Casa Bukowski

Multiplataforma Internacional de Literatura, Cine, y Artes

AÑO 4 - 2023

CARMEN ROSA OROZCO – EDGAR ALLAN POE ES MI VECINO

¡Compartir!

Edgar Allan Poe es mi vecino.

Resulta que años después de mi muerte en Baltimore he regresado a vivir junto a mi vecina Sarah Morante, soy alcohólico de nuevo y me llamo Víctor Fuentes, me arrastro por las paredes, a veces mancho de diarrea el piso próximo a mi apartamento; ella me repulsa así como mi padrastro, tal como ella he suprimido mi apellido paterno, piensa en atacarme con un palo pero no lo realiza, John también lo quiso hacer en su lecho de muerte para que no me le acercara, pero ya sólo deliro por Virginia, mis hermanos me encontraron en la plaza Del Lago llorando por ella, por esos hijos que no pudimos tener.

Te miro desencajada en la mirada del cuervo
que se posa sobre mi taza de té.
Tu cara es lo único que recuerdo
en los momentos que no tengo alimento,
unos sorbos de brandy
sirven para perderme en las fauces interiores
de mi revesada mente,
no pude acceder a la fortuna
de mi amada madre Frances,
recuerdo los paquetes con comida y ropa que me enviaba,
duermo encima de su tumba
y no encuentro descanso sobre mi sombra
ni en los escritos que voy arrojando a la intemperie,
las editoriales no han querido publicar
los cuentos digitales que piso bajo la lluvia,

pero los 50 dólares que gané
por un Manuscrito encontrado en una botella
trajeron un poco de calma a mis agotados días.
La luz se achica
y recojo el corazón carbonizado de Shelley de la gaveta,
los mechones de pelo de sus hijos muertos,
el corazón destrozado del falso Prometeo que ahogó mis dudas.
Podría invertir la historia o todas las historias
que he leído o escuchado
para no enloquecer,
la bruma siempre es densa en el paraíso,
me he encerrado a escribir como un demonio en la buhardilla
ignorando la inclemencia del frío.
Reynolds me ha engañado:
afeitó mi bigote y me puso una camisa holgada,
fui una de las piezas de su ardid electoral,
por eso ahora babeo dentro de la zanja;
hoy es 3 de octubre de 1849
y James me aclara que he estado una semana desaparecido,
pero no logro recordar nada.
Elizabeth, la querida Elizabeth,

siempre me dijo que volviera a Boston,
pero su prematura muerte no sincronizó
con mi lánguida premonición
del hijo ausente y muerto.

Mi hermano ha fallecido en Angaraveca, se estrelló contra un árbol y terminó dormido en la cuneta, dos ladrones le perseguían para robar su moto, de igual forma se la llevaron dejándolo a él sin vida. Recibo una pensión del ejército, mis compañeros de West Point han editado mi libro Poems, lo cual costó 170 dólares. Abandoné a la única mujer que me amó, se llamaba Irma Plottier y venía de lo profundo del páramo El Zumbador, sus mejillas eran rojas de aspecto natural, imitaban a las de un arlequín, su cabello color miel llegaba hasta la cintura, me traía alimentos preparados y pan, tenía que quedarse en mi apartamento porque salía un solo bus al día hacia el sitio donde ella vivía, gritaba mi nombre y no le contestaba, pero mi odiosa vecina Sarah que era creadora de contenido para una empresa de cosméticos siempre le abría la reja del pasillo para que pasara.

Veía con desprecio el desorden en mi sala, los zapatos regados por el piso, las medias encima del comedor, los ratones comiendo de los platos dejados semanas atrás en la mesa de centro. Me odiaba, sentía que podía oler con un telescopio y un pitillo a la vez el mal olor proveniente de mis pies y axilas. Siempre Sarah, tan amargada y hermosa, sabía ocultar su perversa y agotadora depresión detrás de su silencio y bello rostro. Recobró su ánimo para atormentarme en ese lapso en el cual tomaba con vehemencia ron a pico de botella, poco le importaba que fuera un escritor famoso y maestro del horror. Vomito sobre el láudano que quiere apresurar mi muerte, conozco a profundidad el tema de la muerte, sobre querer morir y no concluir nada más, espesando La caída de la casa Usher sobre mis pestañas; detener todo en el leitmotiv del hartazgo, la pérdida de fe y la derrota,

