LUCAS CHÁVEZ – LOS OJOS DE LA TIERRA
Irremediable
Después de vientos de triste amor,
alcancé a duras penas
un inesperado segundo aire.
A quien quisiera podría ofrecerle
mis ojos inyectados en sangre
acompañado de la bondad
que decidí pintarles para siempre,
junto con las risas que se me salen
por cualquier cosa.
Y, aunque dijera que no daría
más poemas, mis versos
me acusarían de mentiroso.
Los ojos de la tierra
En medio de la bruma
me reflejo en el espejo de la luna.
Contemplo la vida
que pasa suavemente
y me canta una canción de cuna.
Me duermo eternamente
y la poesía me besa la frente;
aletargado y a veces consciente,
mis ojos de tierra
dejaron de ver un mejor presente.
Tengo un cráneo de yeso:
para mi ceso
un recipiente.
Mi piel labrada
espera dar frutos
y se resiente.
Con pesticidas y químicos
me haré cagar la mente;
ya con noventa años me doy cuenta
que sólo tengo veinte.
Para cruzar el mar me construiré un puente,
voy a talar todos los árboles del mundo
aunque haga mierda el ambiente.
Quizás algún día escriba un buen cuento.
Lo llamaré “El planeta de los giles”.
¡Qué buena idea! ¡Qué chistoso!,
en mi cuento siempre veneran al más tonto.
Todos curados de espanto
y de espanto curados.
Mi cuento tendrá muchos párrafos copiados,
por cada punto o coma
habrá personajes asesinados.
Muchos bailes y canciones
para crear ilusiones.
De tanta sangre, el mar y el cielo están rojos,
se destruye el planeta tierra…
y de tierra son mis ojos.
Qué bueno que ya no es así
Recuérdame aquellos días
que solían sentirse tan cálidos
envueltos en muchas cobijas
de labradas y extrapoladas mentiras
que diligentemente todos esos días
me pintaban cuadros preciosos
en los lloriqueos de mi rostro.
Si me recuerdas no olvidaré
que ya hice cagar el paradigma de mi realidad
y me puse a darle duro contra el frío
carbonizando la leña de lo que alguna vez
pude haber sido
entre tus brazos.
A pesar de eso todavía puedo escuchar
la conspiración de mis palabras junto a tus mentiras
que a palos me dejaban llorando,
así como cuando niño después del terrible porrazo,
y si soy sincero,
aunque sea solo un recuerdo,
todavía puedo sentir el frío de mi soledad,
la dureza del dolor,
la sal de mis lágrimas,
la inescrupulosa certeza de no merecer ser amado.
Ahí nos vemos
Te escribo un poema
si es que tú le pones nombre.
No me digas nada si tu respuesta es sí,
tengo algo para decirte
el día que nos encontremos
por ahí.
Por aquí aprendí a que los días
también me pueden querer,
antes entre la soledad y una autoestima mancillada,
el ocio y la tristeza unían fuerzas
para darme mierda de comer.
La soledad ahora me parece tan dulce,
con tranquilidad la disfruto,
le digo todos los días que la amo
y espero poder amarme tanto como a ella.
Ahora me río como un tonto,
me siento como un amanecer,
a los monólogos en mi cabeza
les dió por hacerme sonreír
y pareciera que, si quisiera, podría.
Te escribo un poema
si es que me prometes ser
como la soledad.
No me digas nada si tu respuesta es sí,
te lo diré todo, ya sabes,
por ahí.
Respirando los días
A veces, cuando estoy por perder la calma,
pienso en respirar.
A veces, cuando estoy triste, también.
Respirar hasta que todo pase.
Miro al cielo mientras echo humo
y me perdono una y otra vez,
aunque en fin de cuentas
no puedo hacerlo del todo.
Me veo pequeño y débil,
lejos de caer en una mirada.
Recuerdo tantas cosas que quisiera olvidar.
Olvido tantas coas que quisiera recordar.
Me siento tranquilo a pesar de todo.
A pesar de todo.
Me gustan las mañanas y las tardes
y siento cómo se avecinan las noches de verano.
El viento lleva mi cuerpo liviano consigo
hasta perderse en el horizonte.
No quiero volver a sentir pena y angustia
y me visto con las sonrisas que me van quedando.
Mis dientes cada día más manchados.
Mis pulmones cada día más cansados.
Mis ojos cada día más tristes.
Mi sonrisa cada día más sincera que nunca.


Lucas Francisco Chávez Riquelme nació el 27 de febrero de 1998 en Chillán, criado en la comuna de Laja, Región del Biobío, Chile. Actualmente se encuentra finalizando sus estudios de Traducción en idiomas extranjeros en la Universidad de Concepción, sede Concepción.
Con 18 años formó parte de una antología publicada el 2016, titulada Escritores de Laja (Ed. Bukowski) donde se encuentran 5 de sus escritos.