INDYRA LISY- NARCISISMO DEL AMOR
La casa, el bosque y el hombre nuevo
La muerte también conoce
mi desequilibrio estático.
No me resulta simpático
aceptar el frío roce
de quienes cambian de pose
según cambie la verdad.
¿Dejar que la oscuridad
me consuele y acaricie
arder en la superficie
con total impunidad?
La casa sirve de escudo
para evitar la salida.
La casa es una guarida
donde Dios entra desnudo.
La intemperie es un embudo
que nos succiona. Una fuerza
incontrolable. La adversa
ambigüedad de un pronombre.
En el corazón del hombre
hay una llama perversa.
¿A quién salvarán las modas
con sus blandas utopías?
¿A quién salvarán los días
de celebración, las bodas,
los escuálidos rapsodas,
el arsenal, las migajas
de libertad?¿Qué ventajas
disfrutaré sin mi angustia?
¿Soy una baraja mustia
en el mazo de barajas?
Discurso del sobreviviente
El plano superior de mi conciencia
se compone de sólidas patrañas:
discursos, argumentosa, artimañas,
demonios que produce mi experiencia
en la cría de cuervos. La demencia
tiene mucho que ver con lo sagrado.
Andar por el camino equivocado
Me conduce al silencio. El equilibrio
sobrevive al escándalo. El ludibrio
es la consigna del desesperado.
A quién voy a entregarle mi desnudo
Si yo nunca hice pacto con mis versos.
La muerte es una excusa de diversos
matices y preámbulos, el nudo
que logrará asfixiarme, el grito mudo
que escuchan mis entrañas todavía.
A quién voy a entregarle mi utopía
cuando los golpes cubran, viscerales,
el ruido de mi cuerpo en los cristales.
A quién le entregaré mi lejanía.
Existes si conoces la manera.
No esperes que te den la otra versión.
El hombre es una hormiga, una ilusión.
Naciste y morirás cuando Dios quiera.
La vida es una muerte que no espera
para mutar tus huesos en cenizas.
Por eso de morir no cicatrizas
ni puede regresar el que se vaya.
Morir es la teoría que no falla.
El hombre es un deudor, si lo analizas.
¿Qué consigna? ¿Qué mano acusatoria
me señala? ¿Qué sórdido manejo
me conduce hasta el sótano, parejo
con las bestias que tiran de la noria?
Conozco el laberinto de memoria.
Logré escapar. No vine a despedirme
de los extintos sátrapas. Morirme,
a estas alturas, es innecesario.
La dicha es un efecto secundario.
Estoy, a mi pesar, en tierra firme.
El hombre y el olivo
El sinsentido de no volver al cuerpo,
cuenta una historia de soledad en las penumbras.
Nació el hombre con la virtud
de no saber la fecha exacta de tu muerte
y con la virtud del olivo.
La tierra no contará sus años
aunque deje una cuantiosa descendencia,
pero besará cada uno de sus pasos
cuando elimina con todo el amor
las ramas secas del olivo,
y va, pensando en la savia,
envuelto en su abrigo de invierno,
a echarle un gran sorbo de agua
a su garganta de hombre desnudo.
Nació, y no de cigüeña,
en algo mejor que la torre de un edificio:
en un mundo de emblemas y pendones,
sobre rojas metáforas sin tiempo
y no podrá oler el petricor de la despedida.
El hombre intenta vivir,
porque sabe que solo vivirá de una vez por todas
y otros tantos también morirán,
sin poder saber qué manos desconocidas
habrán de enterrarles,
justo al fondo de esa incertidumbre de la tierra,
de esa tierra indiferente a su edad,
que solo le agradeció la poda del olivo.
Tampoco sabrá nunca
quién fue el que le puso un nombre a la tristeza.
El regalo
Yo te regalaré una piedra partida
de una historia muy larga.
Es una piedra
que viene de un bosque muy largo,
sembrado hace mucho
por las manos de niños tristes
con madres tristes
y abuelos con un hambre larga y sencilla.
Esta piedra vivió en el bosque
por mucho tiempo
y vio a la lluvia cerrarle los poros
y al sol
palparle con sus nervios
el pétreo coraje.
A veces quiso tener piernas
como los niños que con tristeza larga
sembraban el bosque.
Ese bosque que primero fue gris
antes de alcanzar la verde altura
con ilusión de permanecer,
de no morir nunca.
A veces quiso la piedra
tener alas
como los pájaros
que llenaban el viento con su alegría
y quiso ser albor de luna llena,
a veces los duros zapatos
de los que ordenaban sembrar el bosque.
Quiso ser más.
Quiso, esta piedra que te regalaré,
convertirse en el tesoro de alguien.
Quiso que alguien un día
se la arrancara al tiempo
y la convirtiera en maravilla,
y poder conocer el cristal y el amor.
Narcisismo del amor
Qué refugio al descubierto es el amor.
Acércate al juego donde más queme tus ojos,
pero no escribas un poema de amor.
Conversa con mendigos,
húndete en la tempestad de quien nunca pudo conocer el mar,
llora los atardeceres
con esos moribundos que no volverán a su madre.
Hazte un escudo que pasen las balas y las flechas,
llénate de hormigas las manos con las que morir,
pero no escribas un poema de amor.
Camina sobre tus sueños, písales las garras a tus sueños,
crúzate de brazos frente al dolor de tus hijos,
espera que llueva toda la sangre de tu cuerpo,
vete en contra de las masas,
bríndate a ser comida de los buitres,
date a la intemperie.
Ofrece tu mejilla a la voz acuchillante del desprestigio
pero no escribas nunca un poema de amor.
Debes saber que si escribes un poema de amor
cualquiera puede mirarse en ti.


2017 Premio nacional Concurso «Floresta florida» (ACTAF) narrativa Cuba.
Miembro de AHS Camagüey Cuba.
2019 Gran Premio del Concurso Internacional «Décima al filo».
2020 Premio Mejor Cuaderno escrito por una mujer en el Concurso Nacional «Ala Décima».
2020 Mención en el concurso nacional de glosas Jesús Orta Ruiz, Cuba.
Publicado el libro Pregúntale a Dios (España, 2019).