ÓSCAR BARBERY SUÁREZ – HAMACAS Y CEMENTERIOS EN LA CIUDAD ANILLADA
POESÍA DESDE EL AMAZONAS BOLIVIANO
Por Óscar «Puky» Gutiérrez
En el vecindario poético latinoamericano, Bolivia debe ser como esa vecina a quien nunca nadie ha
visto. Por recatada, por indócil, por mediterránea. Sin embargo (ustedes ya lo comprobarán), Bolivia es
un país preñado de poetas entrañables.
Otro dato. El 60% del territorio boliviano está conformado por “tierras bajas”, es decir, por inmensas
llanuras verdes y prodigiosas selvas amazónicas. Sí, los países siempre son mucho más que aquello que
sale en las postales…
Propongo entonces, ávida, sensual y digital tribu de lectores, abrevar de estas otras, desconocidas,
húmedas, y bienhechoras aguas bolivianas.
Oscar Barbery Suárez es, qué duda cabe, un personaje singular. Si de veras es cierto aquello que se
rumorea (y es verdad que los dioses, a algunas personas les dan un beso prenatal que los signa como
futuros artistas y creadores), entonces, a Oscar, esos dioses, literalmente, se lo comieron a picos…
Veamos: arquitecto, caricaturista, compositor de canciones, guionista, diseñador de stands, narrador,
dramaturgo, novelista y, por supuesto, poeta. En el caso del autor de la tira cómica “El duende y su
camarilla”, la capacidad creativa es casi, casi, perturbadora.
En el año 1996 publicó “ABC: Guía de costas”, poemario con el que obtuvo el Primer Premio en el
Concurso Municipal de Literatura de ese año. Pese a que en ese libro inicial ya se encuentran textos de
extraordinaria precisión poética, poseedores de una voz urbana, peculiar y cercana, los lectores tuvimos
que soportar su silencio poético por casi dos décadas.
Finalmente, en el año 2015, publicó “Luna Ático” (libro en el que conviven textos de diversas épocas) y
que se constituye en una singular comarca poética en la que el lector encontrará, por lo menos, dos
rasgos perfectamente reconocibles: el uso del humor como recurso literario, y la presencia casi obsesiva
de la ciudad de los anillos (así se conoce, coloquialmente, a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra por su
planificación urbana circular y concéntrica).
Comencemos por el humor. Muchos de los poemas de este autor poseen la inusual capacidad de
provocar sonrisas e, incluso, sonoras carcajadas. Oscar Barbery tiene la poco frecuente habilidad de
escribir travesuras y disfrazarlas con el ropaje de la buena poesía o, quizás, es más bien al contrario, sus
textos son el testimonio evidente de que la poesía es una de las formas más elevadas de la travesura:
“Te amo tanto que/cuando yo muera/un gusano/soñará contigo”.
De este modo, lo lúdico, el juego, el guiño, la tomadura de pelo, la complicidad y la inteligente sutileza,
resultan ser elementos más que bienvenidos en un país poético (Bolivia) en el que siempre, o casi
siempre, los poetas tienen la muy mala costumbre de tomarse demasiado en serio.
Nada más alejado de los lamentos bolivianos y los pesares y las letanías y los vericuetos herméticos de
otras propuestas. No, a Dios gracias, lo de Oscar Barbery es el resultado disfrutable de un trabajo
sistemático e intuitivo sobre el duro metal del lenguaje hasta sacarle chispas impredecibles y, claro, los
lectores gozosos, agradecemos un poco de caricia entre tanto sórdido puñete cotidiano.
El otro rasgo distintivo de su voz, su registro, o lo que los oxidados textos sobre poesía llaman “estro”,
es el lugar en el que suceden sus versos. En su propuesta poética, Santa Cruz de la Sierra, la ciudad de
los anillos, esa “telaraña” feroz y entrañable que habitamos, es un personaje más, un espacio vivo por
el que el poeta transita a sus anchas. Por ser testigo presencial de sus múltiples transformaciones
externas, el poeta sabe descubrir, debajo de las mascaradas cosméticas, parte del alma burisera
(fiestera) y con surazos (fríos súbitos) de esta urbe circular.
