la magia. Las circunstancias exteriores se develan frecuentemente adelgazadas y espontáneamente en los signos/metáforas (“Mis pies son postales enviadas…”); es decir, en ese río ancho de imaginación onírica y artística que se llama poesía, que oculta una doble intencionalidad: la literal (la cultura china), sobre la que se levanta una segunda implícita, que apunta a una situación análoga.[3]

De ahí que no nos engañemos. La lírica de Maldonado no es académica alguna, ni un discurso de compromiso socio-político en lenguaje coloquial; es un recorrido poético sensiblemente lírico, sonoro y elegíaco de murmullos agazapados y ensoñaciones tardadas, saliendo de su pecho izquierdo porque no le es bodega, en la que la expresión bella y rítmica es el motor de cada verso corto y libre del poemario.  En suma, en los versos de Maldonado, la realidad social del país visitante (y el flujo del tiempo que le gustaría detener y deconstruir), la poesía y la estética conviven en una dialéctica analógica donde no se funden los contrarios. De igual manera podríamos afirmar la existencia en el discurso poético de Maldonado una relación dialéctica que no se funden entre pensamiento y poesía, lenguaje directo y poesía, pues, como afirmaba correctamente Torres Fierro (2014, p. 19), Octavio Paz —uno de los poetas universales más analógicos— sostenía que ambos elementos conviven en casas separadas, pero contiguas;[4] según Torres Fierro (misma obra y página) para Paz hay siempre un pasadizo secreto entre ellas y los buenos poetas frecuentan el pensamiento y los grandes filósofos se alimentan de poesía. No obstante, como es propio de la analogía, en esta convivencia pesa un poco más lo lírico, lo onírico y, en suma, la estética y la expresión poética bella: la poesía como tal.[5] Es que Maldonado mismo (y todo poeta) pareciera darse cuenta que la literatura no es reductible a un espejo de la realidad social. El poeta es eso, poeta, no otra cosa, aunque pueda poseer conciencia social.

BARCO DE MÁRMOL

Dentro de mí vive una lágrima

Dentro de mí crece una melodía

Un océano de peces como botes antes de

la tormenta

Dentro de mí vive un planeta de

golondrinas

y boletos tachados

Dentro de mí crece un puente

atrapado a las telarañas de una Ciudad

Prohibida.

 

  1. Poesía que roza con la neovanguardia

La neovanguardia en la literatura es una genialidad verificada, no atribuida romántica o acríticamente (Jesús G. Maestro, 2018), ni por gentileza ni amistad ni por fines de establecer apresuradamente cánones cerradores de nómina de poetas; se la debe justificar en términos conceptuales y lógicos para que esta no resulte en un fraude (J. G. Maestro, 2018). Son los contenidos o ideas y artificios novedosos; los causes racionales inéditos; la forma de razonar inédita, a veces inquietantes para los estilos hegemónicos del pasado y del presente, que hacen que una obra sea genial.[6] Obviamente, aquí no hablamos de elementos que puedan hacernos pensar que una obra es genial, contextualizada o poética, como el tono subido del lenguaje, lo sexual y cosas por el estilo, que frecuentemente se intenta darles cohesión y legitimidad en pro de la libertad creativa. Aunque todo poeta intenciona comunicar algo, y parte de una realidad que ve en colores, aquí hablamos de arte literario confirmado, tanto en forma como en expresión, que resulta en una renovación del lenguaje y, por ende, de algún grado de madurez en poeticidad, que aporta mucho a la poética actual.

Aunque no podamos aquí deletrear como quisiéramos esa renovación ni, mucho menos, las técnicas en las que la materializa, podemos traer a colación lo que ya algo vimos como el uso intuitivo, y en diversos ángulos, de la analogía. Pero hemos de agregar a ello por lo menos algunas de las imágenes poéticas inusuales, no trilladas, usadas por Maldonado que nos arrastran a interactuar y a entrar al mundo que reverbera en cada poema, permitiéndonos así una experiencia estética.  Son ilustrativas las imágenes de los poemas “Academia Han Lin”, “Arco de honor”, “Adiós Pekín” y “Adiós Beijing, respectivamente:

“Una bala se estrelló en la cabeza del/mundo./…”.

 

“Eres una Pagoda de Aire/ Que alimenta mis aves de lluvia./Tu sangre es el puente de madera/…”.

 

“Pedazos de estrellas cayendo sobre mis brazos /Sinfonía de grillos habitando versos / El paraguas papel de arroz /…”.

“No hay necesidad de recordar el árbol que sueña con las ánimas /…”.

