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AÑO 4 - 2023

LUIS ENRIQUE MORA CHEZA – NOSOTROS LOS DEL BARRO

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PRIMER VUELO

I

Es tarde, el viento sopla

los venados respiran el último vagón de horas de sol

tengo por cometa el alma

por hilo el corazón.

Volar a ti

enredarme en tus cabellos tibios

a tu cielo,

hasta que el viento

me empuje a un costado de tu vida,

no rompas el hilo que une y separa

costuras, miedos, amenazas.

Vienes.

Vas volando

 

II

Estoy hecho a tus antojos.

 

Debiste ser artesana del papel

matizando mi cuerpo de colores.

 

Debiste ser costurera

zurciendo tu corazón al mío

y remendando las horas

en un sonoro abril de eneros

en un manojo de lirios

en una tarde de arlequines tristes.

 

Debiste ser alfarera

para amoldar con gusto

mi barro humano al vaivén

de tus sonoras caderas.

Debiste ser vida y muerte:

matarme una vez,

vivirme eternamente.

 

Recojo entonces mis hilos consonantes

en tus manos de traviesa ardilla,

con las que me formas, coses y acaricias:

alfarera, costurera y artista.

No trises más el hilo

empujado a un costado de tu vida.

Cometa el alma. Hilo el corazón.

FATAL

Me dedico con futura insistencia al presente.

Al mañana lo evado con frescura,

me limito a dar razones severas

pues el pasado está crecido de panteones.

 

Ayer maté a un hombre.

Lo digo sin vergüenza.

Lo repito con venganza.

 

Manché con óxido mis manos

y al despertar:

una duda,

un presentimiento,

tan veloz como la vida.

 

Me inclino al sueño para olvidar sus ojos

pero la madera de sus permanencias

hace calentar el frío en mi memoria.

 

Anoche maté. -Lo recuerdo-.

Imprimí mi firma en su epidermis

y palpé el azúcar de su infancia

implorando con manos salvajes su continuidad.

Mi vez no tuvo principio ni final.

He arrancado la vida a un hombre

y no estoy ni triste ni feliz.

 

Seguro que después vendrán a verme.

Interrogarán mis huesos.

Vendrán los muertos de los que estoy feliz.

Tan contento pero triste al fin.

No tengo escape.

 

Puedo decir mi nombre:

esa muerte

que me cobra,

puedo decir que fue un hombre

y también que fue mi sombra.

 

EL VIAJERO

Las piedras no me dejaron ser geógrafo.

Los mapas me negaron su dominio.

Tenían  razón.

 

Me permito ser brújula averiada.

 

El tiempo es una cascabel que lo esquiva todo.

La flauta del encanto ya no sirve.

Todos siguen engañados.

Como una máquina de feria donde

salen boletos para viajar a las estrellas.

 

Yo, aún más inocente,

creía que a las estrellas se llegaba por el cielo.

 

Amo las piedras raras.

Su insolencia.

Su voluntad enamorada.

 

Nunca  pude  viajar más lejos que ahora.

Con azules mapas de esquizofrenia

y una maleta llena de sextantes.

Pero con la brújula, cada vez más averiada.

NOSOTROS LOS DEL BARRO

Fuimos

vasija penitente

coro de alabanzas mudas

reventando su calcio vital entre las piedras

y en ellas los secretos del mundo tuvieron pies

-los perdieron de tanto rodar el tiempo

fueron patas de liebre

alas de minerales quemados por los tiempos

angostos-.

 

Antes que al fuego naciéramos

las piedras iluminaron cerros y montañas

-en un parto sin luz vieron el día-.

Fueron

las prematuras de una superficie de nada y todo

en la memoria de un Dios indispensable.

 

Calizas y pómez infinitas,

mármoles y obsidianas,

basaltos y guijarros mudos,

arenas y pedregales juntos,

polvos viudos de azules cantares

de trovadores y corales.

 

Soy piedra y camino los roqueríos ignotos,

sobre agua y sal que me faltan y me sobran

por sobre las catedrales de los duendes

desafiando sus torpezas y vicios.

 

Los fractales de los que estoy hecho

se derrumbarán por relojes mudos y fríos,

recorrerán parques y avenidas

cantarán con pianos, fresas y manzanas,

desnudarán palomas de plumas tristes

les pondrán nombre a las estrellas

y cazarán olores de mercado.

 

Barros de todos los mundos.

Piedras venidas a mí;

amorfas y figuradas, puras y mestizas

sin azar ni afán de prejuicio.

 

Piedras ciegas

mudas y sordas

-sombras elementales de todos los suelos-

en todas las memorias

alborotadas y pendientes

del viaje siguiente

al polvo o al exilio

al azar o al olvido.

LA VENTA LOCA

Vendo versos en esta esquina.
En esta esquina los vendo.

Cortados esta mañana como redondas sandías.
Hágame el gasto.

Mis versos no saben que los estoy vendiendo.
Sólo están.
Como los perros que trabajan modelando ropa de perro.

Maniquíes de pelo y pulga.

Sólo están.

Mis versos son paraguas y aguaceros.
Toallas húmedas para lagrimones,
papel higiénico estampado de las más finas nostalgias.

Caserita:
Cómpreme estos versos en atados y racimos.
Hágame el gasto, la piel y sus deleites.
La blancura de mis huesos.
El canela de mi dermis enmohecida.

El mercado no es un lugar para vender estas cosas.
Tampoco los portones de universidades ni afuera de los ministerios.
Debo buscarle otro oficio a mi esqueleto.

Caserita venga a probar mis versos.
Los hay de humanidad y de alegría.

De madera también los tengo.
De aquí y de lejos.
De todo precio y variedad.
Pruebe los de amor y desprecio.
Dos por uno le he de dar.

Cambiaré mi retórica.
-Vendo versos light y baja azúcar-.
Versos en figuras de verduras y ensaladas.

Enconfitados y marinados en cada palabrita.

Aún me queda llena la canasta de ellos.
Debo buscar otro lugar.
Cuando salga la misa.
Cuando sea hora de almorzar.

Caserita: no se vaya,
cómpreme los versos.
Le doy mi sangre de yapa
si me paga con sueltos.

 

De tanto gritar la voz se me ha vuelto un estropajo.

NEGACIÓN

Dios juega con nuestros caminos.
Los engulle y los vuelve a escupir.
Se nutre de nuestras demencias.

(Yo nunca he jugado a ser Dios)

Quiero evacuar este lego de avión por las alas,
por las plumas,
por el pico.

Irme.

Como el viento cernido por vitrales
que me abra el pecho un par de nubes.

No tiene caso quedarme.
Mi jardín sigue vacío.

A Dios se le ha perdido mi expediente.
No me reconoce.

 

[Selección, Eduardo León]

BIOGRAFÍA

Luis Enrique Mora Cheza; nació en Julio Andrade, Carchi, Ecuador el 4 de octubre de 1981. Poeta. En 1999 fue merecedor de la Orquídea de Oro, máximo galardón de los XVI Juegos Florales de Poesía Estudiantil organizado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo del Carchi. En el 2018 publicó su ópera prima: “Escrito para verte nunca más” de la mano de El Ángel editor. Desde ahí ha venido participando en recitales locales en diversas ciudades del pais y con notables poetas nacionales e internacionales. Ha sido invitado al máximo evento poético nacional: Poesía en Paralelo Cero en el 2018 y 2019, evento que se realiza en Ecuador y que reúne a los mejores poetas y escritores nacionales y extranjeros. Actualmente reside en Quito, donde intercambia sus labores cotidianas con la poesía, con talleres y encuentros literarios.

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