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AÑO 5 - 2024

JAIKO AQUILINO JIMÉNEZ CAÍN – Y VOLARÉ COMO LO HACE UN POEMA

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POEMA XI – NOSTALGIA

 

                       (A la señora Murriel, in memoriam…)

 

 

Si tan solo pudiera esta noche irrumpir en el tiempo

y abrir esa cortina gris que nos separa de los fantasmas;

pero pasa que tú no eres un fantasma

y pasa también que no existe el tiempo ni hay una cortina gris.

 

Nostalgia hay,

el deseo de despertar un día y verte allí

sentada en tu mecedora vieja,

sí, en tu mecedora, vieja;

vistiendo esa bata de flores azules

y una sonrisa desgastada.

Tú sabes muy bien lo qué es el tiempo, Murriel,

tu sola mirada me hablaba de su furia.

 

Quisiera de vez en cuando tocar a tu puerta

y decirte que los enemigos de los sueños se han ido,

que aún hay pan para la hora del hambre,

y que permaneces intacta en los recuerdos.

 

Decirte de una vez por todas

levántate,

es domingo

y afuera llueve.

 

En cada lluvia creía poder verte.

 

Era como si la lluvia fuese tuya,

como si fuera tu voz.

 

La lluvia siempre fue ese espejo triste

en donde buscabas tu rostro.

 

Te fuiste una noche detrás de la lluvia,

oculta en la niebla de mi sueño más pesado.

 

Te fuiste

para habitar en una patria silenciosa;

sin temor a los monstruos bebedores de sangre,

quisiste irrumpir en la lúgubre morada de los muertos.

 

Se acaba mi infancia de golpe,

y de pronto

todo duele;

todo se acaba,

todo corre tras de ti,

mujer de muchas sombras.

 

Todo empieza a diluirse irremediablemente;

solo queda la dureza de tu ausencia,

y tu nombre,

solo tu nombre que invocaré a la hora del olvido.

 

 

 

POEMA XX – NO HE DE CAER

 

 

No he de caer.

 

Allá en el fondo hay bocas que esperan por mí.

 

Desesperadas me reclaman para su hambre.

 

Es la hora de huir,

la hora de la única partida,

de salir volando en una nube triste.

 

Se han acabado las treguas,

he visto perderse en el horizonte la última piedad,

el cuerpo marcha a la dureza del sepulcro,

y la noche se ha bebido la última esperanza.

 

No, no he de caer.

 

Mi cuerpo demolido no soporta ni la brisa más liviana,

cualquier caricia ha de lastimar mi carne, mis huesos;

la mirada más tierna me hace trizas.

 

Quiero vivir, quiero disgregarme entre los matorrales,

habitar entre las fieras,

rajar el cielo cual relámpago en bifurcación,

brotar a la hora del silencio, una vez más,

conocerme y reconocerme.

 

No quiero ser más la sombra de mi sombra,

la hoja errante que seca se pierde en el anonimato.

 

Abrir esa puerta quiero, quiero palpar,

quiero ser un poco más que nada,

y quiero.

 

No, no he de caer.

 

He de ocultar la piedra que soy,

el ave que soy, la risa que soy,

la lluvia que soy.

 

Me he de salvar por vez primera,

permaneceré oculto

detrás de este cuerpo ajeno,

detrás de esta piel ajena,

de este dolor ajeno,

sufrido por el otro yo que soy,

y por mí.

 

Pero no he de caer.

 

En el momento más absurdo

abriré las alas de par en par,

a la hora en que el verdugo duerme,

y volaré como lo hace un poema,

hacia el lugar del encuentro,

de la comunión del cuerpo con su sombra.

 

 

 

 

CARTA AL QUE FUI

 

Te escribo desde la otra orilla,

ha pasado ya tanto…

 

¿Sabes?, a pesar de todo te echo de menos.

Extraño la brisa apacible,

los jardines de la infancia.

 

Todo pasa tan deprisa

que es casi imposible darse cuenta.

 

¿Recuerdas a los monstruos bebedores de sangre?

Se hicieron pequeños con el tiempo;

un buen día miré por debajo de la cama

y se habían ido.

 

Cuando uno crece son otras las cosas que te importan.

No creerás lo que importa cuando uno crece;

si te digo pensarás que es absurdo,

y qué más da, pronto serás adulto

y buscarás también aquellas cosas.

 

Aprendí que crecer es irse desprendiendo de uno mismo.

Sin darnos cuenta, nos vamos dejando en los rincones de la vida.

Quería decirte que la lluvia no ha cesado,

llueve a cántaros, como siempre;

lo malo es que al crecer

se va quedando uno sin refugios.

Ya no es mirar la lluvia desde la ventana,

sino la ventana desde la lluvia.

 

No existe tal calma después de la tormenta.

