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AÑO 4 - 2023

MELISSA VALVERDE GAMBOA – MARCA DE NACIMIENTO

Melissa Valverde Gamboa (1996, San Isidro de Pérez Zeledón). Es egresada de la licenciatura en arte y comunicación visual con énfasis en textiles de la Universidad Nacional de Costa Rica. Es una de las co-creadoras de la colectiva de mujeres poetas Jícaras, por lo cual ha participado como exponente en la feria internacional del libro en Costa Rica en 2018 y 2019. Melissa ha compartido sus poemas, relatos cortos e ilustraciones en proyectos independientes en México, Guatemala, Chile y Argentina. Su primer libro Boceto de Cuerpo Entero (2022) cuenta su camino de transformación hacia la adultez y el amor propio. Mía Gallegos, Premio Nacional de Literatura Aquileo J. Echeverría, nos comenta en el prólogo del poemario lo siguiente: "La voz de Melissa brota del campo costarricense en donde los patrones patrilineales son todavía más poderosos que en la ciudad. Melissa ha escrito un libro de poesía perdurable. El poemario, dividido en seis segmentos, nos muestra el paso de una joven hacia la vida adulta, con sus
sobresaltos, sus dudas y, especialmente con las ganas de comerse el mundo.”  Este libro representa para la escena local poética una propuesta vulnerable ante los problemas existenciales, la soledad y las preguntas, que pueden surgir en la vida de las personas durante sus veintes. Boceto de Cuerpo Entero encierra detrás de una portada hermosamente ilustrada por la artista costarricense Laura Astorga Monestel, un remedio prolongado ante la riqueza de nuestros propios lugares incompletos. Se puede adquirir en físico directamente con la autora al correo mvalverdeg6@gmail.com.

Marca de nacimiento

Dormir al revés,
contemplar la mañana
y acostarse temprano
mientras todos juegan y se abrazan.
Traspasar las horas y volverse espejo
con las manos arriba y la nariz fría.
Así dormía cuando nací,
esperando que el sueño me alcanzara para crecer.

Soñé que me sacaron los dientes
Y en las raíces de mis muelas
había una mujer.
Sus cuarentenas
no son tan largas como las nuestras.
Dice que coserse la uretra y sanar el desgarre
es uno de los dolores que más fáciles se olvidan,
y que cada vez que les ve a los ojos
compara su dolor con un abrazo.
Entonces huye nuevamente a las mangas de flores de su mamá,
secretamente quiere que algún día
sus hijas busquen refugio en las suyas
y fingir ser fuerte.
Me contó que a veces palpa con un dedo la libertad de estar sola un ratito cuando
los chiquillos no están
y de llegar
                          casi
                                    casi
                                           al orgasmo.

Hasta que recuerda               

que dejó el tubo de la lavadora abierto,
entonces observa el agua
y piensa en su recorrido:

                                                              “Viene de la periferia
                                                  pasó entre muchas plantas tropicales.
                                             Quiero pensar que nació en el bosque nativo

                                                              y que una de sus gotas
                                                se suspende en una tela de araña
                                                          dónde está mi madre
                                            que luego de observarme me devora…”

Despierta,
escucha las noticias.
Salir de casa solo para ir al súper,

fue siempre su único placer.

24

A las plantas que no sobrevivieron.

Antes tenía mala mano,
todas las plantas que traía conmigo,
salían en una bolsa negra para la basura.
Para poder cuidarlas
tuve que aprender a querer mis ojeras.
Darme cuenta que esta especie
necesita del incendio del mediodía,
sentirse empática
y dejar de fingir sobriedad.
Hoy solo quiero
dejar mi cuerpo morir un poco,
mojarlo en mis propias aguas
y consumirlo en su tierra.
Buscar lo que me embriaga.
Gracias a las plantas,
cuido mis manos
porque sé que son semillas
y encomiendo mis latidos ingenuos al sol
para con cada palabra poderme sanar.

Atardecer entre boñigas

Vamos a estar bien.
Vas a decirme de nuevo
que te arrepientes de todo lo que hemos pasado
y yo, con una sonrisa complaciente
voy a fingir que no me importa
con tal de ser tu amiga.
En este instante,
las nubes lo tapan todo
y las gotas se sienten
aunque no caigan del cielo,
porque salen de nuestros poros.
De camino al río,
resucitamos mil veces.
Comimos y fumamos entre boñigas.
¿Para dónde íbamos?
No vamos a lograr llegar.
El aire nos ganó,
las nubes cerraron el camino de la luz
y nuestros cuerpos ya no saben brincar entre las piedras.
Queríamos estar menos tristes juntos,
pero no somos tan importantes como el sol.

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