RICARDO ALEJANDRO OPAZO GONZÁLEZ- TRANSEÚNTE
Transeúnte
Seres
de este extraño mundo,
grave humedad de muerte
suena en la lengua.
Las catedrales
siempre están solas
vestidas de invierno;
habitantes deambulan
al borde de fantasmas
bailando vacilantes
la rutina diaria,
inventando enemigos,
buscando lo escondido.
Tras carcajadas
de estaciones
huyen trenes
rumiando sus salarios,
p-r-o-l-o-n-g-a-n-d-o
su miserable herida
de residencia planetaria.
Herencia humana
que corre vestida de muerte.
Hago una fiesta a la orilla de tus ojos
Hago una fiesta
a la orilla de tu vestido.
Mujer, en tu cuerpo
se congregan los pueblos
todas las razas pasan por tus senos
amamantando profetas y guerreros.
Hago una gran bacanal
a la orilla de tus ojos
que llenaron la prehistoria
compleja de nuestra especie
y sembraron astronautas
siguiendo la deriva cósmica.
Por ti los hombres
han desfilado entre llantos y flores
naciendo una y otra vez.
Hago una fiesta
en tu vientre
donde todos somos niños.
Alzheimer
Anclado en cama
mientras la familia acompaña
conversan, escuchan música,
salen, entran.
Mi padre camina por el cementerio
en busca de recuerdos;
encuentra a su madre orillando la lejanía,
aconseja a su hermano ya muerto;
a la virgen interroga por su seriedad,
pasea por los rincones de Curepto.
La cama se transforma en camión
donde transporta sus fantasmas;
de repente, salta al mar
y se hacen gaviotas los muebles
que se mueven lentamente
al antojo de sus sueños.
¿Está enfermo de olvido?
Es la soledad de los que ayer
fueron sus amigos
y ya hoy olvidaron su risa
ante el dolor de verlo acorralado
en esta habitación de horas largas.
Mi padre, que siempre fue mayor,
juego con osos de peluche
en la estación feliz de su niñez.
La anciana
Ella era hermosa
como Ruth espigando en su viudez;
podrá vagar por estrechas calles
buscando a la Beatriz de Dante
entre ventanas de bienvenida
o bailar como Salomé
en noches de alegría e incertidumbre.
Ella mira el cielo
resignada de estrellas negras
esperando la llegada de dioses mitológicos.
Levántate de esa cama de bronce
para destruir fantasmas
que el Quijote no logra dispersar;
o contemplar el Nilo verde
de la Alejandría de Magno Conquistador;
ven a rescatar los jardines colgantes
de la Babilonia moderna;
no permitas que el mundo
sea una herida en tu costado esencial…
Detrás del velador de mármol
la humanidad consume su historia
en los huesos cansados de la anciana.
La lluvia caía de mis manos
Con la mano izquierda
se ondulaba el pelo
y con la otra
dibujaba la tarde.
Cuando la lluvia caía
nos sentábamos a mirar
el naufragio de pequeñas hojas
rozando casas grises.
Árboles inmensos
escribían a los aviones
largas cartas de amor
y, ellos, se alejaban
dejando pequeños
hombres taciturnos;
en el estanque
veía borrar su imagen
con plumas lentas
de aves furtivas.
Cuando la lluvia
caía de mis manos
ella se ondulaba el pelo.


RICARDO ALEJANDRO OPAZO GONZÁLEZ
Nació el 1 de febrero de 1955
- Profesor de Estado en Historia y Geografía, Licenciado en educación
- Profesor del Centro Educativo Salesianos Talca
- Profesor en el Instituto Superior de Comercio
- Ex – profesor de Poesía Chilena en Universidad Autónoma de Chile.
Publicaciones:
“Poemas para naufragar en tu piel”, “solo de niebla”, “Estación olvido”, “Heridas de tierra”, “La casa abandonada” “Pájaros con vista al mar”, “Amarrados al tiempo”,” Palomas en muros derrumbados”
Aparece en diversas antologías, entre otras:
“Diccionarios de Autores del Maule”.
“Travesía por el río de la Niebla”.
“Faluchos, 30 poetas Maulinos”.
“Nueva antología poética del Maule y 100 años de poesía”.
“Lirico enjambre 500 poetas Hispanoamericanos”.
“El mar en la poesía chilena”.
“El amor en tiempos de bicentenario”.
“Una mirada sistémica”.
“Antología poética para el bicentenario” (Universidad de Talca).
“Intelectuales de la Región del Maule”.
“Antología Universal poetas del siglo XXI España”.