VANESSA ZACCARIA CSEKE – CHICA BEAT
Chica beat
Acabada.
Despreciada.
Maltrecha.
Displacida.
Insatisfecha.
La chica beat
estrangulada.
Y la psicóloga me dice
que el problema que tengo
es que no le doy valor
a lo que soy,
a lo que hago y remata
que no quiero cobrar
para hacer una foto,
o por mis poemas
o ¿por qué no?
Por hacer el amor.
Trayecto
Alfons X.
Un diario se escribe en cualquier sitio.
Una poesía también.
Pasajeros que acarician teléfonos.
Abuelas aprietan bolsos con manos de plástico.
Joanic.
La puerta se cierra.
Una etiqueta pegada en el vidrio.
“Las maricas matamos fascistas” dice.
Un niño escribe sobre otro
de los vidrios sucios:
Jodete
y detrás de la palabra,
los cables que corren,
la oscuridad que avanza.
Verdaguer.
Muchachos silbándose
de vagón a vagón.
¿Hasta qué punto escribir
no es
hacer listas?
Urquinaona.
Otakus a lo Robert Smith
me miran escribir y yo
cierro el cuaderno.
Un día más
Ha llegado la neblina
como un acorde blanco
en el que navegamos.
Y los que tenemos casa
entramos cubiertos como
recién llegados de la Luna.
Resbalando el aliento,
mientras los medios
se sacuden de alertas.
Perdiéndonos en tragos largos,
en pantallazos cimbreantes;
intentando no pensar
en los vagabundos muertos
de un solo temblor,
un único e interminable temblor.
O en los obreros confiados
que solo se animaron un día más,
uno solo y que luego desaparecieron
sepultados de invierno.
Suspirando entre los árboles
sucedidos de mil hojas
de tiza espumosa.
Caídos en huellas profundas
dónde olvidaron el sentido,
pasmados del reflejo del sol
contra infinitas estampas de escayola.
Acurrucados, quizás,
en pechos invisibles
de amores de fuego
que lo echaron todo a perder,
hace mucho tiempo.
Hamacándose,
entre las hojas crujientes
con atuendos albinos
que dejó la borrasca.
Infortunios
¡Racistas!
gritan los niños sirios
escabulléndose en las ramblas.
Piedrazos a patrullas.
Tres de la mañana ¡A por ellos!
gritan los uniformados.
Les persiguen y
un delfín mojado
en la puerta de un 24 hrs,
me guiña el ojo.
Y una paloma muerta
saluda desde un portón meado.
No puedo respirar.
Oigo pasos.
No te fies.
Seguí.
Camina.
Las luces se reflejan en charcos y asustan.
Autos a casi arrancar están esperándote.
¿Y los chillidos?
No sé si son yonkies pinchándose,
saliendo de las esquinas,o ratas.
La prostituta enciende un cigarrillo
con cara de “pobre mujer”
al mirarme
y yo sigo,
como sabiendo hacia dónde,
como sabiendo el por qué.
Esto es la calle.
Los infortunios te encuentran o te guían.
Pintadas
Las paredes de Meridiana
han amanecido pintadas.
Rápidas confesiones en aerosol
de astas borrosas y
blancos internos adobados
Vuélvanse a su país, decían,
con esa seguridad de saber
cuál es su lugar.
Como si nacer en un sitio
fuese un destino inamovible.
Como si supiera acaso
dónde estaré mañana.
Así que pequeños Bruce
Wayne sin un céntimo,
te señalan la salida
cuando no tienen
espacio ni para ellos
mismos en su interior.
Algo me irritó la garganta.
Para peor los semáforos
no coordinaban
y las bicicletas y los coches
colisionaban allí,
en medio de la avenida.
Más adelante en el Pont del Treball
(que se llama en realidad
Pont del Treball Digne, pero
la última palabra la abandonamos);
una ambulancia recogía a una señora.
No sé si estaría viva o muerta.
Y los Mossos d’escuadra estaban
más preocupados en enseñarles
las porras a los niños
en las puertas de las escuelas,
en vez de pensar
que la pobre mujer
murió (o casi) de cuidad.
Además estaba la alerta del viento.
Veías las bolsas desencajadas
de los cestos de basura
y la ropa de nadie tirada en la nada
y las flores ya maduras
de los Cosmos Amarillos
luchando a fibra única por no caer.
Era lunes de quejas e insultos
y para peor, normal.
El autobús dobló por Marroc
y dejé que mi cuerpo
se inclinara con la vuelta,
dócil como haría
durante el resto del día.
A la tarde, el cielo se confundió
con los reflejos azulados
de la Torre Agbar y el sol
se fue yendo.
Ya no había tanto berrinche
pero las pintadas seguían allí.


Vanessa Zaccaria Cseke (Italia, 1987), escritora de poemas y cuentos cortos. Ha vivido por diez años en Buenos Aires participando en el Grupo Literario Inquietud, realizando eventos culturales junto al actual Grupo Boedo de pintores en el barrio emblemático de La Boca. También ha participado con el Núcleo de Poetas y Escritores Asamblearios sacando un boletín literario bimestral llamado “La Fragua” de temáticas sociales. Sus textos aparecen en revistas como “Libre Pensamiento” o “Ragnarok”. Ha publicado recientemente su libro de poemas «Días lantánidos» Actualmente reside en Barcelona. Trabaja como técnica en impresión. Participa en un grupo anarco-feminista llamado “Redes de Afinidad” y está realizando un proyecto propio de fanzine de poesías llamado “Lata”.
Los poemas están chingones.