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AÑO 5 - 2024

ALBERTO GARCÍA-TERESA – HAY QUE COMERSE EL MUNDO A DENTELLADAS

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Por Matías Escalera Cordero

Alberto García-Teresa no es solo el crítico teórico más reputado sobre la corriente denominada  “Poesía de la Conciencia Crítica”, sino que, como integrante de la misma, se ha convertido en una pieza muy significativa. Así, pues, los dos pilares sobre los que se sostiene su escritura son, por una parte, la práctica de la poesía como herramienta de desvelamiento de la parte de capital que nos construye como sujetos dentro de esta coyuntura histórica, y, por otra parte, la consideración del texto poético, artístico y literario como espacio privilegiado en el que se manifiestan los conflictos y las contradicciones fundamentales de esa lucha de clases, que sucede en el afuera, pero que se manifiesta también en el adentro, esto es, en el implacable enfrentamiento, dentro de los sujetos, entre los valores del consumo y de la depredación, contra los valores de la vida natural y compartida, así como contra los de la autocontención solidaria y ecológica.

HAY QUE COMERSE EL MUNDO A DENTELLADAS

Hay que comerse el mundo a dentelladas.

 

Hay que sacar los dientes, pulirlos,

clavarlos con ahínco y rabia.

 

Hay que comerse la vida a dentelladas;

 

con mordiscos secos, intensos,

de puro y reluciente hueso.

Con bocados de corazón hambriento.

 

Hay que defender el mundo a dentelladas.

 

Hay que danzar entre rechinar de espadas;

de espadas a pecho descubierto.

Hay que vivir en permanente guardia,

defendiendo la vida cuerpo a cuerpo,

defendiendo la vida cara a cara.

 

Hay que descubrir la vida a dentelladas.

 

Hay que desenterrar estrellas de la arena,

hay que dibujar trazos de arco iris con los dedos

machacados por la rutina, el trabajo y el tedio.

Hay que apartar niebla de las cabezas

con gritos de silencio y de conciencia.

 

Hay que sumergirse en el mundo a dentelladas.

 

Hay que escurrirse de las sombras sonoramente,

con estruendo de ideas y palabras.

Hay que escurrirse sonoramente

con redobles de actos y pasiones,

con puños de carcajadas.

 

Hay que atacar la vida a dentelladas;

 

caminar en la penumbra precaria,

caminar frente al poder y las pirañas.

No ceder terreno nunca al terror y la ignorancia.

Levantar la vista ácida hacia el mañana.

 

Hay que acariciar la vida a dentelladas;

 

arrebatarles el tiempo robado cada jornada,

esparcir abrazos entre timbres y pagas,

regalar ternura y devolver pedradas.

 

Hay que comerse el mundo a dentelladas.

 

Hay que comerse el mundo a dentelladas.

 

 

[De Hay que comerse el mundo a dentelladas (Baile del Sol, Tenerife, 2008)].

 

 

 

UN ECONOMISTA

 

Un economista no sabe qué hacer con un arco iris.

No entiende el aleteo de una abeja,

por qué trinan escandalosamente las gaviotas,

qué guarda una camada en su madriguera.

Se inquieta ante un caracol que,

sobre una brizna empapada de rocío,

indiferente se despereza.

Ante el murmullo chispeante de un río,

ante un eclipse inundado de estrellas,

ante tu sonrisa o una mano abierta,

agita desconcertado su cabeza.

Un economista no escucha la memoria

ni atiende al compás de los latidos.

No sabe buscar tanteando en silencio la belleza

en toda palpitación dichosamente tendida

a la luz, al viento, a la alegría.

 

Un economista aún busca con vehemencia

con qué moneda comprar la vida.

 

 

[De Oxígeno en lata (Baile del Sol, Tenerife, 2010)].

 

 

TRÍPTICO DE LA MEMORIA, III

 

«Lo que entierran no son huesos

son semillas que van creciendo»

(Barricada)

 

 

Querían que sus aullidos se perdieran

en la honda garganta de los calabozos.

Que su esqueleto fracturado se hundiera

en el tumulto de los años arrasados.

