NATALIA BUSTAMANTE – ILUMINACIONES
2006
“Escribir después de Auschwitz es bárbaro (…),
el testigo debe hablar”
-Theodor Adorno
Corríamos con los ojos vendados
muertos de ternura,
nunca pedimos
una pinche guerra
redoblaron tanquetas
y cuernos de chivo,
su sangre etílica
fragmentó con granadas
cada una de nuestras venas
dinamitaron el hogar: mis abuelas.
Escogieron el miedo
para cagarse sobre nuestra pureza
¿Todavía recuerdas?
éramos jardines colgantes,
que dormían sobre la espuma del sol
en la savia de estrellas longevas,
abrimos ventanas que nacían
sobre la cima de Petemoro
incendiados por la belleza
de los días.
Iluminaciones
I
Arranqué sin remordimiento
el llanto de mi madre,
irrumpí en la memoria de mis amigos
que, inquietos por sentirse parir en el mundo,
tomaron de golpe los recuerdos, fuimos puentes
y atravesamos las avenidas
de un lago transparente y extinto.
II
mi corazón ya vio el mundo, no habrá paz
las lomas se quedaron sin eco,
la incertidumbre nos plantó en medio de la fosca.
Sumergirme entre montañas abandonó
mis manos al silencio. Esto es respirar el vértigo:
sentir los pulmones entristecidos de futuro
y frío, minar de recuerdos las fotos marginadas,
beber en sorbos la colada morada que no me olvida.
III
me dediqué a reconocer
el canto de la noche,
me encerré en la espera,
tomé en señal de himno los cantos
mal aventurados de poetas
que sufrieron este continente,
desenfundé los libros que habitan
en las tiendas clandestinas y baratas de la ciudad,
emprendí el camino a través de voces
que no anochecen nunca,
después de tanto ruido,
de sentir otra vez la calidez,
el sueño de recorrer el paisaje
donde no hay encuentro.
IV
dejé pasar las fotografías
donde nazco sin reconocerme,
los cumpleaños fueron una montaña
que llora cenizas.
Pero la estancia fue breve, mamá y papá
me llevaron a recorrer el mundo entre pasillos
que son un filito de dulce recién hecho.
No hay día en que el deseo me devuelva
los impulsos, para verme nacer otra vez en este cuerpo
donde todavía estoy en deuda.
V
se atrevieron a incendiar el Ministerio,
retando al hambre cada noche
para que no se ancle en su mesa,
y los deje en medio del desierto,
con un puño de maíz y pulque.
Sacrifíquense, dicen en punto de las siete,
no abandonen la orilla
del que rompe el alba.
Después de todo, el esfuerzo es paria
los camiones siguen mancillados
no hay aire que refresque este sitio
sobrepoblado, ni medida sanitaria
que devuelva la seguridad
de que mañana cenaremos en casa.
Estos ojos desorbitados sobre las ruinas
A Benjamín
Hay décadas donde el silencio
……… ¿de los pobres?
es el pan de cada día
Los desprolijos arrancan cadáveres
sillas presidenciales
pulpitos siniestros de la historia
aquí yace el abandono cuando
el pan de cada día
¡cada día!
se nos esconde destrozando la memoria
y el ansía de devorarlo todo
cada día
por setenta años de dictadura
Con la promesa del ahora sí,
nuestros padres anochecieron
en la octava década
panfleto neoliberal
CRUELESEÑORESPLANCÓNDOR
elegidos por dedazo///acometidos señorcitos
en Ayutla usurparon la comuna
A veces soñamos con hacer estallar el continuum
ensordecer de ruinas La Moneda,
abrirnos de grieta en grieta
(mar de un país imaginario /
¿otra vez tú, noche que no galopa?)
-somos hijos de la tierna furia
Natalia Bustamante (1994) nació en México, D.F, es historiadora por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Sus poemas han aparecido en revistas y antologías en México, Ecuador, Chile y Colombia. En historia ha publicado sobre Microhistoria italiana y pueblos originarios.