  1. En suma

Maldonado es un poeta de la cultura; como tal, roza con el compromiso social, pero, sobre todo, con la voz lírica neovanguardia y a la vez icónica y analógica del lenguaje. El embeleso es el placer estético que produce en el lector que poca expresión poética logra alcanzar; sin embargo, como dicen por ahí, todo poeta espera escribir su poesía perfecta e inexistente, porque tal privilegio le corresponde solo al Ingénito, creador de lo perfecto. Coincido con su prologuista Mestre cuando afirma que Maldonado   «ha deletreado un alfabeto inédito en nuestras letras, lejos de todo modismo y habitado por una fulgurante presencia de signos, de nuevas semánticas que amplían los horizontes significativos del porvenir». ¡Gracias por la poesía (no poemas) de este poemario, amigo mío del alma!

 

Referencia

 

Maestro, J. G. (2018). Teoría del genio: explicación y justificación de la genialidad en el arte y la literatura. Recuperado el 25 de febrero de 2022, de https://www.youtube.com/watch?v=Qd1sQNBmM4k&ab_channel=Jes%C3%BAsG.Maestro.

Paz, O. (1956). El arco y la lira. Recuperado el 22 de marzo de 2022, de https://redescolar.ilce.edu.mx/sitios/micrositios/19abril_aniver_luctuoso_octavio_paz/opar.pdf.

Téllez Parra, A. (2009). ¿Quién capta el tiempo que se desgarra algo permanente  y lo detiene en una palabra? En G. Prado G. y Andrés Téllez Parra (Eds.), Neohermenéutica. Ciudad de México: Universidad Iberoamericana.

Torres Fierro, D. (2014). Octavio Paz: palabras en espiral. México, D.F.: Secretaría de Educación Pública, 2014.

 

*Poeta; ensayista; crítico literario; editor; educador a nivel universitario ecuatoriano-mexicano; PhD.

[1] Obviamente, no me refiero aquí a nuestras vanguardias poéticas históricas del principios del siglo XX que surgieron en Europa y tenían una franca valoración y seguimiento de los programas que las vanguardias implantadas en ese período. Aunque hoy en Latinoamérica habría muchas tendencias que se postularían como “neovanguardistas”, me refiero concretamente a aquella que está en ruptura y continuidad con los cánones vanguardistas de los inicios del siglo XX anterior (dadaísmo, surrealismo, por ejemplo) y los de los años 60-80 de ese mismo siglo (antipoesía y poesía conversacional, por ejemplo), sin olvidar los cánones en cuanto a temáticas y expresiones poéticas del siglo XXI en curso. En el actual contexto de cambios culturales vertiginosos, pienso que uno de los grandes retos de la poesía es batirse en duelo crítico con cánones ontológicos sin mayor exquisitez poética y poder de la imagen poética, aunque el mundo, a nombre de la libertad creadora, se le venga encima; recordemos que todas las vanguardias han experimentado oposición al desafío que ellas representan.

[2] Consciente de que la poesía lírico-artística no es para es para aplicársele una hermenéutica —teoría, arte y ciencia de la interpretación de textos, incluso de los que van más allá de la palabra y el enunciado— con el fin de interpretar, comprender y explicar sus ideas, no pretendo explicar estas ideas que quedan en la mente de todo poeta, pues todo poeta comunica algo, aunque esta comprensión puede darse en alguna medida en el proceso de lectura; pero a ningún lector de una obra literaria, no se diga de una sagrada y autoritativa (las Escrituras inspiradas) le compete en todo caso entender el mensaje, pero no crearlo. Lo que pretendo realmente es ver la forma de la expresión poética artística del poemario que, a la par de la emoción y el sentimiento, consigue producir en el lector ese efecto poético o experiencia estética (vivencia sensorial) del mundo representado de la cual habla el pensador polaco Román Ingarden. Y esto es una actitud cognoscitiva  que me llevará, en suma, a preguntarme a grandes rasgos por la naturaleza de esta obra de arte.

[3] La analogía, incluso en poesía, y en síntesis, es un conocimiento intermedio entre otro totalitario: el univocista (interpretación clara y distinta) y el equivocista (interpretación oscura y confusa). La analogía tiene un margen de variabilidad que le impide reducirse a lo unívoco, pero también le impide dispersarse en lo equívoco.

[4] Aquí deberíamos incluir otra dialéctica más: la existente entre razón/inteligencia, imaginación e incluso sentimiento. Conforme a la dialéctica analógica, estos elementos tampoco llegan a una solución de sus contrarios en una síntesis nueva y superadora, puesto que, esta dialéctica deja coexistir a los opuestos e incluso necesitarse el uno al otro.

[5] La hermenéutica analógica incluso literaria, tal como dije arriba (nota a pie de página 2), procura colocarse en el centro, entre el univocismo (objetivismo extremo/literalismo extremo) y el equivocismo (subjetivismo extremo/simbolismo o alegorismo extremo); pero concede un poco a este último, sin dispersarse por eso en el relativismo o del amarre del primero (univocismo), el cual le sirve de límite.

[6] Según Maestro (misma fuente): “El genio en el arte estético y en otras áreas alcanza su libertad y reconocimiento cuando las consecuencias de su genialidad han sido controladas o asimilada por la sociedad, y esta ya no se siente insegura o no vacila en reconocer tal genialidad”.

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