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AÑO 5 - 2024

ROLANDO REVAGLIATTI – EL OMBLIGO OBLONGO

Rolando Revagliatti nació el 14 de abril de 1945 en Buenos Aires, ciudad en la que
reside, la Argentina. Publicó en soporte papel un volumen que reúne su dramaturgia,
dos con cuentos, relatos y microficciones y dieciséis poemarios, además de otros tres
poemarios sólo en soporte digital. En esta condición se hallan los seis tomos de su libro
“Documentales. Entrevistas a escritores argentinos”, conformados por 159 entrevistas
por él realizadas. Todos sus libros cuentan con ediciones electrónicas disponibles en
http://www.revagliatti.com

El ombligo oblongo

1


Alma,
si tanto me has querido,
por qué no dejaste que también tu cuerpo
me quisiera,
de vez en cuando,
una vez por mes.

2


Somos todos los mismos. Los hombres se peinan, se disfrazan. E incitan al espacio.
Nosotras nos aparecemos como contingencia, médano solidario. Los hombres truecan sus
fichas sinuosas: apuestan porque viene de lejos que vienen de lejos; con la implacabilidad
de los insoterrados, procuran la esperanza y su verde boca: el sueño; si nadie nos desdice,
somos los mismos, todos. Los hombres escancian alcoholes, se adormilan, arriman los
hombros, inyectan un virus, un detrito libre y proclamado. ¿Y el hambre?… Está allí…,
por allí, deglutiéndose (para revertirse). El hambre es un presentimiento. (Los soldados y
las meseras de otro siglo, las ochavas y los peldaños de otro siglo, imagínense, las reinas
y los ancianos de otro siglo; las violaciones y los aparatos de otro siglo, de otro siglo, las
plantaciones y los mostrencos de otro siglo, los circuncisos y las apestadas de otro siglo,
de otro, y desde aquel, éste es un presentimiento, un hambre.) En el andarivel los
hombres y nosotras, los caballeros y la historia; en el andarivel las mujeres y la seda, y en
las alcantarillas, los hombres a contraluz (y sus especias); ¿o acaso no es aquello, no
viene siendo el horizonte, no vienen siendo los hombres el amanecer?…

3


Por un lado, morirse, sí. Eso no se cuestiona. (Por otro, uno no se muere nada; sufre
como un caballo; gesticula contra la sombra, topándose; busca alguna amiga —de esas
que quedaron en amigas no se sabe por qué— como para contraponerse con la sombra
—sombra, fantasma, fantasmón— de la verdadera —¿verdadera? — detentadora de los
piolines —sí, piolines— unidos a los cuales uno…) Por otro lado, urdir tácticas ofensivas
—contraofensivas, pero que no parezcan— de esas para las que somos tan lisamente
idóneos cuando no nos dejamos interesar por la persona que —persona, no mujer con la
que uno.

4


A ese ser como una casa, amé. Yo creía poco que habría como él alguien. Preveía
poco su existencia. Y seguro que no allí, que no entonces. Allí era donde decidí estar,
quedarme; entonces fue únicamente entonces, después nunca. Mientras, me estacionaba
suave sobre el barro — ¿cuándo se dice decolar? —. Como yo lo amé cuando lo amé…

5


a) Dinamito el sistema de alarma.
b) Desafilo los cuchillos que sostienen mi carne.
c) Contrapunteo con cuerdas idiotas.
d) (…)

6


Esta chiquita tiene ganas de ponerse nerviosa. Más nerviosa. No lee ni medio. Subió
alterada, con chispas. Desde que sacó el boleto, tímida, con los ojos al voleo, flaquita e
inquieta no logra sosegarse, no posa casi los ojos en ese libro de texto ni en esa figura o
foto, no sé, en esa ilustración. Me atrae que nos mire. Podría aceptarse que hiciera el
séptimo grado, pero no, ya debe estar en la secundaria, y así, la presumo justa para
emborracharla con una gota. Mira, mira, los muchachos tenemos algo, los otros
—nosotros— y los de su edad. Mira corto, sin conciencia, “¿qué hace este libro en mi
falda?”, lo cierra, un dedo lo inserta como señalador, “¿cuándo me va a pasar algo?”,
¿cuándo le va a pasar algo? Estos huevos pétreos en un jarrito seco sobre la hornalla van
a estallar, van a restallar. La restañaría, en mi clínica de muñecas reconstituiría sus
pétalos, la insertaría —toda ella como señalador— en el nomenclátor de la sensualidad, le
permitiría confiar, ser alguien, confiar en ella, ser ella, acuciarme, acosarme, y de ahí en
más subime al cuerpo, en qué camilla querés, te bajo el alma, atravieso la foto del libro de
texto con un alfiler misterioso, admitamos la guerra, bando contra bando, tu crecimiento
me preocupa.

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