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AÑO 4 - 2023

OPTACIANO – VERSOS INFAMES

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Versos infames

 

Ahora que ya no distingo las putas horas.

Ni me asusta el agobio del tiempo inventado,

y me dan lo mismo esas que se fueron hace un instante.

Me siento a escribir estos versos infames.

 

He oído el odio de cerca

y la crueldad de los pensamientos en mi contra,

así que no me queda más que asumir estoico

este poder concedido por todo lo que he vivido.

 

Destrozaré con fuerza el discurso hipócrita

que asumen algunos iluminados,

que padecen y compran sus angustias

engrupidos por el don de su delirio mesiánico.

 

Se que he sido un prófugo del recato.

Y un fugitivo de la obediencia borrega.

Se que he experimentado la ira verdadera

amparado en todos mis destrozos,

los que, por cierto, he pagado hasta en cuotas mensuales.

Así que no tengo problemas en absolverme

y perdonarme yo mismo nuevamente.

 

Aborrezco y no acepto los sermones de mierda,

de esa gente de mierda,

que solo han vivido mentiras,

para aparentar la nada enquistada

es sus miserias cotidianas.

 

Envidiando mi crudeza por vivir la belleza

y amar en la simpleza.

 

Es por esto y por todo,

que no me repliego

ante nada,

ni nadie

 

y me gasto la sangre pactada,

en estos versos infames.

 

 

Progresión al descalabro

(a mis amigos de Dichato, Los de La Sotta).

 

Mis pasos torcidos me llevan de regreso a mi cantina favorita,

esa misma donde mis causas ya prescribieron

y me permiten entrar de nuevo.

 

No queda lejos este boliche,

solo cuatro pisos abajo en el Rosal más lindo de Santiago.

 

Llena de viejos tercios,

veteranos de quiebras y divorcios,

algunos alguaciles de las buenas costumbres,

plañideras de romances fallidos,

y uno que otro paseador de potrancas ajenas,

mis favoritos.

 

Amigos todos del disfrute caramba,

gente guapa, gente linda, que se celebra así misma,

gente que no tiene nada que ver huevadas.

 

Hoy me voy de juerga “cabres”,

¡sí!

otra vez ¡Y que!

y me lanzo como lo hacemos allá el “sure” pues,

de tiro largo,

si no “pa” que.

 

Así que me emperifollo con esmero

y encomiendo mis pasos a mi calzoncillo al revés,

que me hará ganar el dominó de la noche larga

y el naipe de la patraña corta.

 

Que me hará ser un éxito otra vez,

donde obtendré alguna nueva talla,

un cagazo o una medalla.

 

Este mambo es de tiro largo

y comienza esta progresión al descalabro

con el disfrute de los escarceos previos y choques íntimos de copas,

los “chin chin” y salud pues,

esa bella etapa inicial que se llama, el copeteo.

 

Luego seguimos invocando recuerdos

y audacias pasadas,

con más choques de copas,

vasos y botellas,

gritos y ¡llegaron ellas, las estrellas!,

en esta etapa intensa llamada, el firme copeteo.

 

Pasan las horas y los humos.

Se suman otros viajeros del trasnoche,

uno que otro “crac” de la tele,

llegan las fotos y las “selfis”.

 

Llegan los abrazos y los te quiero mucho,

hace tiempo que no te veo,

“voh” estay igual “weon”,

puta que te quiero “weon hoooo”,

haciendo honor en esta fase,

a la exaltación de la amistad.

 

Tan solo un brindis más,

y comenzó el espectáculo

de los cánticos de la escuela e himnos regionales,

sumándose al tiro al “webeo” otros alegres parroquianos

al coro improvisado.

 

En ese instante el regente anuncia su entrada,

diciéndome que baje el tono al tiro,

que no estoy “na” en el estadio.

Recordándome, además,

que estoy con tarjeta amarilla otra vez.

 

En ese momento uno baja un cambio,

medita un poco,

arregla el mundo

y se fuma alguna idea rara trasnochada.

 

Pero en mi caso,

me llevó a inaugurar la etapa de los insultos al credo,

políticos y fuerzas del orden público.

 

En la misma,

y como no falta el defensor de algún corrupto conocido,

me pasé directo a la fase de la enemistad,

las chuchadas y los aletazos.

 

Y en este ascenso al descalabro,

llegó la inminente destrucción del inmueble.

 

Para terminar ahora,

durmiendo la mona

y escribiendo esta historia en un calabozo cercano.

 

Postdata:

No salgo más conmigo,

y cualquier semejanza con el Berri,

es pura mala “cuea”.

 

 

También fuimos

 

Solíamos hacer caminos en pastizales ajenos.

Acostumbrábamos a encontrarnos después de los piqueros en el río.

 

Fuimos los nativos en esos ríos nocivos,

fuimos forjados de asfalto en llamas.

Fuimos esa pasión soterrada entre el hinojo florecido.

Fuimos estoicos, licenciosos y agresivos.

 

Solíamos salir a jugar a la calle,

siempre que el sol fuera anaranjado por las tardes.

Solíamos estar solos y descalzos

y nos lavábamos las patas en una batea,

para entrar en la antigua casa a tomar las onces.

 

Cruzamos muchos caminos,

cruzamos muchos límites,

incluso esos malditos límite al infinito.

Cruzamos otro patio entre las tablas podridas del viejo cerco

y nos atrapamos en esas fiestas furtivas.

 

También fuimos escombros afilados en catástrofes inducidas.

También fuimos los rostros con la mirada trastocada,

también fuimos crueles con los otros niños.

 

Derrocamos con risas las miserias de nuestro linaje abusado,

y adornamos de golpes nuestros temores más odiados.

 

Solíamos almorzar una hora después del mediodía,

y cenar la carne estofada cuando la había.

 

Fuimos el público del Festival de La Una,

fuimos la entrada y el plato de fondo.

También fuimos el segundo plato, el postre y el vino.

Siempre fuimos los púberes más aventajados en todos los sentidos.

 

También fuimos las carcajadas mezquinas,

aunque ahora todo sea recuerdos en risas.

Nunca fuimos tan dóciles ni ariscos mal paridos,

siempre deseamos cruzar la línea de lo prohibido.

 

Nos santiguaron con agua de Palque

y bebimos el Natre con limón,

para condimentar la culpa y saborear el dolor.

 

Nos perdonamos entre rabias desnudas en un catre antiguo.

También fuimos la fiesta,

el baile y el vino

y nos fumamos todo el odio en la casa del olvido,

acribillada de recuerdos y gemidos explosivos.

 

 

BIOGRAFÍA

Optaciano es el pseudónimo y nombre de guerra de Luis Alejandro Henríquez Reyes (1978). Poeta, escritor y biólogo marino nacido en la comuna de Coronel Región del Biobío. A los 17 años participó del taller de poesía de la escritora y poeta penquista Rocío L´Amar para alumnos de enseñanza media de la comuna de Lota, publicando sus primeros poemas en Antología de Lota (1995). Luego de muchos años llenado libretitas en blanco con versos y textos extraños el año 2018 participa del taller Crónica de las Emociones del programa radial de rock y poesía La Carpa del Diablo del escritor y periodista santiaguino Walter Contreras, periodo desde el cual se escuchan al aire o vía streaming los versos de Optaciano. Recientemente publica un poemario autogestionado e independiente junto a la Editorial Livroz titulado, Olvidos Perdidos (2021) donde reúne versos y poemas en formato de bolsillo ideal para viajeros incurables.

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