Mujeres de la conquista mexicana «La Malinche»
La Malinche o Doña Marina también conocida como Malinalli era una mujer náhuatl (México) se cree que nació hacia el año 1500, en la antigua capital olmeca perteneciente al imperio azteca. Se le atribuye un papel protagonista en la conquista de México. Fue intérprete, intermediaria del conquistador español Hernán Cortés; convirtiéndose en su compañera y madre de al menos dos de sus hijos. La imagen de Malinche se ha modificado con el tiempo; ha variado según diversos criterios historiográficos. Se pretende mostrar la imagen del mexicano y de la nación mexicana a costa de estructurar un presente con las representaciones que nos trae la memoria histórica.
Mostrar la imagen de esta mujer; ambigua, cuando no contradictoria es la muestra de la inseguridad socio-cultural, una muestra imprevisible pero matizada con profundos silencios donde se tratan de amalgamar la traición y la maldad, el crimen y el amor, y que al final terminan agazapados con un salto al vacío. Doña Marina no quedó en el pasado a pesar de los fenómenos actuales de la globalización y el neoliberalismo que muchos ven como fuerzas que están cambiando nociones de fronteras, estableciendo nuevos límites y creando nuevas intersecciones en la región (centro y Sudamérica).
Sin embargo, en los textos analizados aquí la continuidad de ciertos patrones muy antiguos acompaña al cambio producido por la globalización, lo cual resulta en un tipo de ciclo sumamente familiar para los latinoamericanos. Aún en este siglo XXI pese a la globalización, la postmodernidad y el neoliberalismo, están presentes figuras “malinchescas”, o sea, mujeres que como la Malinche histórica tienen amantes extranjeros a quienes ellas subordinan otras lealtades y deseos, y por eso luchan contra sentimientos de culpabilidad y confusión por ejemplo en las novelas contemporáneas: Retrato de mujer de terraza (1995) de Dorelia Barahona y Con pasión absoluta (2007) de Carol Zardetto En estos textos se demostrará que estas Malinches modernas buscan y encuentran la redención por los mismos medios: la solidaridad e identificación con sus antepasados femeninos, el rechazo a su dependencia masculina (Amantes y padres), la defensa de su identidad personal y cultural y el abrirse plenamente a sentimientos antes reprimidos .
Estos antecedentes me llevan reflexionar también en el espacio literario, “el olvido”, la voz del autor. El carácter inconcluso de la obra radica en la recepción que esta tiene, es decir, en como adquiere la posibilidad de rehacerse en la interpretación-visión de quién la recibe; toda vez que esta se encuentra sujeta a los juicios de valor que la determinan en la sociedad , de acuerdo con el texto, la lectura lleva a la génesis de la creación de la obra -allí la rehace- la dota de ser y coloca al lector como creador-participe del desarrollo mismo de la obra; de esta manera la obra se desprende de su creador y empieza a desplegarse a ser para alguien más.
Nuestras huellas cifradas en la memoria serán las que tracen los caminos del cambio; sin embargo, el dramatismo social – como llama Padura en su exposición “libertad y herejía”- está presente en la deconstrucción de la imagen de Malinche “la traidora” contradecir este estereotipo nos apuntará a ser blanco de la crítica por defender esa tan ansiada libertad literaria. Ahora bien, analizando las funciones culturales del “olvido” y sus diversas formas de ritualización es preciso decir: que olvidar está en íntima relación con el recuerdo y resultan tan necesarios ambos para la identidad social y personal. Algo así parecido a la vida y muerte: para poder “vivir” tanto el individuo como la sociedad deben de poder olvidar ciertas experiencias pasadas.
Hay que saborear el gusto del presente, del instante y de la espera, pero la propia memoria necesita también el olvido: hay que olvidar el pasado reciente para recobrar el pasado remoto. Sin embargo, hay que estar atentos para que ni el sistema ni las políticas de estado nos arrebaten la conciencia y traten de sembrar un ideario no libertario. No es olvidar por olvidar; sino olvidar aprendiendo de la historia y esta se pueda convertir en un olvido sano. Hablando de las investigaciones históricas debemos de ser lo más objetivos posibles con estudios profundos y evitando prejuicios; con un afán de construcción hacia el futuro. «un exceso de memoria acaba con la vida» (Nietzsche). El texto Malinche de la autora Laura Esquivel me hace reflexionar que cuando los mexicanos hacen referencia a la traición de Malinche no piensan: ¿a que indios fue que traicionó?
Si cada cual se pasaba de un bando a otro, los amigos de Cortés hoy eran los enemigos de mañana, de tal suerte que es más justo mencionarla como “enemiga” más no como Traidora. El mito negativo de Malinche se intensificó en el siglo XIX coincidiendo con la independencia de España, los que nos puede hacer pensar que se necesitaba de un chivo expiatorio para responsabilizar y justificar la derrota de los aztecas, no por falta de bravura o saber Guerrear sino por a causa de la traición que era más fácil endilgársela a una mujer. Varios papeles y significados se le han otorgado a este personaje histórico, en diferentes textos, épocas y con diferentes enfoques mostrados.
Básicamente, se puede afirmar que es “Buena” o “Mala”, quizá más lo segundo que lo primero. y significados se le han otorgado a este personaje histórico, como hemos visto con los diferentes textos, épocas y enfoques mostrados. Básicamente, se puede afirmar que es «buena» o «mala», incluso llegar a considerarla una santa, un hada buena de los españoles y una “madre para la nación mexicana”.
Autoría: Mario Cesar Quintero (Staff Casa Bukowski Ecuador)