MIGUEL CARPIO – MI AMOR ME SACA FOTOS
Mi amor me saca fotos
Mi amor me saca fotos
y ella no sabe
que son mi despedida.
Mi amor me saca fotos,
y aunque la cámara se burle,
yo sonrío para ella.
Mi amor me saca fotos
y yo la dejo acercarse
para consolarla cuando mi ausencia.
Mi amor me saca fotos
y yo me deformo la cara
para que su risa ahogue el llanto.
Mi amor me saca fotos
para que todos estos años
la consuelen mientras yo descanse.
Mi amor me saca fotos
y sin que lo sepa
yo me despido de ella.
Mi amor me saca fotos
y el beso que captura
espera para fracturarle el alma.
Mi amor me saca fotos
y sin que lo sepa
le pido perdón con esta sonrisa.
Mi amor me saca fotos
y ella no lo sabe
pero son mi despedida.
Canción de cuna
Me gusta dormir
en ríos amarillos y amargos,
con canciones de cuna
que me consuman por dentro
y me cierren los ojos
abriéndome la garganta
a gritos.
Me gusta el arrullo
del fuego en mis vísceras,
el un-dos, un-dos
de la arcada profunda.
Me gusta que las ovejas que cuento
se tropiecen al andar
al tratar de brincar la cerca de botellas
donde apoyo la cabeza.
Me gusta esa canción
porque siempre que la escucho
sé que sólo queda descansar
y esperar que sea el final.
Niño interior
Si lo buscas
tal vez le estén exprimiendo el sudor,
creo que lo han vuelto a internar
si es que no ha vuelto a escapar;
por quinta o sexta vez
o séptima
u octava.
Si no lo encuentras ahí, ve al putero.
No le gusta acostarse con las mujeres
pero a ellas las considera amigas
porque ellas no lo abruman con tareas
ni con lecciones ni promedios.
En el manicomio,
ahí no está.
Ya estuvo algún tiempo
encerrado en un cuarto
encadenado a una muerta y una cruz,
durmiendo en el suelo
con dos guardianes enfermeros
que hurgaban los culos de las flores de los sueños
buscando si llevaban algo de droga o de sexo.
Cuando lo encuentres
se estará masturbando en el infierno
succionando los pezones y los coños del Cielo,
y seguirá intentando aprender a nadar
en la espuma amarga de las olas
huyendo de los incendios de tabaco y humo verde;
y se habrá suicidado por quinta vez
bebiendo un cóctel de pólvora
y hojas de afeitar,
porque la infancia
el puto sueño de la infancia
nunca duerme, nunca muere.
Y cuando lo encuentres, dile que venga;
quiero que conozca a mis hijos.
Arde
Arde el bosque
y en el tronco las hormigas
bailan con el pánico.
Arde el infinito
–ese cosmos que nos deja
flotar en él–
y todavía no sentimos
más que una brisa
en las cenizas de nuestras bocas.
¿A dónde huyen
las hormigas?
–A esconderse en un cadáver
para resucitar en el vientre de una bestia–
¿A dónde huyen
las hormigas?
Arde el bosque
y en el tronco las hormigas
oran a su dios
para que sus cenizas sobrevivan.
Desalojado
Has vuelto del infierno
y tu casa
huele a ceniza.
En la alfombra de tu cuarto
tropiezas con el humo de un recuerdo;
de un grito que no fue tu nombre,
de un gemido que no se clavó en tu espalda.
Has vuelto del infierno y tu casa
huele a humo.
Te echas en la cama y ves las cenizas de una sombra
que no es la tuya.
Giras
y en sus sueños
ves el eco de unos ojos
que no te pertenecen.
Y entonces
el vello rubio
en su pubis negro
te recuerda que ese
ya no es tu hogar.
Miguel Carpio (Oruro, 1993). En 2012 ganó el premio Pablo Neruda con el poemario Jazzologías (2015, Editorial 3600) y fue finalista del XLIII Premio Nacional de Cuento “Franz Tamayo”. Fue seleccionado por la Unión Europea en la antología Bolivia sub- 35: Narrativas emergentes por su libro de cuentos Dos botellas más cerca de la muerte (2021, Editorial 3600) y forma parte de la antología Boundless 2022: The anthology of the Rio Grande Valley International Poetry Festival (2022, FlowerSong Press). Publicó relatos, poemas y reportajes en las revistas Letralia, Marabunta, Cuaderno y 88 Grados.