Juan Secaira Velástegui: «Eclipsa los arribos»
La luz de junio
Cada madrugada,
la luz ilumina una parte distinta del cuerpo.
Es como un juego.
La tristeza ha dado paso a un retorcimiento de los músculos.
La línea del horizonte obliga a verla, a sentirla.
He visto que en los libros ponen citas como un acto de no estar solos.
Zumba el tiempo,
del umbral sale el alboroto de lo inentendible.
Huele a un principio,
a la lumbre.
No hay miedo en sobrevivir solo en estas páginas.
Aquí no soy inmortal,
pero puedo cortar el dolor del abdomen,
extirpándolo.
Esa es mi fuerza.
Mi fuerza de gana.
Juguetes
La historia
de los días sobrellevados es interna;
ni siquiera cronológica.
Lo que no se vive a simple vista,
lo que no está programado.
Los enfermos no son una categoría específica; nadie lo es.
Esto es comprendido
por tan pocas personas
y en lugar de desalentarnos,
obliga a no poner en limpio
la hoja de ruta.
Auditarse uno mismo es perder la brújula
que conduce
a experiencias alejadas del saber
cómo se construye la brújula;
Vivir en un riesgo supremo.
En los bajos fondos no hay quienes se digan artistas;
allí se enfrenta
a la cotidianidad como si fuera un hallazgo
que crece en la escondida
indiferencia de cada uno;
allí se plasma lo que pasa.
El abandono: un teatro donde moverse;
el dolor: sus escenas partiendo a la búsqueda
del juguete perdido en la niñez.
Una persona
Las imágenes
de la resonancia magnética
traen la novedad de la estridencia,
la deformada suerte que no da aliento ni promueve
el discurso de la valentía.
La vida no debe enfocarse en la tristeza de aguantar.
La orilla también puede ser el final de una densa
aventura entre los trópicos.
El cansancio saca los brazos,
en los múltiples
sentidos de la combinación de palabras.
Deslices en medio del agua
que ya no viene del mar,
ya no es el mar,
se ajusta a unas cuantas gotas en la cicatriz.
Catarata o bilis.
Un punto en la mirilla,
sobre
la ruta
inmaculada.
Juan Secaira Velástegui (Quito, Ecuador, 1971). Licenciado en Comunicación y Literatura (Pontificia Universidad Católica del Ecuador). Ha publicado ocho libros. Su obra literaria ha sido traducida a varios idiomas y ha recibido reconocimientos en el Ecuador y en el extranjero. Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade (2012); Premio Nacional de Poesía Paralelo Cero (2023). Ganador del Primer Premio de Poesía Gustavo Garzón (2023), con su poema Sin resolución. Uno de los ganadores del Concurso Nacional de Cuento y Relato Retorno (2024). También dibuja y pinta, con su mano menos hábil, pues, debido a una enfermedad, dejó de ser diestro para aprender a utilizar su mano izquierda.