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AÑO 4 - 2023

YULIANA ORTIZ-RUANO – BITÁCORA DE LO ANIMAL

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1988

 

Volveré a vislumbrar tu carne cuando volvamos a ser Pangea:

 

cientos de caballos del sur de América

y otros millones de caballos mediterráneos negros

con cuerdas adheridas a la tierra

cruzarán el Atlántico

caerán decenas de edificios

el horror se infundirá como una mancha de sangre en mis pupilas tu continente y el mío serán uno solo

nos amaremos en medio de la muerte

entre cadáveres irreconocibles ya no tendrás más miedo de mi sangre

y mis fluidos

solo en medio del horror el amor es cierto

veremos al sol mirarnos con tanta rabia

y reiremos

yo tendré ambas piernas rotas

y tú una mano enorme y mecánica con la que me sostendrás

en esos días infinitos que le quedan a Pangea

repito: solo en medio del horror el amor es cierto.

 

 

1990

 

Cargué con los hijos de la señorita di Giorgio por seis meses sobre mi grupa sin hallar respuesta alguna:

Soy un caballo urbano, desciendo calles a toda prisa. Bebo cerveza en terrazas altas mientras cae el sol como una uva incendiada al pie del río. Soy un caballo urbano, divina equinidad girando morbosamente entre la cocina y el comedor intentando olvidar tu nombre, afronto la noche como lo que soy:

Un caballo que pone a hervir la sangre y las vísceras en cada movimiento.

—Vinieron a avisarnos que un caballo hermoso ser a cuatro patas con cuernos de cristal último viajero del universo habitaría entre nosotros—

Quiero recordar cómo antes del amor transitaba mi sangre
de qué color eran mis pulmones de niña en campo de guerra
qué había bajo mi plexo antes de que durmiera en mi vientre tu sal sagrada.
Por ello acudo al llamado de las flores. Cada una de mis patas sabía que era cierto que del cielo a toda prisa un rayo a atravesaría mi cuerpo celestial

a dónde desembocará este río zoomorfo… a dónde.

 

 

1991

 

Hemos perdido la cuenta de las veces que hemos tenido que recoger nuestros huesos en las aceras. Hemos perdido la cuenta de las veces que nos hemos comido mutuamente. Hemos digerido nuestras carnes y armado un banquete caníbal bajo la cama:

Desde hace siglos este animal de cuatro patas
y cuerpo exquisito acompaña mis días

su trote sonoro
percusión perteneciente al cielo azota mis sienes
amor se esparce en la ciudad.

No queremos salvarnos

No queremos nada más que no sea un híbrido nuestro caminando con la herida abierta. Relinchando a todo pulmón frente a este cuerpo acuático donde se dibuja tu cara.

Caballo tira pequeñas piedras que caen sobre tus ojos. Caballo pregunta por qué no nado alrededor de ti. Caballo es una bomba de tiempo.

Imagino tu cuerpo erguido y tus lunares como pequeñas constelaciones adheridas a ti desde tu parto. Imagino tus pupilas como lagos islandeses donde cientos de perros y aves doradas se degüellan. Imagino tu melena como un campo de trigo intergaláctico capaz de calmar el hambre del pueblo que me habita.

Incinerar mi cráneo no será suficiente

Dejar que caballo se coma mis ojos no será suficiente.

Te miro en el río por última vez antes de ofrecerme a la faena y hacerme alimento de desahuciados que de súbito olvidan mi nombre.

Así
de                                         esa                                     única                                            manera
caerá                                     la                                      amnesia                                       anhelada
sobre                                    mis                                   hombres                                      huye.

 

 

1992

 

Habías dicho que el ombligo es una isla en mitad del océano de piel tostada y cicatrizada por la arena y el sol / Habías dicho que detrás de una sonrisa de dientes sanos también hay una espuma acumulada / piel cubriendo una catástrofe aun no dicha / por eso inexistente. / Nunca la boca ha dicho el deseo / hablar es tejer agua sobre el vapor de los manglares / hablar es atravesar el Guayas

caminando de puntillas sobre un tenso hilo de nailon / ¿Eso es hablar? / Bajar la cabeza tras una / boca que se abre dentro de otra boca / en la que descansa un árbol de bocas sonriendo. / He soñado en un mar de dientes / un plancton nadando entre tus dientes / pequeños huesos con la particularidad del brillo / Sonreír es hacer una isla de dientes en el globo de la cara / al igual que pestañear / una isla dentro de mi pared es un murciélago graznando su existencia

he soñado con tus dientes

un millón de sonrisas caninas gritando en motivo insular / decir es hacerse isla / por eso me como tu nombre / antes de hacer de agua el espacio que me separa de tus dientes.

Tus dientes se elevan en un rito sin nombre / tus dientes vuelan alrededor de mi cara / tus dientes completan un algo que tampoco sé decir / porque es deseo.

Una máquina que se mueve como una isla.

Nunca he sentido más miedo / que cuando llovió el dos de noviembre / Limones / lista para sepultarse bajo una bóveda de agua / y yo imaginaba el horror de no volver a ver tus dientes / sobre la boca que no dice para no hacerse isla.

Nunca he sentido más miedo que en esa lluvia en Limones / antes de San Martín.

Levanté a mi madre que ya no lo era / en la habitación: madre

tía

y hermana

eran tres islas distantes / incomunicables entre sí.

Yo elegí ser agua / tierna agua niña de sal y arena / capaz de acoger entre mis vientres a todas las mantarrayas del Pacífico.

Nunca sentí más gozo que cuando voló una mantarraya ante mis ojos caballo / sobre un bote a punto de hundirse caballo / y las mantarrayas bailando para mí / bajo un sol de pronta lluvia.

Caballo abrí la boca para recibirlos / pero entró también un pez a comerse mi sangre / a destrozar mi vesícula.

Nunca sentí otra fiesta que la de ese vuelo de aves cartílago de nohumano primero / mientras Limones quedaba cementada por el agua / yo deseaba ver una vez más tus dientes / debajo de la isla de tu rostro chico y extraño / un mar de dientes comiendo otros dientes / pero siempre desde tu boca / de la sonrisa plateada / de la imposible isla que no quiero / debajo del techo tejo el mar necesario / isla como la última letra de tu nombre:

 

 

Voy a subirme a todas las mesas para servirme de banquete propio.

 

 

BIOGRAFÍA

Yuliana Ortiz–Ruano (Esmeraldas, 1992)

 

Ha publicado Sovoz (Hanan Harawi, Lima, Perú 2016) y Canciones desde el fin del mundo (Amauta&Yaguar, Buenos Aires, 2018 – Kikuyo Editorial, Quito 2020 – Libero Editorial, Madrid, 2021). Ha participado en festivales y encuentros literarios en Ecuador, Perú, Colombia, Argentina y Chile. Obtuvo el primer lugar en el Concurso Nacional de Literatura, categoría poesía Libre Libro, 2019 con el poema Bitácora de lo animal y Mención de honor en el concurso nacional Poesía en Paralelo 0, 2017, con Canciones desde el fin del mundo. Perteneció a los grupos de investigación académica en artes: Trágico y tránsito (Filosofía) y Soltando la palabra, pedagogías subversivas en torno al pensamiento de Juan García (Literatura afrodescendiente y prácticas pedagógicas). Formó parte del grupo de investigadoras de Latinoamérica y el Caribe en el Mapeo de Feminismos Negros en Abya Yala, Re-existencia transfronteriza «entre aquí y allá».

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