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AÑO 4 - 2023

MIJAIL ALVARADO – EL SABOR DEL MIEDO

 

<<Ceci n’est pas une pipe>>

 

 

El backspace se ha vuelto la tecla más recurrente en los últimos días y ya no sé si soy un ensayo o un pasatiempo. De ser lo segundo, debería provocar cierta dosis de júbilo; sin embargo, me miran un par de ojos cansados y unos labios resecos que demandan nicotina de tanto en tanto aunque se enfrentan a una restricción autoimpuesta. Por el bien de aquel despojo, espero encontrar pronto el punto final.

El caso es que, el tres de abril de algún año, ya no importa cuál, bisiesto aunque no debiera —mi abuela solía jurar que los años bisiestos estaban malditos y que acarreaban pestes y llanto— fulano de tal —porque no recuerdo el nombre y de nada sirve aquel dato fútil en este momento— acudió al consultorio de un tal doctor Fraude, quien lo hizo recostar sobre un sillón de color carey, quizás habana, quizás caqui; los colores deben ser precisados, ¿lo sabías?, mi tía aseguraba que los colores son el detalle más bello de la creación, nadie entendió jamás por qué lo decía si había nacido ciega, aunque ella aseguraba que la palabra “amarillo” le provocaba salivación, mientras que “rojo” le causaba asco.

El paciente afirmaba que llevaba doce noches seguidas soñando lo mismo y que no quería llegar a la décimo tercera por un asunto de creencias azarosas. Para el zoroastrismo el número trece representa mala suerte, Hollywood solo prostituyó la idea. El evento onírico lo colocaba siempre en su versión infantil, regordete como habría sido hasta bien entrada la adolescencia. Durante el episodio todo es dolor, ese dolor absurdo de los sueños donde todo es tan inasible, contrario al dolor lógico de la realidad. Su madre, una esbelta mujer de cabellera cobriza, le habla de manera insistente pero su atención está soldada a un televisor de procedencia asiática que transmite en vivo la ponencia de un negro bien vestido y de frente ancha: << But one hundred years later, the Negro still is not free>>. La casa está en ruinas y las ventanas abiertas dejan entrar una borrasca helada que le constriñe el alma. La mujer no para de vociferar aunque fuese en vano, pues sus palabras se colocan siempre debajo de las del negro: << I have a dream that one day this nation will rise up and live out the true meaning of its creed>>. El cielo rompe en estridente lluvia y un rayo certero sobre el techo consigue callar, luego de perturbar, a la dama de hebras rojas. Las ventanas abiertas consienten el ingreso del agua que el viento arrastra consigo, mientras tanto, las palabras en inglés aumentan en ánimo: << I have a dream today>>. La silueta materna se coloca frente al jovencito robusto y lo consuela. De forma súbita el dolor se marcha con el agua, con el frío, con la luz amarilla que alcanza hasta la última esquina de la salita de estar. <<Free at last! free at last! thank God Almighty, we are free at last!>>.

Allá afuera todos mueren, y caminan muertos, sonríen muertos, se hacen autofotos necrófilas. Acá adentro solo es veintinueve de febrero. No tengo intención de seguir escuchándolo. Como si fuese el dueño del tiempo y el dios del destino, le prometo que nos volveremos a ver en una semana cuando tenga listo su diagnóstico. Como si fuese en realidad un doctor, le prescribo la descarga ilegal de la ópera Madama Butterfly para intentar que sus pesadillas cambien de protagonistas.

Solo hay una forma de disimular este sabor que se anida en mis papilas. El arma me estaba esperando en el cajón sabiendo que la buscaría en un momento de cobardía como este. La tomo, la incorporo a mi humanidad dirigiéndola a mi boca. Nunca me había sido tan fácil apisonar el tabaco. No es novedad que acudo a mi Stanwell solo en ocasiones especiales, solo cuando procuro tragar el sabor del miedo.

 

 

 

 

Mijail Alvarado Almeida. Nacido en la ciudad de Guayaquil, el 3 de junio de 1990.

Estudiante por cuatro años de la carrera de Contabilidad; sin embargo, al encontrar su verdadera vocación y luego de experimentar el maravilloso placer de la paternidad, retornó a las aulas, esta vez, tras la licenciatura en Literatura en la Universidad de las Artes (Guayaquil – Ecuador). Autor de la novela corta Cuando los buenos callan y del poemario Habitación 36, autopublicados y disponibles en la plataforma digital Amazon

 

Premios

  • Texto seleccionado para formar parte del libro antológico del IX Concurso de poesía “Versos en el aire» (2019).
  • Mención por la obra «Ni tan vivo ni tan muerto». II Concurso Internacional de Poesía en Rima Jotabé Jotabeando USA (2020).
  • Ganador del concurso Textos de la peste (Anales del Covid-19), categoría relatos, organizado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana– Núcleo del Guayas (2020).

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Edmundo Vélez
Edmundo Vélez
2 años hace

Interesante relato. El doctor Fraude me recuerda a Freud.

Jorge Arévalo
Jorge Arévalo
2 años hace

Me encantó esta línea: «Allá afuera todos mueren, y caminan muertos, sonríen muertos, se hacen autofotos necrófilas.» Me recordó a Heymann.

Jorge Arévalo
Jorge Arévalo
2 años hace

Por un momento pensé que el sujeto se iba a disparar, pero luego entendí que se refería a la pipa….

Me parece interesante que plantees a la pipa como un arma….

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