“Luna Ático” es también, por otras razones, un libro singular, ya que al poseer un carácter antológico,
nos permite recorrer varias de las parcelas que componen el territorio poético de su creador. Es por eso
que en sus poemas más recientes los lectores notarán el peso de esa cosa abstracta, colectiva y
terriblemente democrática que eufemísticamente llamamos “el paso de los años”: el humor cede
terreno ante la madurez, esa mezcla de desazón y sabiduría tan propia de las almas habitadas. De ese
modo, en los poemas de escritura más reciente se percibe el eco tartamudo de los años que se nos
acumulan encima, sin advertencias previas, despiadados. Pero en esos poemas no hay espacio para el
rencor o la amargura, tan solo, quizás, para la constatación empírica de la brevedad humana…
El mencionado poemario (y la selección hecha en esta antología) incluye canciones de Oscar Barbery
Suárez. No nos extrañemos por ello. La canción es la hermana siamesa del poema porque ambos son
paridos con la esperanza de ser pronunciados en voz alta. Disfrutemos, ahora, de esta voz singular,
cercana y entrañable.
6
Me preguntaron
qué palabras,
qué frases,
qué tramas,
qué conceptos,
qué temática,
qué imágenes,
qué historias
has dicho que otros ya
no las hubieran dicho.
Callé.
No todos los silencios
han sido dichos.
7
Te amo tanto que
cuando yo muera
un gusano
soñará contigo.
28
Un poema a los ojos
algo así como
el código secreto de tus ojos
de luz quebrada que se va astillando.
Un poema a las caderas,
las tetas, las nalgas,
geografía de tu cuerpo
que no me dejas aprender
aplazándome cuando
me toman examen sobre ella
los amigos del barrio.
Un poema al sexo,
el mundo quedó afuera
por dentro tuyo viajo
en mi subte rosado
trantrán, trantrán.
Me haces temblar, temblamos.
(Más de un poema
confieso que he matado).
A
Luna
vasta y bastante
como botón de muestra.
El ojo cíclope.
Hueco iluminado del embudo negro.
Cicatriz de un disparo
en piel petroleada.
Mira telescópica.
Escarapela prendida sobre todo.
Cráneo en la bandera del corsario.
Clítoris de una dama oscura.
Reflector busca reos.
Escupitajo de Dios, por eso brilla.
Burbuja presa.
Ampolla de una sombra.
Ojal del luto
pezón
reloj
barquito
ombligo.
Aljibe para extraer la luz
mientras te espero.
4
Alguien echó a la suerte esta moneda
que la telaraña de la noche atrapa.
Soy un mendigo con la mano larga
y la luna no cae.
3
Caminaré otra vez esas radiales
con vocación de rosa de los vientos
circunvalando a pasos tus anillos.
Desandaré avenidas encontrando
a todas las edades de este devenir de tu cemento.
¿En qué ciudad de todas las que has sido radicará mi alma?
5
En su conjuro
España arrojó la piedra
que en vuelo rasante
golpeó la llanura
-ese lago-
y provocó estas ondas
estos anillos
de centro a periferia
circuito
en donde nos encontramos
y nos desencontramos
siempre.
PUNTOS DE VISTA
Memoria que tritura.
Este espacio
otro tiempo.
Este tiempo
otro espacio.
Historias que son otras
después de la molienda.
El hueso del pasado hecho harina
para el pan nuestro de la melancolía.
Cuestión de perspectiva.
Por ejemplo todo cae dice la nube
cuando ve ascender
el alma del muerto.
9
Cronos castró
ablación de dones
pérdida de gracias
y al final un viejo
espantapájaros
espanta primaveras
espanta abrazos.