no poder más,
tengo cuarenta años y no puedo más,
por ello,
tía María quiero que mueras conmigo
en esta cabaña pobre en Nueva York;
mi capa negra es lo único que cobija a Virginia
además de mis lágrimas atravesadas por la infamia y el hambre.
Víctor ha leído el memorial ofensivo de Griswold,
lo ha leído en un inglés balbuceante pero entendible,
Irma Plottier lo ha abandonado
debido a su impotencia y manos temblorosas,
su aliento etílico le repugna;
la caída en desgracia, la inmundicia y la soledad
son su asidero.
Víctor es alcohólico y no logra morir,
bebe con desespero y sin pudor para morir
mientras traduce al sánscrito mi poema Annabel Lee.
Sarah oculta sus ganas de morir tras el labial color rojo,
recuerda con ternura las bolsas que le enviaba su madre
cuando estaba en el psiquiátrico ubicado en las afueras de su ciudad.
Edgar, Víctor y Sarah,

tienen en común ciertas cosas:
prescinden del apellido de su padre,
desean morir de manera anticipada a los eventos,
reciben paquetes de mujeres cercanas
y escriben en la oscuridad.
Eso es todo y nada más.

Agatha Christie no recuerda el tramo en la oscuridad.

Que haya desaparecido por once días no quiere decir que haya olvidado todo, el abandono de mi marido no significó mi fin sino mi gloria, un hombre no lo puede ser todo, no lo es todo para una mujer, nadie debe ser todo para alguien, en vez de seguir llorando decidí ser famosa y pervivir por encima de mi muerte, podría decir que lo logré, el abandono por una mujer diez años más joven no significó mi ruina, Nancy Neele no iba a ser la artífice de mi destrucción, yo decidí que fuera la piedra angular de mi amor propio, no me importaba ganar el Nobel de Literatura o ser el caldo propicio para las manos infecundas de críticos literarios; mis propósitos eran ganar dinero y ser famosa.

No puedo decir con precisión en qué consiste la fama o cómo se llega a ella, mi madre Clara era vidente y en las líneas de mis manos pudo avizorar mi glorioso destino, no está mal, figuro como la tercera escritora más leída después de la Biblia y William Shakespeare, no está mal para una mujer que logró superar la traición del hombre al cual amaba, sus facciones perfectas y su atractivo cuerpo no serían mi perdición, siempre hay que amar a quien desea ser amado, a quien corresponde a nuestro amor, me aburrió de antemano el drama continuo que podría ocasionar esa ruptura, y por ello decidí seguir.

No recuerdo con exactitud si el golpe en el choque del auto me ocasionó la amnesia o la fuga histérica de los recuerdos de mis últimos días. Solo sé que quería olvidar lo más pronto posible y recuperarme, Archibald no obró la gracia de desgarrarme por completo, lo amaba, y ese día mi amor se acabó por él, estaba por encima de él y sus infidelidades, diré que me siento triunfante, que él aún se revuelca en su tumba por mi éxito, más nunca le volví a hablar, no quise ni me importó saber más nada de él, de los muertos que no son de nuestro agrado ni se habla ni se les recuerda.

Hoy es 3 de diciembre de 1926, cerca de las diez de la noche, salí hecha trizas de la casa en mi Morris Crowley después de una fuerte discusión con mi esposo, sé que me va a dejar por Nancy, veo todo confuso, mi corazón destila veneno y dolor; termino perdida por varios días en el Swan Hydropathic Hotel en Harrogate; solo quería ordenar mis ideas; otros me acusan de querer inculpar de asesinato a mi marido o de convertir esto en un truco publicitario para la promoción de mis novelas o de un intento de suicidio. Solo yo sé lo que pasó, era un profundo desconsuelo que me dividía en pequeñas partes que no podía juntar, era el pesar de un corazón deshecho por el abandono del esposo amado, no medí las consecuencias, quería estar sola y olvidar.

Caminé por la neblina siguiendo mi sombra
buscando los recuerdos queridos,
no encontré nada,
las lágrimas se congelaban en mi rostro
la sangre caía en chispas sin herirme.
Recordé mis días como enfermera voluntaria
en la Primera Guerra Mundial
mientras lo esperaba,
esquirlas de metal hacen supurar mi cabeza.
Rueda la noche de este helado diciembre
y no estás tú.