Después de una tormenta le sigue otra

y luego otra,

cada una más terrible;

pero descuida, vamos creciendo,

y esas cosas uno aprende a soportarlas.

 

Ay, si te contara todo lo que hemos soportado.

 

Uno de pronto se queda sin lágrimas;

un día cualquiera las buscas,

y ya no las encuentras;

es entonces cuando toca guardar silencio,

ese terrible silencio en que se ahogan las nostalgias.

 

No queda más que ser valiente,

pasearse descalzo

sobre el tortuoso filo de la vida.

 

 

 

MIRAR CON OTROS OJOS

«Todas las glorias del mundo caben en un grano de maíz».

 José Martí

 

 

Pienso en aquellos que lucharon alguna vez,

todos queriendo cambiar el mundo.

 

¿Quién pudiera?

 

¿Acaso yo?

¿Aquel?

¿Los otros?

 

Solo me hundo,

desolado,

en el deseo de comprender eso que soy en permanencia.

 

Todo eso que me ocurre,

ineludiblemente,

llevando a sus espaldas una larga sombra con su nombre.

 

Tantos queriendo cambiar el mundo,

que dudo que haya un mundo que cambiar.

 

Cuántos gusanos aguardan, insaciables,

a que muera el soñador.

No absolverán su carne,

por más que este haya intentado cambiar el mundo.

 

Héroes, santos, mártires, poetas…

La historia no soporta ya más nombres.

 

Son demasiados, los que esperan honras

y tributos.

 

Tantos ofreciendo salvación,

y yo perezco.

 

Oigo una voz que me dice espera,

y desespero.

Otra que me invita a confiar,

y yo

desconfío.

 

Incontables dioses exhortándome a creer,

y yo no creo.

Ni en mí.

 

Hay tantos adjudicándose la verdad,

que no puede haber verdad.

 

Ojalá estos versos

tampoco fueran ciertos.

 

 

 

HA SIDO EN VANO

«Vamos acercándonos al borde del abismo

ebrios de plenitud».

 Sandra Collazos McPherson

 

Hemos mirado a la esquina opuesta de la miseria,

dándoles la espalda a los pregoneros del hambre,

sin detenernos siquiera a saludar a los ausentes.

 

Hemos bebido hasta embriagarnos,

el vino de los bares,

el sueño de los niños sin sueño,

y aun el néctar inmaculado de las flores,

pero no ha sido suficiente.

 

Son demasiados los espejos que se niegan a albergar el espanto.

 

Y nos sentimos solos,

terriblemente solos.

 

Asustados,

ocultos entre pétalos de noches arrancadas con violencia,

sabiendo que el mañana es una sombra,

que crece, como en el pecho la nostalgia,

mientras nos vamos acabando con el tiempo.

 

Hemos mirado la luz hasta deshacernos los ojos.

No hay adónde ir.

 

Entramos a las fauces de la vida,

huyendo de la certeza de la muerte,

y no encontramos sino máscaras y espejos

que se rompen con el ruido de nuestros pasos.

 

No queda más que desnudez,

sufrir ese retorno al vientre,

dejando nuestra huella en el cristal más frágil,

sabiendo que la vida es una trampa.

 

 

Y aunque vivamos con el ímpetu del fuego,

sembremos un árbol, escribamos un libro,

y esparzamos en los campos la semilla,

sabremos que no ha sido suficiente.

 

 

 

BIOGRAFÍA

Jaiko Aquilino Jiménez Caín (Ciudad de Panamá, 1994)

Licenciado en Comunicación Ejecutiva Bilingüe por la Universidad Tecnológica de Panamá y Magister en Docencia Superior por ISAE Universidad.

Aparece en las antologías “Poesía emergente de Panamá” 2017, “Poesía panameña reunida” 2018 y “Me vibra II: Brevísima antología arbitraria Panamá – Venezuela” 2020.

En el 2017 publica ‘’Dos edades en la biografía de un hombre común’’ (El duende gramático, Panamá), en el 2018 publica “Contra el olvido” (La chifurnia, El Salvador), y en el 2021 se publica su obra “Vagando entre oscuros laberintos” (Editorial Mariano Arosemena, Panamá).

Su obra ha merecido diversos reconocimientos entre los que destacan: Mención de Honor en el Concurso Nacional de Poesía Joven “Gustavo Batista Cedeño” 2015 con El ser y la nada, segundo lugar y primera mención de honor en el concurso nacional de poesía León. A. Soto 2015 con Versos de la casa de la infancia y Sentir de un hombre común respectivamente, primer lugar en el Concurso Universitario de Poesía 2016 con Versos contra el olvido y en el 2019 gana el concurso nacional de poesía joven Gustavo Batista Cedeño con su obra “Vagando entre oscuros laberintos”.

Sus textos además han sido publicados en diversas revistas y medios digitales e impresos tanto dentro como fuera del país.

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Leydis Ortiz
Leydis Ortiz
3 años hace

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