La suplicada caricia que no llega
los amores perdidos para siempre
basura en el traspatio.
De nada sirvió llegar temprano
llegar tarde
no llegar
faltar
estar ausente
cumplir con los horarios
no cumplirlos.
Del tiempo la holladura en las agendas.
Lo que resta es espera.
Agotado el asombro
Cronos castró.
Ya no hay milagros,
el cielo es un eunuco.
13
No perdemos el tiempo
lo criamos
como criando un monstruo soterrado
de esos que se comen a sus padres.
Criaturita bestial
que pide a gritos
el alimento diario que le damos
dulce medida,
cómputo salado
amargo cálculo.
El biberón tic tac del minutero
su papilla de hora en los relojes
los días y las noches
el carbono 14.
Al medirlo le damos de comer
y entonces crece
bestial, amenazante.
El tiempo
¿te asusta?
A mí me aterra pensar que soy su dieta.
ÁNGEL EN EL BAR
(Tango)
Mi ángel en el bar…
un pollito mojado parecía
que en la barra esa noche se moría
herido por la lluvia torrencial.
Se tomaba su güisqui, el Serafín
despachaba su trago hasta el final.
Con su cara de arcángel, tras el cristal
me miraba de reojo, el Querubín.
Creí que le angustiaban las verdades
y que por eso mareó sus potestades
y al compartir del hombre las pasiones
olvidó tronos y dominaciones.
La humanidad destroza el Paraíso
y hay ángeles desplumados en el piso,
pero entre tanto caos y tanto odio
por qué no ha de beber Ángel Custodio.
Ya sé que no es ley de Principado
andar de ala caída, emborrachado.
Pensé: él es mi padre y es mi madre
y el ángel me decía: salud compadre.
Custodio y yo nos dimos a la charla:
que yo te amo, y que yo estimo.
Y no rechazo trago, ni escatimo
abrazos y palmaditas en su espalda.
Iluminaba afuera el flash del cielo,
se colaba en el bar el ronco trueno.
Y entonces pregunté, sin mucho celo
por qué el de la guarda es ángel bueno.
Mirá mortal, me dijo, desdichado
si sos feliz me tiene sin cuidado,
podés ser infeliz todos los días
que no estoy para cuidar tus alegrías.
Yo no te cuido, chico, te vigilo
De día y de noche, con celestial sigilo
No para que seás feliz, que eso no importa
y con esta explicación te la hago corta.
En realidad mi trabajo es obligarte
paso a paso, parte a parte,
frase a frase, hito a hito,
feliz o desgraciado,
a que cumplás con el guión que Dios te ha escrito.
DOMINGO
Llegó un domingo nuestro e increíble
entró como en su casa, al dormitorio
y sopló su primavera entre las penas
de las que somos malos propietarios.
Recién nacido se empeñó en mostrarnos
la pequeñez de nuestro abecedario
y enmarcando un jardín que en los cristales
pacientemente nos está esperando.
Y escondiendo su voz en el plumaje
de alguna golondrina que se escapa
bate las alas del corazón contento
para estrellarlas contra la ventana.
Y porque este día me está pariendo frágil
es que no quiero salir hasta la calle
a exponerme y creer que el mundo marcha,
y porque este día me está pariendo frágil
hoy prefiero quedarme en un romance
de humilde agricultor sobre tu cama,
porque hoy no puedo salir si no me olvido
de los asesinados que en domingo
siguen creyendo en Dios mientras reciben
como limosna el pan del victimario.
Oscar Barbery Suárez. Arquitecto. Creador de “El Duende y su camarilla”, tira de humor político que se
publicó diariamente en El Deber durante 30 años y de “Raspapinchete”, página de humor político
publicada semanalmente durante 15 años en El Deber. Autor de cuentos, novelas, poemas, canciones.
Autor de obras teatrales; guionista circunstancial de cine y televisión. Nacido el 5 de junio de 1954 y el día
de su muerte está por verse.
Letras inusuales y buenas!!!