Esa temporada no la pasé tan sola, conversaba con Hércules Poirot sobre los asesinatos donde se veía involucrado por mis personajes y de sus fatigantes pesquisas detrás de los culpables. La curiosa Miss Marple me contó sobre la gran búsqueda de mi persona y del guante que llevó mi amigo Sir Arthur Conan Doyle a una médium para visualizar mi paradero, del rastreo arduo hecho por Scotland Yard, de las 100 libras ofrecidas por mi ubicación por un periódico famoso y  de mi desaparición anunciada a viva voz por el New York Times.

Allí recordé una tarde en la playa en la isla de Burgh hablando con mi madre y mi hermana Margaret; les contaba que la muerte, la intriga y el suspenso, eran muy atractivos para los lectores, que deseaba escribir novelas policiales a lo cual Madge me retó a que no podría hacerlo sin que el asesino se pusiera en rápida evidencia, del desafío resultó: El misterioso caso de Styles, era el año 1920.

Además, mientras realizaba unas anotaciones en unas hojas que me suministró el hotel, encima del margen superior aparecía una letra palmer en español que no era la mía, no sabía este idioma pero lo entendí de repente, en el pequeño espacio en blanco una chica llamada Meybel Moreno me escribió que había logrado interceptar las líneas del tiempo forjando sus pensamientos en materia soluble, por lo cual lo hacía fluir en ondas mentales transcritas en letras; me habló de lo dichosa que sería en mis segundas nupcias con un hombre llamado Max, de la gran fama de la cual gozaría, de mis tataranietos y otras tantas cosas más que me sorprenden. Su párrafo iba desapareciendo a medida que lo leía, de esa manera le respondí en el mismo lugar que me era grato conocer a alguien de una época futura preocupada por mi localización, le copié con determinación que preferí la transcendencia a seguir perturbada por una decepción amorosa y como la fuerza de mi voluntad fue más fuerte que el desamor.

Meybel apuntó con esmerada ortografía que preparaba su boda mientras Kiev era bombardeada por Rusia, que estaban saliendo de una pandemia parecida a la Gripe Española en 1918. Ella también prefirió escribir y olvidar, había emigrado a un país de Europa del Este desde Suramérica, que su escritura no era comercial y sus objetivos eran imprecisos, pero sirvió de paliativo a sus dolencias mentales ya que logró suprimir terapias y pastillas que la condujeron a un laberinto sin formas.

Lo último que le respondí fue que las acciones de los hombres quedan suspendidas en un punto frágil donde se rompen, lo que es no será, lo que fue no lo volverá a ser. No concebí el suicidio como opción debido a mis creencias cristianas y porque comprendí que iba a morir como todos, quería saber lo que pasaría conmigo si vivía hasta el final, apenas tengo 36 años y ese amor puede ahora significar mi mundo para mí, pero sé que después solo será recuerdo.

La luz flota en las cortinas del gran hotel
la banda toca una canción melodiosa

me sumerjo en el vaso de mi brandy escocés
y las voces de mis personajes me inquietan,
las esposas de los músicos me miran de forma lacerante
hurgando mis culpas
y la mirada que he perdido,
las mujeres pueden intuir las decepciones que ocasiona el amor.
En la piscina leo el periódico
y les digo que vengo de Ciudad del Cabo
huyendo a la aflicción por un duelo familiar.
De modo que, tras la enfermedad,
llegaron la pena, la desesperación y un corazón roto.
Los días se confunden con las noches
se cuelan con los ojos y las palabras de otros,
todo sopla deteniéndose en un sitio tangencial
donde tus besos marcaron mi espalda
y yo te miraba de reojo en el espejo,
te amé, mi dulce Archie,
pero ya todo es cuestión de las gotas del tiempo,
del pantano y el olvido.
Reposo en tus labios como muestra de desacato y ofensa,
nadie sabrá amarte como yo,

pero no es fácil retener a quien ha decidido huir
esa tarea me podría llevar a la locura
y a perder el sentido de mi existencia,
equilibré tu ausencia
en centenares de hojas que nos inmortalizaron.
Quedaste en esa noche blanca, espesa y húmeda,
quedaste en un pasado inamovible y agotador.
Presté tu apellido,
pero más nunca oirás mi voz.
Tamizo mis dudas en Harley Street
y sé que soy lo único que tengo,
que al final estoy sola con mis libros.
Era Agatha,
quien más amó a Rosalind y Clara.

Del poemario: Los 20 retratos de Sofía en la pared.

Alicia vive en un país imaginario.

