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AÑO 4 - 2023

OSCAR TRUJILLO – LA VOZ DISCRETA DE LAS COSAS

¡Compartir!

La voz discreta de las cosas

 

 

 

Miles de hormigas arrieras

surcan el patio cada día,

por un camino diminuto

en armonía geométrica.

 

Los mirlos y azulejos

posados en las ramas del naranjo

analizan la intensidad del viento.

 

Sobre el tejado

los gatos callejeros,

practican sexo salvaje

en territorios invadidos

por ratones suculentos.

 

Siete tipos de ladridos

se contestan los perros

desde los balcones,

cuando pasan por la calle

sus rivales momentáneos.

 

Las chicharras

rasgan el sopor de las tardes

con sus riffs

replicados por coros guturales

de colegas lejanos.

 

En las paredes las lagartijas

sueltan carcajadas

tras engullir

insectos desprevenidos.

 

Las tejas de zinc

se dilatan,

emiten quejidos metálicos,

y sudan

castigadas por el sol.

 

La multiplicidad de lenguajes

que se escuchan

entre animales diversos

junto al aullido del viento,

y la voz discreta de las cosas,

despliegan su elocuencia.

 

En medio de todo este

batiburrillo,

tú y yo,

al parecer,

desconocemos el significado

de la palabra comunicación.

Disparo al rompecabezas

 

 

 

Cuando alguien

que conoces desde chico se apaga,

sabes que la muerte te ha disparado,

te tiene medido, sabe tus rutinas,

dónde vives, a quiénes amas;

la naranja exprimida es solo cáscara

sin agua.

 

Cuando alguien

que conoces desde chico se apaga,

muere también el niño que fuiste;

el rompecabezas que conforma tu vida

ha empezado a perder las piezas,

eres solo un fragmento

en la vida de otros.

El esplendor en la derrota

 

 

 

Me moví quince años

entre autos destripados,

como un cirujano de hojalatas,

cristales rotos, cerveza y grasa.

 

He sentido la dureza                       de faenar el campo,

recogí ajos, melocotones, ciruelas

en la cosecha levantina y manchega

al lado de gitanos bulliciosos,

ecuatorianos,

subsaharianos, rumanos y magrebíes.

 

El autobús que nos acercaba al tajo,

apestaba a desarraigo

y humanidad.

Parecía un zoco itinerante,

un crisol de ilusiones hacinadas;

un racimo de nostalgias.

 

La necesidad contra las cuerdas

se encargaba de traducirnos

el lenguaje de la derrota.

 

Sé cómo se las gastan

las lumbreras díscolas

y los borrachos luminosos;

fui urgido siervo de la noche,

serví copas hasta el amanecer

a ambos lados de la barra.

 

Sé cómo se la gastan

los escritores anónimos con callos,

las actrices curtidas siendo Blanche Dubois

en la vida real,

los artistas callejeros

con talento envenenado.

 

Estos ángeles caídos

liman tiempo a la esclavitud

para alimentar al duende.

 

No tienen autopistas a la gloria,

engañan el hambre con vino

y viven su cuarto de hora

entre los antros.

 

Se consumen en la multitud castigados

por pasearse la vida sin bozal,

por recrear un territorio amable

al margen de los grilletes.

 

Esperan que tantos años

retratando el esplendor en el fango,

un día les conceda algo de viento a favor.

 

Casi todos extinguirán su luz

sin que su barca toque tierra.

Calvario para las hormigas

 

 

Hoy termina la Semana Santa.

Un tercio de humanidad levita

por encima de la media

de bondad mundial.

 

Alguien con ínfulas

de Dios exterminador

está quitando

mala yerba con una pala

en algún patio colindante.

 

Ese silencio impregnado

de latente santidad es roto

por un anónimo asesino de rastrojos.

 

Me pregunto qué tragedia sucederá

en algún país con pedigrí y solera

para intuir la dirección

del dolor que importa.

 

Ayer estallaron nueve bombas en Sri Lanka:

trescientos muertos mal contados,

todos católicos, sin glamour.

 

He leído escuetas columnas en los diarios.

Breves reseñas en la tele e Internet.

No hay desgarradores trinos,

ni posts, ni lamentos.

 

Echo en falta la hagiografía conmovida,

las banderas, las fotos lacrimógenas

en los perfiles y avatares.

 

Alguien continúa desyerbando

en pleno lunes de pascua;

cada golpe de pala en la tierra

es un calvario para hormigas y lombrices.

 

Salvo el calor y los mosquitos,

todo está tranquilo en este pueblo.

 

Un aire beatífico se cuela por mi ventana.

No pasa nada que conmocione

hoy las siete calles de La Jagua.

Tan solo maleza aniquilada en patio ajeno.

Purpurina

 

 

                                             Nowhere girl you’re living in a dream,

         nowhere girl you stay behind the scenes,

                                                   nowhere girl you never go outside,

                                          nowhere girl ‘cause you prefer to hide.

B-MOVIE

 

 

Eran las once de la noche,

una vieja canción invadía mi mente.

Finalizada la jornada, antes de acostarme,

sentí antojos de un trago

y de escucharla.

 

Me serví una copa de ron;

tras años de esnobismo sonoro

hacer girar la bola de cristal era un motivo.

 

De inmediato el jovencito que fui

se abalanzó sobre mi pecho.

Traía dibujada una sonrisa

de viernes por la noche;

sus ojos humedecidos

despedían un brillo iridiscente.

 

No venía solo,

lo acompañaba ella

tomada de su mano.

 

Lucían radiantes,

ávidos de pasión y mundo.

Hubo que servir más ron,

tanta dicha arrebataba.

 

Varios de nuestros

temas favoritos

cayeron en cascada:

OMD, Joy Divison,

B-Movie, New Order,

Human League, Ultravox…

 

En un suspiro el reloj

amargado dio las tres.

 

Fui a la cocina a servir la última ronda.

 

Al regresar solo quedaban

arpegios de sintetizador,

huellas de labial y purpurina

en mi camisa.

 

Se marcharon sin despedirse.

 

La brisa retozaba con las cortinas

las copas vacías, los recuerdos extendidos

sobre la mesa…

 

¡Ni las gracias siquiera!

 

Me dejaron borracho, solo,

con esta alegría anticuada

mirándome a los ojos.

 

Sus risas inocentes,

taladrando el silencio de la noche,

y este agridulce desvelo synth pop.

BIOGRAFÍA

Oscar Trujillo Marín, escritor colombiano (La Plata, Huila, 1972) Cursó estudios de derecho y filología que abandonó para irse a probar fortuna a Europa. Vivió en España 15 años. Fue durante esa época Camarero, barman, cocinero, jefe de taller mecánico… En simultánea mantuvo vivo “orgasmos a plazos y una de vaqueros” en el diario “El Tiempo” de Bogotá. Uno de los espacios más originales y exitosos del boom de los blogs literarios en la primera década de este siglo. Ha sido corrector de estilo freelance, restaurador y escritor de planta en “Ciclismo Internacional” Estos poemas hacen parte de su reciente libro “El esplendor en la derrota”.

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