 

Pero sus hematomas aparecen

cada noche en nuestro costado,

sus ojos quebrados bajo nuestras frentes,

su horizonte asfixiado dentro de nuestros párpados.

 

Pretendían que la memoria

obedeciera a una orquesta de silencio,

que permaneciera llena

de polvo de óxido de bala.

 

Pero, como al abrir una granada fresca,

la Historia se descascarilla,

y con sus hilos se ilumina

la sombra de sus pliegues.

 

Así,
lo que sepultaban

es hoy

el ritmo de nuestras piernas.

 

Su sal se ha convertido en abono.

 

 

[De Abrazando vértebras (Baile del Sol, Tenerife, 2013)].

Hieden las vértebras rotas

por el tacto entintado de las detenciones,

los labios amoratados de miedo

por el óxido de las multas,

los ligamentos podridos con focos y escobas,

los cráneos limpiamente fracturados

por medios de información

y decorados invisibles.

 

Tiesos de polvo los deseos,

sin esquirlas de dudas ni de caminos

alternativos a la ruta electrificada,

nos han barnizado de alfileres las lenguas,

nos han enguantado las pupilas,

nos han sepultado nuestras aspiraciones

 

bajo una bandera, una toga, un expediente

y el peso

de una derrota

que hemos hecho nuestra

con sus palabras.

 

 

[De A pesar del muro, la hiedra (Huerga & Fierro, Madrid, 2017)].

Levantarse y buscar

la alegría entre la gente, celebrar

la risa, construir el abrazo

entre las ropas polvorientas de salario,

quizá sea,

cuando aún los días

se nos pegan a las muñecas

y duelen las manecillas

del hambre y de la soledad

porque todavía desconocemos

los colores de la lluvia

y el río donde brota el arco iris,

quizá sea,

si no se nos ahogan la carcajada

ni el fulgor de los ojos,

si en los pies repiquetea el baile

y los dedos tamborilean infancia,

quizá

con el trote del perro y el

piar del gorrión por la mañana,

sin enaltecer el brillo del sudor

ni la angustia de la fractura,

con la lenta paciencia del callo,

sea, quizá, alumbrados

por besos de tormenta, con el júbilo

del viento de los brazos trenzados,

porque no escondemos cigüeñas bajo la piel,

porque las uñas las tenemos guardadas

y decrecen con el alboroto

de las caricias, quizá

si ya estamos aprendiendo a hablar a las flores,

a dormir en el bosque con los sueños abiertos,

a palpar la luz entre el dolor,

y no nos seduce la melodía de los cerrojos,

quizá, cuando los ojos se miran

sincerándose con las pestañas desplegadas,

reconociéndose en el humo y en las manos

y están los pulmones listos para soplar

nuestros anhelos,

quizá sea,

para acoger y cuidar lo dañado,

para hilvanar la vida con la empatía

y aprender a caminar al ritmo

del más lento

 

quizá sea, quizá.

 

 

[De Cuando dejamos atrás lo posible (inédito)].

BIOGRAFÍA

Alberto García-Teresa (Madrid, 1980), poeta, micro-narrador y crítico, es doctor en Filología Hispánica con una tesis titulada Poesía de la conciencia crítica (1987-2011), convertida luego en libro, que se ha constituido en manual y referente inevitable para el estudio de la corriente poética, la Poesía de la Conciencia Crítica, analizada por él. Colabora como crítico en diferentes medios y, como escritor ha publicado seis poemarios y dos libros de microrrelatos. Ha confeccionado antologías como Disidentes. Antología de poetas críticos españoles (1990-2014) o Insumisas. Poesía crítica contemporánea de mujeres, entre otras. Poemas y ensayos suyos han sido traducidos al esperanto, al inglés, al francés, al serbio, al rumano, al búlgaro, al bengalí y al macedonio.

Fotografía por «Fernando Carrascosa».

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Nicolás
Nicolás
2 años hace

Me encantó! Alberto tiene su poética propia.es un máster!

Alberto
2 años hace
Responder a  Nicolás

¡Muchas gracias, Nicolás!

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