Dicen que Alicia vive en un país imaginario,
que ya no existe,
pero sus flores recorren su aliento,
los pájaros vuelan en reverso hacia su felicidad,
el mar se ensancha en el cielo,
las gotas de lluvia desmoronan su semblante.
Ser y desaparecer en un país que no existe.
Alicia encuentra el alpiste en sus manos
de manera mágica y prudente lo eleva hacia las nubes
en cometas hechas de purpurina y cal,
las golondrinas remontan sus ojos
en los vértices y el iris,
se columpia en las hojas de su jardín
y miente a las avestruces que la acompañan.
Alicia es una niña en el país que no existe,
no hay tiranos ni trémulas brujas que la agobien,
el sonido de los turpiales desciende de sus dedos,
los elementos se reacomodan para no dejar de existir,
ella practica de forma perfecta el arte de amar

distingue el perdón de la extrema piedad,
los días se suceden sin pausa
pero permanecen detenidos en los murmullos de los pájaros.
Alondra
la niña diminuta como una arveja
ha muerto,
se ha transformado en tierra y lumbre
para quienes viajan sobre la clepsidra de la noche,
navegantes de galaxias
y de Andrómeda bailando en puntillas de pies;
todos se agolpan en el silencio de mi balcón.
El eco del piano interrumpe los rincones
colapsando al tiempo hecho tiempo en sus ojos,
los planos temporales se superponen como capas de barniz
y su cordura se desvanece en el agua que cae por las paredes.
En el país imaginario no hay pastillas
ni libros en los estantes
ni relojes dentro de las colmenas,
todo se derrite,
convirtiéndose en alegría hecha polvo de estrellas y presencias;
ella sabe que morirá una mañana de agosto

con los ojos sumergidos en el sol
transfigurando su imagen en rayos y luz,
tendrá cerca de cien años y sus párpados caerán como el rocío al amanecer.

Alicia y sus noches oscuras.

Hay noches que son oscuras,
pero no son del alma,
que pueden comenzar un libro
sobre los dientes de animales inexistentes
y feroces maullidos de gatos devorados por las sombras;
un libro que se inicia en la nieve de un psiquiátrico fantasmal,
el cual fue extraído de los sueños agónicos
de una esquizofrénica que ha desbaratado la casa con sus uñas.
El país anclado en las horas,
en la densa neblina que permanece estática en mis ojos.
Claudia no sabe que ha muerto,
no supo presentir que su abultado abdomen cubriría las hijas que huyeron.
Oigo los ruidos que restan a través de pitillos de metal
y del silbido del viento que destrozó mi cabellera.
El médico murió de tifus en un siglo remoto
y la obesa que escapó de un cuadro de Botero de desnutrición crónica.
El país de espejos azules crece en la maleza,
se ensancha en la noche,
gramófonos invisibles retransmiten los gritos de los cuellos degollados.

El rancho se incendia
y los niños quedan carbonizados.
Fragmentos de una agonía,
noche que no se detiene.
Ella sueña.
Ella no avanza en su camino y crea los ecos.
Aquellos que mataron a su pueblo de hambre
no despertarán más.
Nocturnos de Chopin:
un piano violento cae sobre mis manos.
Caricaturas y demonios que arañan espaldas blancas.
Conjeturas y mentiras disueltas en la claridad.
Un libro se ha iniciado esta noche
en la escritura macabra de Alicia mirando la luna.

Si hablaras con Emily.

Si Emily Dickinson viviera
estaría dichosa por tener redes sociales
porque no tendría que salir de su casa,
su habitación sería el ombligo
de un mundo sin luces ni perfección,
subiría historias a su Instagram
de sus vestidos almidonados,
de sus plantas con sus nombres escritos en latín
en una cartulina color rosa pálido,
haría post con frases de amor e indirectas a sus enamorados,
trataría de cambiar de peinado
y soltar su larga cabellera,
le gustaría interactuar un poco más,
asistir a recitales de poesía
y tertulias imaginarias con los elementos.
Se suscribiría a diversos canales de Youtube
para aprender manualidades
y decoración de interiores.
Apostaría por mil lunas en Marte

para no eclipsar su pensamiento,
iría en bicicleta a contemplar las montañas
y sería vegetariana,
eludiría a las editoriales famosas
y concentraría su escritura en los milagros cotidianos
que la asistieron en los días vividos en Amherst,
no dudaría en consumar las ansias por sus dos amores.
Pero he decidido no salir más,
las paredes de mi habitación me confortan
a escribir de forma desmesurada y sin afeites
pareciendo descuidada por no querer corregir,
de alguna manera intuí mi ceguera y el mal de Bright,
no es cómodo estar postrada en esta silla
recordando a quienes no se atrevieron a amarme
y tardaron años en no llegar
para no llegar;
la muerte de mi amado sobrino
ha terminado de sentenciar mis horas sobre esta tierra.
Escucho a los pájaros a través de mis manos y los recuerdos,
mi jardín muere de angustia,
los vecinos me ven como una entumecida sombra blanca

