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AÑO 4 - 2023

IGNACIO AQUEA – GEOMÉTRICA VENTANA

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Geométrica ventana

 

Una mirada en la esquina de rebobina a sí misma

clandestinamente descifra quemadas luces que oxidan mi ventana

con químicos cayendo sobre nubes absortas

cómo alguna solución de azúcar y veneno.

Fragmenta cada dirección en la pupila

Revoloteando insistencia como una paloma blanca que visualicé

antes de que apareciera ante mí en la plaza

Incendiándose al ocaso de sus lamentos y devociones.

 

Caminando hacia el interior de la ciclovía

al final de las panderetas, los televisores se expanden;

Ecos y corrientes de transmisiones que anestesian

dividiendo el sonido de los patios y comedores

a silencio hecho de ruido.

Cómo antenas que sofocan desiertos

en la hondura y sueños de este atardecer.

 

Las pantallas se materializan virtualmente en los cuerpos

cuando la derrota es erotizada por dinero

abnegando a la voz del deseo

con su quimera de rostros y electrónicas voces.

 

Cómo política de mercado y su maldición sobre las manos

Un anuncio de Coca-Cola creado para perseguir transeúntes

con su ideología de que las palabras se han prohibido.

Desde el FMI a tierras desesperadas con bombas imperceptibles

está prisión de callejas parece tener cielos llenos de cloro

y empresas que dejan sin pan a la memoria de los días

llenando explotados puestos de trabajo, pero sin palabras

Solo balas, balas y más balas sin aire para comer miedo

sorbiendo el sometido sueño americano.

 

Sin la criatura del espíritu o árbol errante

las esquinas se ven alejadas de alguna efervescencia visceral,

Por eso tu aura delineó mi silueta

impregnandose en mi chaqueta negra

en la escalera de este momento creado por su propia ciencia.

 

Mi sentido se bifurca entre las rejas del pasaje

y al despedirme, antes de cruzar sus laberintos

un infinito se ve abrir, en la armonía de estás traspapeladas calles

Como en la distancia de la mirada que se rebobina a sí misma.

 

 

Illa eléctrica

 

Algo se desata en la Illa que tenemos en la mente

las vivencias que ella contiene pertenecen a un abanico psíquico;

Instinto que corre en la noche de las alarmas

persecuciones en el mundo por policías del terror

cajas registradoras de toda idea sobre productos comerciales

y un templo de alguna religión perdida en el tiempo

en el cual una poeta rezaba algo

sobre el destino catastrófico de ese orden.

 

La Illa, visión tras visión, se desprende llorando bajo los rieles

en una señal disparada desde la noche al amanecer;

Botellas de cerveza y una embriaguez cromática

que presiente voces de cactus espectrales,

Fenómenos de nuestras búsquedas en las huellas de estos cerros

con muertes encadenadas que se conservan como envoltorios

para eliminar su noción en una exigencia negociada.

Horas que pasaron como las mismas orugas del cerro

el cual caminé y pensábamos en otras ciudades, esqueleto de tierra

viendo cada vértebra de la cordillera andina.

 

Y el cerebro siente la biblioteca del llanto Flammarion,

o siendo la muerte como una serpiente que engulle a la vida

se alimenta con cada sueño para no olvidarse de sí misma

Tallándose en la rueda de madera platónica,

en un irreversible movimiento que la Illa electrifica.

 

La física de la mente danza en esa rueda

como un gran salón atemporal que simultáneamente narra

cada acción grabada al momento de este mundo.

Ahí las familias reunidas parecen celebrar un fin

dónde mesas rodeadas de humo sostienen conversaciones abismales.

 

Y las pinturas que cuelgan en las paredes colisionan

como un choque de autos en aliento del aire

que nace del caos y bebe de él.

 

 

Perro Ojos de Ópalo

 

La niebla flota alrededor mientras camino y fumo en la avenida

cerca de unos escombros un perro ciego descansa sobre la tierra,

rodeado por panderetas me ve en el resplandor de su oscuridad

porque en sus colmillos invisibles existe como ópalo.

 

Al fondo de su mente la armonía es un arpa

una armonía inmortal que impregna ladridos de infrarrojo

resonando con las aves de los paraderos

perdidas ante cualquier ojo de miradas.

 

La luna aparece recortada, multiplicada

iluminando las aceras en el vapor de la jornada

Las micros y los letreros viejos se llenan de zumbidos parpadeantes

y el eco de una herradura rodeada de hierba desaparece

cómo la despedida de mi futuro tras un espino en calle Linares

 

Alguien dijo que en el valle del Elqui

se augura una de las mareas del mundo,

cerca de ese laberinto de oxidada tecnología;

Restos de electrodomésticos en un camino semiárido

que lleva el mismo diseño del agua;

También lo tienen las pisadas que dejo en hojas muertas

cuando absorben sombras que se desvanecen

inquietas, entre postes clavados y boletas en el piso.

Sombras que reaparecen por diferentes ángulos

bajo una sola película de humanidad.

 

Pétalo a pétalo el pensamiento abre sus puertas

cómo la impresión del perro que se enmarca

en cualquiera que perciba su movimiento;

Instinto de ópalo, en una calavera de cristal.

 

 

BIOGRAFÍA

Soy Ignacio Aquea, poeta y músico de la cuarta región de Chile, Coquimbo. Nací el 30 de marzo de 1996, Coquimbo y luego al pasar los años, las palabras llegaron en forma de dibujos y canciones, para así explorar su naturaleza. 

A los 15 escribía canciones, y ahí empezó el desarrollo de las palabras, aunque cuando era más pequeño, dibujaba y escribía algunas palabras en cada dibujo. 

La yuxtaposición de lo cotidiano y lo poético se expresó en mi primer poemario. El año 2020 supe que era diaguita, lo que se impregnó con su búsqueda hacia el poemario. Una búsqueda hacia lo desconocido del saber ancestral. 

Actualmente además de estar trabajando en mi proyecto musical, también estoy trabajando en otro libro, pero de prosa.

 

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