IZASKUN GRACIA QUINTANA – ya no sé si no nos encontramos o si nunca empezamos a buscarnos
me duele el mundo
y la vida que no entiendo
y tus intentos por volvernos habitables en una tierra que nos regurgita impasible mientras la piel se cubre de cicatrices a medida que pasa el tiempo
a medida que nos perdemos
más y más profundo rodeados de árboles y ríos insalvables
me llora dios
y lo que rechacé consciente de mis errores
y las vidas que siempre olvido intentando encontrar el norte
sueño lo indecible en otras lenguas
me adueño de lo que no existe y construyo mundos a la
orilla de la locura
como si me librara así de este pálpito anudado a la
indefensión del pensamiento
de la certeza que sujeta al pavimento el acuciante siempre
ansia de caer
hay una voz que se abre paso como una cuchilla
como un filo desafilado que lo desgarra todo y deja tras de sí una herida pétrea como un grito
hay una voz que timbra cuando calla
y abre hiedras en procesión profesando cambios a cambio de nada
no es suficiente
o es que no cesa de tañir lejanía la voz de nuestra cabeza
te reconstruyo
y desapareces
es ahí
entonces
cuando todo queda en suspenso
y se abre a bocajarro
y vemos la realidad reventar (contra) los cristales
ya no sé si no nos encontramos
o si nunca empezamos a buscarnos
pero sucede
aun el cansancio
que
amparada por el deseo y por todo lo que sin pensar echamos en falta
gano adeptos a costa de otra ausencia
y de convocar fantasmas que no se materializan
sucede que me vence el sueño
y la vigilia se torna escenario delirante de carencias
de arrebatos asistólicos que atragantan el aire y cosen los párpados
robándonos la cordura guardada a contrapelo de la tormenta
yo no quise caer y me defenestraron
fallecí y me revivieron
y me empapuzaron el pecho de buenos sentimientos mientras empalaban mi cuerpo
sólo para poder fingir que intentaban curarme
acaso se trata de un juego simple y complicado
organizador de miedos
reestructurador de lo que nos tiembla
que así aprendamos a comportarnos
a ser uno y perderlo todo en aras de otro abrazo
a lamentar en invierno lo que no supimos defender otrora
cuando aún podíamos a la sombra de otros árboles
destrozado este sonar los días arrecian horas al cielo que de azul se tiñe bajo unos montes que no más se yerguen sobre nuestras cabezas
si me escucharas
si no te hubieras malgastado en prejuicio de tus mentiras
qué seríamos ahora
cómo podría acompañarte hasta el final de las cosas
si no por inercia y atorando los pasos que hacia ti me ciegan
mas no nos hicieron para enfrentar cabos sueltos ni expresar la consciencia de lo que falla
somos queja y llanto privado en público a la luz de otras miradas
mientras despreciamos la compasión ajena y la defensa de nuestras deshoras
somos estaciones ajadas
faltas de oxígeno
vueltas colon en un colapso de repetición sin salida
desde el que no controlar ni comprender las gotas de sangre que se añejan sobre las baldosas
podría haber dicho todo lo que me encuentro
pues sin duda elaboro más peso del que corresponde
y sin embargo esta cúpula sigue vacía
apenas iluminada por un cirio a punto de perecer
nadie va a ser testigo de ningún acontecimiento
ni aclamará la belleza o el horror de lo que aquí se exhibe
devoradas por el cáncer perderán las estructuras su fuerza
y todo caerá cual muerte programada
sin espectadores
sin testigos
sin dejar más que un puñado de piedras desordenadas afeando el lugar
todavía llegan vocablos
a través del agua atragantada océano a contracorriente
e insistimos en estos fuegos
y aquellas ascuas
como si
divinas
fueran a ahorrarnos lo inevitable
todavía llegan vocablos
a través del agua atragantada océano a contracorriente
e insistimos en estos fuegos
y aquellas ascuas
como si
divinas
fueran a ahorrarnos lo inevitable
Izaskun Gracia Quintana (Bilbao, 1977), escritora, trabaja como diseñadora gráfica editorial, traductora y correctora, además de escribir artículos y crítica literaria para diversos medios, y coordinar talleres de escritura. Fue editora y cofundadora de la editorial de poesía Masmédula.
Es autora de los poemarios Ohe hutsetan (2018), despertar lloviendo (2017), vacuus (2016), ártica/artikoa (2012), saco de humos (XIX Premio de Poesía Villa de Aranda, 2010), eleak eta beleak (XVII Premio de Poesía Ernestina de Champourcín, 2007) y fuegos fatuos (2003), y de los libros de relatos Lo que ruge (2021) y Crónicas del encierro (2016).
Sus textos han aparecido en numerosas antologías y revistas, ha participado en varios festivales poéticos y ha colaborado con artistas plásticos como Anabel Lorca, Zigor Barayazarra, Delphine Salvi, Leire Urbeltz y Liébana Goñi. Vive en Berlín desde 2011.
Que lindo escribes 👏🏼👏🏼. Te veo en Salón Berlinés el lunes.