Víctor BenUri – En Uno De Los Mundos
Víctor BenUri, Managua, 1978. Periodista y Contador Público. Fue incluido en la compilación “Armario de Letras” para narradores, Editorial Caza de Versos, Nuevo León, México 2017. Colaboró con la revista y editorial Buenos Aires Poetry, Argentina 2018. Fue Incluido en la Antología Poética “Ánforas del Cisne” 2018, circulo de literatos y artistas de Nicaragua JTA. Finalista “Semillas”, Fundación y Bibliotecas Semillas para cuentos, Diriamba 2019.
EN UNO DE LOS MUNDOS
En un bar, sombras cadavéricas rodeaban
la mesa con el fermento y el alquitrán
adhiriéndose a los huesos.
Plumas negras por mechones en los ojos.
He aquí:
Tres almas con ojos de querubes,
Tres almas reflejándose entre
cóncavas de cristal, sujetos al borde
del péndulo “El Tiempo”.
…Y fue el amanecer como un bostezo
apolónico con brazos de saeta.
L’enfant terrible invocando a los muertos.
Gautier, De Nerval, Alfonso Cortés.
Dioses entre penumbras y bohemias.
…Y fue el fulgor, el medio día, con la mirada
distante.
Patagónicos sueños.
Un horizonte sin cielo raso, drogado de locura.
La máscara, sempiterna efigie:
Revenue la folie et la mort.
… Y fue el ocaso, les veía con elefantiásica
memoria. En su altura, desnudo entre los ángeles.
Gravitaba al lado de estrellas taciturnas.
En su andar recorrió las comisuras de Afrodita,
Venus e Ishtar, sorbió lo inconmesurable.
Desde abajo, ahí en ese mundo,
los tres parecían un solo tiritar,
como estrellas en pleno apogeo
de destrucción.
RÉQUIEM PARA UN POETA
No pidas nada, vacía tu alma de pequeñeces,
frases repetidas en cualquier libro.
El alquitrán despide el aliento pernicioso
para desembarazarse de falsedad.
Mátate en compañía de criaturas nocturnas,
que testifiquen tu partida.
No uses cuerdas o cuchillos afilados,
usa al viento.
No desperdicies el alcohol en la tierra.
Guarda este poema
en uno de tus bolsillos para que identifiquen tu cuerpo
para que digan: era un poeta.
ASÍ DE SENCILLO
I
No fuiste tú quien corrió con impaciencia,
fueron ganas de ver dentro del frío féretro
el cuerpo de estas palabras que nadie recuerda
(es un poema muerto.
II
Sencillas fueron las hojas
de ese día mientras rumiabas.
Espejuelos detrás de tu sombra,
alineadas las manos cayeron solubles.
Una espalda seca, marchita,
todo en el índice del ojo.
III
Es irónico morir en estos días,
nadie viene a la vela por terror
de acercarse al otro.
Tu yo en dirección opuesta.
Apuestas lo que sea
por terminar un deseo,
o morir tras muchos intentos
al estrellar tus alas contra el granito.
IV
Si alguien quiere matarse,
no lo haga, las cámaras
apuntan a todas partes.
Una campana hueca
avisa en lo alto. Es hora, tiempo,
de sumergir la mano en el pecho,
reptar la torre alta de nuestro orgullo
saltar apresurado y caótico.
FIEBRE DEL CAOS
No me complace sentir dolor,
no me excita, en absoluto.
Sueño tomar mi memoria,
convertirla en lodo de arcilla
crear al hombre nuevo.
Pero, insisto, no me complace
sentir el vacío de una mirada.
Todo es miseria,
un aletargado movimiento
hacia el destierro.
Busca bajo piel, como bajo la alfombra
cuando escondes la basura de tus ganas.
Todo es caos, un tumulto.
Bastó un segundo para arder y apagarme
silenciosamente.
COLLAGE
A L.H.V
Esa vez nos abrazamos,
d e s t e r r a d o s.
Las paredes de un cuarto de hostal en Diriamba.
Aquella puerta enmudecida del baño.
Un lunar de sombra cubre mis labios, ese,
en tu frente, el de tu mejilla derecha
cerca del abismo, el último en tu barbilla
como parada de descanso.
Múltiplicidad de rostros,
una y otra vez en instantes de finitud.
Extraño es olvidar de golpe y caer
con la fuerza de siempre.
Extraña frecuencia
de pulsos alineados.
Un bucle en el corazón,
repetitivo, frenético, infinito.