PEDRO ALCARRIA VIERA – TU MIRADA ES VIOLENTA
Llegamos a estas costas para
hacer un inventario de objetos y
regiones.
Un extenso piélago, un río
amargo salpicado de islas.
Los días se estrechan divisando
y midiendo la separación entre
las piedras.
Las cumbres desnudas que
emergen de la vegetación.
Plantamos el campamento en un
claro del agobiante bosque
oriental,
espejismo retorcido de
tronchadas ramas, fustigado de
espinos.
Hasta aquí llega el rugir de un
timbre de aves rapaces y de ríos.
Parecen huesos los guijarros.
Abigarradas letras las estrellas.
Figuras talladas, remolinos y
torrentes de agua.
Con el ansia y el calor los días se
estrechan, se agravan, se
confunden.
Se acabaron ayer las
provisiones.
En una incursión de caza,
perdimos otro tripulante.
Rompe la espuma de la que
abrevan hombres enloquecidos.
El resto está igual por el hambre.
Está desvalida nuestra razón.
Esto no debería estar aquí,
rompe a llorar el almirante.
Clama ayuda el cartógrafo, por
acabar su tarea al fin.
Quién eres tú que puedes cegar
un firmamento
y sembrar en el abismo.
Qué te ha mantenido fiel en la
desgracia,
a la palabra dada.
Tan tenaz como un
contrabandista,
remontando de noche la
corriente.
Tan tenaz como la noche,
como una prenda sin dueño en el
armario.
Como el lobo en pleno invierno.
Que has ganado la tregua más
precaria al despertarte,
y miserable, tu mentón, asoma
con apuro.
Eres una lengua cedente que
levanta un lienzo blanco.
Que deja atrás, seca, una fuente.
Que disloca las bisagras de una
sólida puerta.
Desplomas al último
superviviente.
Con lengua sumisa,
con la boca armada del silencio
de una noche sin sueños.
Igual que cuando ruegas que
no te quede sólo curiosidad
impotente,
y que no haya ardido la palabra
precisa, impasible y sorda;
al oír la reunión de tus amigos
sentados a la mesa,
piensas que hubieras debido ser
un cándido ojo azul.
Tu mirada es violenta
Escapa del tiempo y el silencio se
ensancha,
cuando habla sin venas una
lengua despierta.
Tu mirada es arrogante.
Es la doma de una yegua salvaje,
que húmeda aún del baño,
o con las crines ungidas de
sudor, irrumpió en el templo
cuando estallaba la salva
escuálida de los bostezos.
El silencio se inflama.
Tu mirada es violenta.
Escapa del tiempo y el silencio se
ensancha,
cuando habla sin venas una
lengua despierta.
Tu mirada es arrogante.
Es la doma de una yegua salvaje,
que húmeda aún del baño,
o con las crines ungidas de
sudor, irrumpió en el templo
cuando estallaba la salva
escuálida de los bostezos.
El silencio se inflama.
Eres el porvenir del fervor.
Del latín del griego y del fervor.
Serás la misteriosa figura de un
sueño.
Serás maestro de escuela.
Te convertirás en el lector.
Serás descrito.
Partirás en busca de patrón.
Obrarás de acuerdo a un
martillo.
Con un candor que habrá de
consternar a hombres
prominentes.
En cuestión de palabras, les
darás una interpretación
errónea.
Estarás al mando del tribunal de
hipérboles.
Adquirirás y destruirás el
inmueble y las tenencias de un
gran Prior.
Construirás puertas de entrada
que sobrevivirán por siglos.
Colaborarás en tu propia tortura,
atornillado a un bastidor.
Impugnarás la política de un
Rey.
No detentarás jamás el poder.
Serás subscriptor de un
dispositivo de resoluciones.
Tendrás influencia en el duro
tratamiento concedido al futuro.
Tu historia será falsa.
Harás fortuna con la disposición
para el canto de las masas.
Mi nombre es Pedro Alcarria Viera, nacido en Barcelona (España), ciudad en la que resido, el año 1975, soy escritor, traductor y guionista radiofónico, fotógrafo para publicaciones científicas en el campo de la historia del arte, colaborador en la radio pública de mi país y poeta con los siguientes títulos publicados: El dios de las cosas tal y como deberían ser (ArtGerust 2015, Barcelona) y Camada (Ediciones Vitruvio 2021, Madrid) además de coautor de la plaquette Damnatio Memoriae. También he publicado en revistas como Letralia, tActe Barcelona, Almiar, Herederos del Kaos, Casapaís o Taller Igitur. Soy creador del blog Cocinando chacales.