que camina por los pastos de mi casa.
He estado encerrada para no mirarme,
se empeñan en negar esa oscura enfermedad de mi mente
que hace rehuirlos a todos,
preferí el silencio
a brillar encima del escenario de las palabras,
cada quien es feliz a su manera
lo he sido entre los libros, la botánica, la escritura y mi familia;
es difícil precisar el día en que decidí no volver a mí.
Viví de forma escindida
sin un propósito para quienes me observaban
pero logré capturar el tiempo
y un estilo en decir lo que miraba
que no se repetiría por siglos
sino hasta después de mis días.
Las palabras fueron hechas para ser nombradas
por mí en ese entonces,
he sido una de las pocas
que comprendí la relación entre las voces y la luz.
Reposo bajo esta fosa de un blanco calcáreo y sin adornos,
dejé como secreto cuarenta cuadernos

que mi querida hermana Lavinia encontró
vigiló por su consistencia
tratando de desarmar mi desazón por ser leída y juzgada después de muerta,
guardó con decoro la memoria de mi virtud
y vida íntima
que no deben ser expuestas en un tablón para las dudas,
fui mujer y supe amar en silencio
por encima de las contrariedades.
Hoy soy mencionada en una red
que arroja millones de búsquedas
las cuales podrían poblar un gran país,
soy considerada una de las mayores escritoras
de la literatura estadounidense
lo cual no logré descifrar
porque la reclusión y el anonimato
me sedujeron desde el parto de mi madre.
Ya no convalezco
ni deseo seguir rompiendo las reglas de mi idioma,
solo respiro de forma silenciosa mientras muero y agonizo,
logré descansar en paz después de todo,
pero Vinnie recordó esas palabras que dije

fueron premonitorias para todos:
No salgo de las tierras de mi padre;
no voy ya a ninguna otra casa,
ni me muevo del pueblo.
Moriré en mi habitación sin mirar el sol y sus puestas,
mis plantas serán inclasificables al igual que mis poemas,
la posteridad jugará con mi nombre
y entraré en ese lugar donde los muertos
serán siempre nombrados
a la orilla de la eternidad
y la violencia de las épocas.
Me llamo Emily Dickinson
y aún me atrevo a desafiar mi nombre.

Del poemario: Bocetos para Alicia.

BIOGRAFÍA

Carmen Rosa Orozco (San Juan de Colón, Venezuela, 1978): Poeta. Pedagogo en Educación Integral. Administradora de Empresas. Comerciante. Ha publicado en poesía los libros: Hileras de Sol, Delebles y Entreluz. Posee 10 poemarios inéditos. Ha sido publicada en: Pasajeras antología del Cautiverio de la Editorial Lector Cómplice, Astorga Redacción (España), Hacedoras -mil voces por la literatura venezolana- de la Editorial Lector Cómplice, el Papel Literario de El Nacional, Revista Nacional de Cultura, Antología Poética Sujeto Almado, Revista Actual, Antología Los Dragones de Papel, Revista Hipsipila (Universidad de Caldas, Colombia). También ha sido representada en los portales electrónicos: Letralia, El coloquio de los perros, Crear en Salamanca, Fonoteca Española, Revista Hiedra Oxeda, Revista Elipsis, Revista Kametsa, Revista El Humo, Revista Poémame, Revista Casa Bukowski, Revista Campos de Plumas, La Parada Poética, Tiberíades, entre otros. Obtuvo los siguientes reconocimientos literarios: Premio Único del Concurso de Poesía de la Dirección de Cultura y Bellas Artes del Estado Táchira, Premio de Poesía del IUFRONT, I Bienal de Literatura Juan Beroes.

Redes sociales:
Fcebook: Carmen Rosa Orozco
Instagram: carmenrosaorozco3520
Twitter: CarmenROrozco
carmenrosaorozcoescritura.blogspot.com

Comentarios

Suscribir
Notificar de
guest
0 Comments
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
Casa Bukowski
Abrir chat
1
Comunícate con Casa Bukowski
Casa Bukowkski
Hola, ¿Tienes algún comentario o sugerencia?